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Chapter 21 - Capítulo 21 Tollana, Part 1

Capítulo 21: Tollana, Parte 1

 

Daniel y su equipo, con excepción de Teal’c, fueron llamados

a la oficina del general Hammond, y al entrar, se encontraron con el ahora

general Maybourne, tres oficiales del Pentágono y tres visitantes extraterrestres

que ellos conocían: Narim y Omoc de los Tollan, y Thor de los Asgard.

—No están aquí para traer regalos, ¿verdad? —preguntó Jack al

ver a sus invitados. Daniel pensaba lo mismo.

—Los Tollan llevaban algún tiempo en la Tierra, pero ellos no

querían saber nada del Comando SGC, ellos querían estudiar su cultura y

limitaban su contacto político. Solo querían un intercambio cultural, lo que

hacía que siguieran cayéndole mal a Jack.

—Me temo, O’Neill, que estás en lo correcto —dijo Thor, y su

equipo comprendió que la situación era grave. Mientras tanto, el general

Hammond les indicó que se sentaran.

—SG1, el comandante Thor tiene razón, la situación es grave.

En este momento hay una flota Goa’uld atacando Tollana, y según nuestros

aliados, a pesar de la intervención de la flota Asgard, la situación no está a

favor de los Tollan, por lo que piden nuestra ayuda —explicó el general

Hammond.

—No contamos con una flota para hacer frente a los Goa’uld

—intervino Maybourne antes de que ellos dijeran nada.

Daniel hizo una mueca, porque de hecho sí tenían una flota,

aunque era una flota pequeña. Pero si era usada, los Goa’uld les considerarían

una amenaza al mismo nivel que los Tollan, y el próximo planeta asediado sería

la Tierra. Por lo tanto, Daniel comprendía la negativa de Maybourne en esta

ocasión.

—No necesitamos una flota, la flota Asgard es suficiente para

enfrentar a esta flota Goa’uld —explicó Thor con tono sereno, antes de que

nadie dijera nada más.

—¿Entonces? —preguntó Jack con el ceño fruncido.

—Una flota no es lo único que han traído los Goa’uld. Tienen

un ejército que ha invadido el planeta por medio de un Stargate y han matado a

cientos de personas en el primer ataque. No hemos podido enfrentarles con

nuestras fuerzas de seguridad. Nuestras defensas contra ataques de este tipo

han sido ineficientes y si la situación continúa, antes de que la flota Asgard

logre una victoria, nuestra población no sobrevivirá. Los Goa’uld no toman

prisioneros en este ataque —dijo Omoc con gravedad. Daniel tragó saliva, porque

la situación era realmente grave.

—¿Han pensado en la evacuación? —preguntó Sam. Daniel también

creía que ante una situación así, lo mejor era huir, pero los Tollan también

debieron pensar lo mismo.

—El portal no funciona, porque el enemigo ha llevado su

propio Stargate y lo mantiene activo. También usan una señal que impide usar

los transportadores Asgard. Todos los métodos alternativos son poco eficientes

y no servirían para evacuar a toda nuestra población —explicó Narim.

—General Hammond, no contamos con personal militar suficiente

para enfrentar una situación así. Si los Goa’uld han traído una flota y tienen

control de un Stargate, debe de haber cientos de miles de Jaffa en ese planeta

—dijo Maybourne.

Daniel pensó unos segundos para llegar a la misma conclusión

que él, porque si los Tollan no necesitaban naves, lo otro que podían solicitar

de ellos, en una situación en que un ejército de tierra les atacaba, era ayuda

militar. Pero en este momento, su apoyo militar era estratégico. La última vez

que Maybourne desplegó a su gente, Daniel creyó escuchar que eran cinco

batallones, unos cinco mil hombres. Quizás también tenían una reserva, pero

Daniel a lo sumo calcularía el triple de ellos. Llevar a quince mil hombres a

enfrentarse a cientos de miles de Jaffa era una muerte segura. Si ellos

aceptaran ayudar, tendrían que movilizar a un ejército entero, y eso

significaba que hasta allí llegaría el secreto del Proyecto Stargate, algo que

Maybourne… bueno, eso era algo que ninguno de sus líderes políticos quería.

—Maybourne…

—Jack, a esta gente se les advirtió una y otra vez sobre los

Goa’uld, pero nunca estuvieron dispuestos a colaborar con nosotros. Ni siquiera

sé por qué están aquí —gruñó Maybourne.

—General Maybourne…

—En realidad, somos los Asgard quienes solicitamos su ayuda

en esta ocasión —dijo Thor, interrumpiendo al general Hammond, quien suspiró y

asintió. Los enviados del Pentágono se tensaron. Esto era realmente un asunto

serio.

Decirle no a los Tollan no era lo mismo que decirle no a su

segundo aliado estratégico, y por la reacción de Maybourne y los oficiales del

Pentágono, ellos realmente se sentían presionados.

—¿De cuántos efectivos estaríamos hablando? —preguntó

Maybourne, sorprendiendo a todos. Daniel estaba algo aturdido.

—Nuestro enemigo terrestre no es un ejército Jaffa —dijo Thor

con calma, como si Maybourne no hubiese dicho algo que Daniel creía imposible.

Thor hizo un gesto con su mano, y un holograma de una calle,

con edificios de una ciudad Tollana, apareció sobre la mesa. En el centro de la

calle, caminaba un grupo de diez soldados envueltos en trajes negros y cascos

extraños. Ellos llevaban armaduras, pero no era la armadura de un Jaffa.

Tampoco llevaban bastones ni pistolas Zat, sino que disparaban directamente

desde un brazalete de su armadura, y eran ráfagas de varios disparos, como si

fuera el fuego de un rifle de plasma.

A su alrededor, la gente corría por sus vidas, mientras

algunos caían. Por fortuna, los atacantes eran pocos. Había guardias de

seguridad y dispararon muchas veces contra estos soldados, pero sus disparos se

dispersaban en las armaduras negras. Incluso usaron un cañón, causando una

feroz explosión, pero los soldados de negro solo perdieron el equilibrio y

volvieron a levantarse para seguir disparando y pronto acabaron con todos los

guardias, que les triplicaban en número.

—El Goa’uld que ataca Tollana es Anubis, y al igual que Korr,

este parece haber creado sus propios soldados, aunque este fue más allá —dijo

Thor, y el holograma cambió a uno de los soldados, en solitario, pero este no

tenía casco.

Daniel se tensó, porque realmente no era un Jaffa, y menos

parecía humano; su piel parecía estar hecha de algún gel y estaba derretida en

algunas partes. Sus ojos eran blancos, como los de una persona ciega. Parecía

un cadáver en descomposición.

—Son cuerpos humanos creados de forma artificial —explicó

Thor, y el holograma se transparentó, dejando ver un simbionte Goa’uld dentro

del guerrero, pero este era un simbionte el doble de grande que los que Daniel

había visto.

—Este simbionte ha sido programado para obedecer órdenes y no

posee mayores cualidades comunicativas. Este en particular fue capturado y al

tratar de estudiarlo, activó un artefacto que destruyó su cuerpo antes de que

pudiéramos hacer más análisis. Aun así, hemos estudiado sus armaduras y a pesar

de ser inmunes a la mayoría de armas antipersonales, ya sean de energía o sus

armas de proyectiles, el traje en sí es vulnerable a la perforación de una

aguja —explicó Thor.

—Tendríamos que inyectarles veneno —dijo Maybourne y Thor

asintió, haciendo cambiar el holograma para mostrar una de sus nuevas armas

electromagnéticas, sufriendo una transformación, para disparar agujas.

—Con los datos que ahora poseemos, podemos estar

relativamente seguros de que a pesar de las modificaciones genéticas del

simbionte, este veneno será efectivo y matará al simbionte. El cuerpo, no

estamos seguros, pero estos soldados no tienen una conciencia fuera de su

simbionte —explicó Thor.

—¿Qué diferencias hay con un Goa’uld común además de su

apariencia? —preguntó Maybourne.

El holograma volvió a un escenario de batalla, donde había

decenas de soldados Goa’uld enfrentándose a unos cientos de guardias Tollan,

que luchaban por contener su avance, y entre estos, el holograma se centró en

un guardia Tollan que al ver que su arma no servía de nada, la tiró a un lado y

embistió contra el guerrero Goa’uld, que dejó de disparar, y lanzó una bofetada

de revés con fuerza.

El guardia Tollan trató de sujetar la mano que pretendía

golpearlo, pero salió volando unos diez metros y luego rodó por el suelo otros

cuatro o cinco metros, para quedar inmóvil, en una posición extraña y torcida.

—No se recomienda un enfrentamiento cuerpo a cuerpo —explicó

Thor. Daniel tragó saliva.

—¿Cuántos de estos soldados hay? —preguntó Maybourne con una

expresión grave.

—Creemos que alrededor de unos diez mil, por lo que la

situación es desesperada, y si no obtenemos refuerzos de tierra en pocas horas,

la población civil de Tollan será diezmada.

»No podemos transportarles para una retirada, y no hay tropas

que les cubran para salir de los refugios donde están ahora, y abordar

transportes de desembarco hasta nuestras naves —concluyó Thor.

Maybourne se levantó, al igual que el general Hammond y los

oficiales del Pentágono.

—Comandante Thor, tendremos una respuesta efectiva en algunos

minutos —dijo el general Hammond, y Maybourne asintió.

Jack hizo intención de retirarse, pero Thor lo miró.

—O’Neill, tú y tu equipo fueron llamados por petición mía,

pues hay un favor personal que debo pedirles —explicó Thor. Jack volvió a

sentarse.

—Thor, solo habla —dijo Jack.

—Ya hemos intentado interrumpir el control de los Goa’uld

sobre el portal que controlan, pero me temo que en esta ocasión, sus

conocimientos de la tecnología Alteran parecen superar los nuestros. Sabemos

que sus aliados podrían ayudarnos en este aspecto, pero estos planean una

ofensiva contra Anubis y sus aliados Goa’uld, por lo que no prescindirán de

ninguno de ellos.

»Sin embargo, tengo entendido que uno de los replicadores

humanos está de forma permanente en la Tierra. He tratado de contactar con él,

pero no responde a mi llamada, y tampoco a la de los Tollan o la de su gobierno

—explicó Thor.

—Bueno, 03 nos ha dicho que estaría por allí, por si sucede

algo inesperado en la Tierra, pero también nos dijo que estaría algo ocupado

—dijo Jack con incomodidad, al entender lo que Thor quería de ellos. Thor

asintió para indicarle que lo entendía, y Jack suspiró.

—Intentaremos llamarle —dijo Jack mirando a Sam, pues al

igual que todos entendía que esto no era casualidad; por alguna razón, 03 había

ignorado a Thor.

—Carter, llame a 03 —ordenó Jack. Sam parpadeó y se quedó

mirando a Jack, quien abrió un poco más los ojos, con un gesto de

interrogación, que preguntaba si debía repetirse.

—De inmediato, señor —dijo Sam y levantó la mano derecha,

donde llevaba un brazalete que tenía un sensor. Sam lo tocó, y después de unos

segundos miró a Thor y Jack.

—No responde, señor —dijo Sam con incomodidad.

—Carter, pida auxilio —ordenó Jack.

—¿Señor? —preguntó Sam con confusión.

—Carter, hay gente muriendo en este momento —dijo Jack, y Sam

se apresuró a llamar después de ver a Narim y a Omoc, cuyas expresiones eran…

Bueno, eran justo las expresiones que tendría una persona si hubiera un

ejército exterminando a todos en su planeta.

—03, es una situación de vida o muerte, por favor, auxilio

—dijo Sam sin dudar. Su voz estaba cargada de preocupación, y antes de que ella

terminara de hablar, a su lado se abrió un portal extraño, como si una nave

saliera del hiperespacio, o un portal tratara de establecerse.

Del portal salió un hombre que irradiaba luz de todo su

cuerpo, pero esta desapareció en un segundo, dejando ver que era 03, quien

miraba a todos con el ceño fruncido, para luego concentrar su atención en los

Tollan.

—¿Qué ha sucedido? —preguntó 03.

—Tollana está bajo ataque Goa’uld —explicó Daniel, quien se

preguntaba cómo hizo 03 para llegar allí, pues los teletransportes eran

imposibles dentro de la base, la cual estaba protegida por un escudo. 03 hizo

una mueca.

—No puedo intervenir, si lo hago, mi Dios perderá el apoyo de

los señores del sistema en contra de Anubis, y eso podría significar la derrota

de todos —dijo 03 y miró a Thor, quien tocó un dispositivo en su asiento

Asgard, y 03 parpadeó.

—Entiendo, es posible, pero tendría que acudir al lugar para

estudiar lo que los Goa’uld han hecho para tomar el control de la red de

Stargates en el lugar —dijo 03, quien al parecer había recibido un informe de

Thor. Él miró a los Tollan.

—Omoc, Narim, mis disculpas, no puedo apoyarlos con naves,

pero si necesitan soldados, puedo apresurar las cosas —dijo 03 y antes de que

pudieran decir algo, otro portal se abrió, y él entró.

Todos se miraron unos a otros, pero antes de que pudieran

hablar, Teal’c entró a la sala de reuniones. Llevaba una túnica, pues había

estado fuera del planeta en una reunión que ya llevaba semanas con los líderes

de la alianza de jaffas libres en contra de los señores Goa’uld, que había

tenido un auge con la creación de la Tretonina.

—Al llegar, me han informado de la situación —dijo Teal’c

sentándose a la mesa.

—Narim, ¿cómo está la situación con los civiles? —preguntó

Sam. Narim negó con la cabeza.

—Samantha, perdimos a miles de personas en el primer ataque.

Ellos consiguieron infiltrarse en el planeta, nuestros sensores los pasaron por

alto. Cuando la flota llegó, sus primeras tropas llegaron a la ciudad. No hubo

negociaciones, advertencias o peticiones de rendición, solo atacaron. Nuestras

fuerzas de seguridad no fueron efectivas, y solo pudieron interponerse en su

camino para que los civiles pudieran huir.

»Los escudos no pueden detenerlos. He visto a estos soldados

levantarse después de que un edificio se derrumbara sobre ellos. No actúan como

seres vivos. Por fortuna, nuestras armas lograron repeler a su flota el tiempo

suficiente para que llegara la flota asgard. También hemos evitado el

despliegue de cazas, pues antes aceptamos su sugerencia, y además de aumentar

el número de cañones defensivos, también construimos lugares protegidos para

ellos, por lo que estos guerreros aún no logran destruirlos todos —concluyó

Narim.

—¡Bien ahí! —dijo Jack.

Daniel supuso que si los Tollan hubieran tenido sus cañones

tan expuestos como antes, los Asgard solo habrían conseguido restos al llegar,

pues la flota Goa’uld habría bombardeado el planeta, ya que su objetivo no

parecía ser la conquista.

Daniel también recordaba el increíble sistema defensivo de

los Tollan, en que un solo cañón podía encargarse de varios casas y una nave

madre Goa’uld, sin darles ocasión de destruirlo.

—¿No habían dicho los Tollan que no veían necesario mejorar

sus defensas? —preguntó Teal’c.

Daniel también recordó eso, pues la Curia había calificado el

último ataque Goa’uld de ineficiente y dijo que su pérdida fue debido a no

tener en cuenta algunas estrategias, por lo que a lo sumo, ellos supusieron que

solo ocultarían los cañones, pero ahora también habían construido fuertes para

ellos.

—Hemos hablado con la Curia y advertido del nuevo alcance de

la tecnología Goa’uld, otorgando algunas mejoras para sus defensas —intervino

Thor.

—Ah, eso es bueno —dijo Jack mirando a Thor.

—O’Neill, también hemos puesto parte de nuestra tecnología a

disposición de la Tierra —dijo Thor. Su grupo miró a Thor.

Daniel ahora entendía por qué Maybourne y el general Hammond

salieron en busca del presidente.

La puerta de la sala de reuniones volvió a abrirse y una

docena de personas, lideradas por el general Hammond, el presidente y otros

tres civiles, entraron a la sala.

—Comandante Thor, ya me han informado de la situación —dijo

el presidente al entrar—. En nombre de mi nación, quiero decirles que los

Asgard siempre contarán con nuestro apoyo, pero las consecuencias políticas de

esta situación para nuestro gobierno serán algo difíciles de asumir —dijo el

presidente.

—Los Asgard somos conscientes de ello, señor presidente, y

como hemos acordado antes, de ser necesario, apoyaremos su intervención —dijo

Thor con un asentimiento.

Daniel no sabía que ya hubiesen negociado hasta tal punto con

los Asgard.

—Comandante Thor, tenemos veinte mil hombres preparados para

la defensa de esta base, de los cuales podemos tomar diez mil, y en este

momento, estamos «explicando» la situación a otros cuarenta mil, teniendo en

cuenta un tiempo de partida de media hora. Nuestro país cuenta con más

efectivos, pero esto es de lo que podemos disponer en esta situación de

emergencia, sin causar un caos. Tengo entendido que los Asgard proporcionarán

las armas que usarán nuestros soldados —dijo el presidente.

—Cincuenta mil —dijo Thor con una leve mueca. Daniel entendía

que esto ya era mucho; el tiempo de media hora era una locura, si se tenía en

cuenta que la mayoría de estos hombres estaban siendo informados en este mismo

momento de que había una guerra intergaláctica y que estaban a punto de ser

arrojados a ella.

El gobierno ya llevaba años haciendo planes en caso de que

los Goa’uld se presentaran de repente en el planeta, pero Daniel suponía que

ellos no esperaban tener que activar ninguno de esos planes, ni que la guerra

comenzaría en otro lugar.

Thor iba a hablar, pero un portal se abrió en la sala, y 03

salió de él, haciendo retroceder a los acompañantes del presidente y a algunos

de los oficiales. Daniel comprendió que estos tipos apenas se habían enterado

de la situación, porque, a diferencia de ellos, el presidente y el general

Hammond avanzaron.

—03, es un placer verte aquí. ¿Nuestros aliados están

participando en esta operación? —preguntó el presidente, extendiéndole la mano

a 03, quien se la estrechó.

—Señor presidente, no intervendremos en las operaciones de

campo, pero puedo ayudar retomando el control de la red de Stargates en el

planeta. También he conseguido soldados y voluntarios para apoyar en el ataque

terrestre —explicó 03 y miró a Narim y a Omoc —. Cincuenta mil soldados y

ciento cincuenta mil voluntarios se unirán a la defensa de Tollana —dijo 03, y

miró a Thor—. Estarán listos en diez minutos —agregó.

Narim y Omoc se levantaron e hicieron una leve reverencia,

cambiando sus expresiones sombrías por unas esperanzadas.

El presidente y los suyos quedaron algo sorprendidos por las

declaraciones de 03, pero luego se recompusieron, y Maybourne ya susurraba al

oído del presidente. Daniel ya se imaginaba de dónde salieron doscientos mil

hombres, porque se sospechaba que sus aliados también tenían tratos con el

imperio africano, una nueva potencia mundial surgida hace solo unos años, y que

tenía tiempos de desarrollo y construcción absurdos. Por lo tanto, esta vez los

conspiranoicos tenían razón, y la explicación eran aliens, específicamente, sus

propios aliados.

—Comandante Thor, si los voluntarios también pueden ser

empleados en esta misión, disponemos de otros ciento cincuenta mil hombres

—dijo el presidente con una sonrisa. Antes él había mostrado una expresión

circunstancial, pero ahora que no era el único que se vería involucrado en el

mayor escándalo que se produciría en este planeta desde hacía mucho tiempo,

Daniel supuso que había ganado confianza. Thor asintió, y Narim y Omoc hicieron

otra reverencia.

—En nombre de la Curia y el pueblo de Tollan quisiera

agradecer su colaboración —dijo Omoc.

—¿De dónde sacamos ciento cincuenta mil voluntarios?

—preguntó Jack.

—Ciudadanos confiables, dispuestos a luchar por mantener el

modo de vida de esta gran nación —dijo Maybourne, que al parecer no solo había

estado ocupado en conspiraciones fuera del planeta, sino también dentro de él.

Daniel solo podía imaginar a una persona acudiendo a una

entrevista donde se anotaba como voluntario para una posible guerra, y un día

de repente era secuestrado, lanzado dentro de una nave y luego arrojado a otro

planeta, mientras Maybourne les señalaba a su enemigo.

Daniel solo pudo concluir que estas fuerzas militares no

serían confiables, pero aún así tendrían cincuenta mil soldados entrenados y

otros cincuenta mil de parte del imperio africano, contra unos diez mil

supersoldados Goa’uld. Él solo esperaba que los voluntarios fueran un apoyo

suficiente.

—Entonces prepararé el transporte y la logística en la

O’Neill —dijo Thor y desapareció en un as de energía; él debía tener la

frecuencia de los escudos que protegían el lugar.

—Coronel O’Neill, mayor Carter, los equipos SG son nuestros

mayores expertos en conflictos con los Goa’uld y amenazas extraplanetarias, por

lo que serán asignados como consejeros para los oficiales que comandarán las

tropas en el campo de batalla y los diferentes comandos de operaciones que se

establezcan una vez lleguen a Tollana —explicó el general Hammond, y Sam y Jack

saludaron.

Media hora después, Daniel fue transportado al piso superior

de una bodega, junto a dos oficiales, Jack y Teal’c. En el piso de abajo, que

era una especie de bodega de carga enorme, fueron transportados más de cinco

mil soldados, y de inmediato, Daniel sintió el leve y extraño movimiento que

indicaba la entrada en el hiperespacio de una nave asgard.

—¡Silencio! —reprendió uno de los militares en traje de

campaña, que estaba junto a Daniel. Su voz se escuchó fuerte y clara en todo el

gigantesco almacén.

Los militares, que también llevaban uniformes de campaña pero

no armas, y que estaban en el piso de abajo, miraron a sus comandantes y, a

pesar de no tener ni idea de cómo llegaron allí, se pusieron firmes.

—¡Soldados, la operación “Enemigo Desconocido” ha sido

activada! —informó el oficial, y de inmediato, los militares palparon sus

chalecos y sacaron una pequeña inyectadora de agujas desechables.

Algunos se la llevaron al cuello sin dudar, y se aplicaron

una dosis; otros duraron unos segundos observando a su alrededor, pero al final

también se aplicaron una dosis.

—Dios, ¿qué es eso? —preguntó Jack con tono alarmado. Su voz

solo se escuchó en su lugar y fue más un susurro.

—Nanitos. No tenemos tiempo para explicar nada, y en unos

minutos, ellos ya estarán enterados a detalle de los Goa’uld, sus fuerzas y los

detalles generales del proyecto Stargate —explicó uno de los comandantes que

tenía el mismo rango de coronel que Jack.

—Los Goa’uld también poseen tecnología de nanitos —dijo

Daniel alarmado.

—Lo sabemos; estos nanitos se autodestruirán en cuanto la

transferencia de información termine —respondió el mismo militar.

Daniel suspiró de alivio, pero miró a los soldados; parecía

que a pesar de que su gobierno seguía orando por un milagro y primero se

cortarían una mano antes de revelar al mundo que había extraterrestres que

podían venir a exterminarlos en cualquier momento por mero capricho, se habían

tomado en serio los planes de contingencia en caso de un ataque inesperado.

Los soldados que se inyectaron los nanitos fueron levantando

la mano en un puño uno a uno, y en unos segundos, todos tenían el brazo arriba.

Daniel entendió que los nanitos llevaban órdenes para indicar que habían sido

efectivos.

—Soldados, aunque este plan fue diseñado en caso de ataque a

nuestro planeta, esta vez, la guerra será en otro lugar…

El comandante militar no explicó quiénes eran sus enemigos,

sino que directamente informó que estaban rumbo a un planeta aliado, que debían

defender a toda costa, y que por ningún motivo debían fallar. Luego habló de

los supersoldados Goa’uld a los que se enfrentarían, sus capacidades, armamento

y equipo, ordenando no enfrentarse cuerpo a cuerpo al enemigo, ni dejar

compañeros caídos detrás, en caso de retirada, porque los Goa’uld tenían armas

desintegradoras, y sin un cuerpo, no habría tratamiento médico posible. Daniel

entendió que el NID realmente planeó a fondo…

Daniel y Teal’c fueron transportados al puente de la nave,

donde había un centro de operaciones, con generales y oficiales en traje de

campaña, que hacían estrategias, señalando diferentes puntos en varios

hologramas que parecían ser campos de batalla donde desplegarían sus tropas.

Además de los generales, también había hombres en trajes que

parecían ser de seguridad pública, y que llevaban el escudo de armas del

Imperio Africano. Ellos también hacían estrategias en sus propios hologramas;

parecía que ambos ejércitos no iban a mezclarse. Narim y Omoc respondían

preguntas de ambos grupos sobre el terreno y los refugios donde estaban los

civiles que debían asegurar.

—Estamos saliendo del sistema de Tollana —informó Thor, que

estaba en su silla de mando Asgard.

La nave acababa de entrar al hiperespacio en el sistema solar

y ya estaba llegando al sistema Tollano, que estaba a media galaxia de

distancia de la Tierra. La tecnología de hiperpropulsión Asgard era muy

superior a la de los Goa’uld.

Daniel, al igual que los presentes, vio la nave salir del

hiperespacio, y luego el espacio pareció distorsionarse, y lo que eran pequeños

puntos de luz en la distancia, en un par de segundos, se convirtió en una

batalla espacial con cientos de naves por todos lados.

Las naves asgard eran menos en número, pero a pesar de tener

el mismo tamaño que un Ha’tak Goa’uld, estas eran muy rápidas, y la precisión

de sus disparos no tenía comparación. Estas eran las mismas ventajas que la

flota humana quería lograr sobre los Goa’uld, porque estos no podrían superar

esta debilidad. Para hacerlo, ellos debían entrenar pilotos y añadir multitud

de sistemas de apoyo, que harían ver su supuesta magia como tecnología. Por

esto, esta era una debilidad que los Goa’uld no podrían superar.

Ahora, en esta batalla, una flota asgard, que era una tercera

parte de la flota Goa’uld, les enfrentaba sin sufrir pérdidas, a pesar de que

sus naves no parecían llevar una ventaja en potencia de armas o escudos. Todo

se reducía a la movilidad y a la falta de un sistema de armas eficiente por

parte de los Goa’uld, que les impedía fijar sus blancos, permitiendo que las

naves Asgard maniobraran como si fueran cazas, entre su flota.

La nave de Thor pronto entró en la batalla, disparando fuego

de plasma en todas direcciones. Una nave Ha’tak que estaba en el camino empezó

a dispararles, haciendo que en la nave se sintiera un leve temblor. Aun así,

los disparos de plasma no se concentraron en el Ha’tak, sino que un as de

energía disparó, impactando al Ha’tak y haciendo brillar todos sus escudos.

Tres Ha’tak más se acercaron, y un segundo as de energía fue disparado contra

una de ellas, haciendo brillar su escudo y provocando una explosión en el

Ha’tak, por lo que Daniel comprendió que el as de energía era un arma

aterradora.

El Ha’tak dañado fue cubierto por los otros tres mientras se

retiraba. La nave de Thor disparó un par de veces más, pero no persiguió los

Ha’tak, sino que los ignoró.

Las Ha’tak se apartaron de su camino, pero la flota Goa’uld no

se quedó sin hacer nada, pues un enjambre de naves más pequeñas, que tenían la

velocidad de cazas, les rodearon, esquivando la mayor parte de los disparos de

plasma y evadiendo los ases de energía con facilidad. Estas naves eran Al’kesh,

con mayor velocidad pero con menos potencia de fuego que una Ha’tak.

Daniel sabía que los Al’kesh no eran naves de ataque ni de

asalto, eran bombarderos, y en la cantidad que les rodeaban, eran

extremadamente peligrosos, pero por alguna razón no se acercaban…

Un Al’kesh salió de la formación que les rodeaba, pues había

naves al frente y tuvo que maniobrar acercándose a ellos y alejándose de su

círculo. De inmediato, el Al’kesh recibió tres disparos de plasma que dañaron

sus escudos y le hicieron salir huyendo por su vida. Eso fue aprovechado por

una nave asgard, que le dio alcance a su misma velocidad disparando sus cañones

de plasma, destruyendo al Al’kesh y escapando del resto cuando intentaron

rodearle.

Daniel vio un nuevo holograma desplegarse en medio del puente

para mostrar la batalla espacial.

Daniel al fin pudo ver la nave en la que iban,

sorprendiéndose de su tamaño, pues era unas tres o cuatro veces más grande que

las naves Asgard rápidas. Esta tampoco era el Martillo de Thor, que Daniel

había visto antes cuando los replicadores la llevaron a la tierra.

Daniel también pudo ver la totalidad de la batalla, entre

unas trescientas Ha’tak Goa’uld y quinientos Al’kesh, vs. Cien naves Asgard,

que se movían a gran velocidad, la mayoría de ellas. Pero había veinte de ellas

que eran más de tres veces más grandes, como la nueva nave de Thor, y que

disparaban ases de energía. Estas parecían resistir a la fuerza y eran las que

formaban un bloqueo defensivo para Tollana, siendo acosadas por la mayoría de

Al’kesh, porque las Ha’tak no parecían ser sus rivales.

—Esa es una gran nave —alabó Teal’c viendo cómo las naves

asgard resistían la embestida de un montón de al’kesh, y no dejaban que las

ha’tak se acercaran, disparándoles con sus ases de energía cada vez que lo

intentaban.

—Este es un nuevo modelo de nave de batalla asgard, los

cruceros de batalla clase O’Neill. Los pequeños y con más movilidad son de la

clase Daniel Jackson, no tienen grandes capacidades ofensivas, pero en

movilidad táctica y defensa, son ideales para repeler ataques de flotas

Goa’uld, apoyadas por al’kesh y naves más pequeñas. Lamentablemente, en esta

ocasión, son los Goa’uld los que pueden escoger a qué tipo de nave enfrentarse,

pues los cañones de defensa Tollanos han sido destruidos en su mayoría, y debemos

asegurar que las ha’tak no puedan implementar un bombardeo orbital sobre

Tollana —explicó Thor, mientras su nave se acercaba al perímetro defensivo,

atravesando el campo de batalla.

Daniel se preocupó un poco porque las Ha’tak, para protegerse

de la movilidad de las nuevas naves asgard, se habían establecido un perímetro

defensivo, que ellos pretendían atravesar.

Daniel esperaba que las Ha’tak del frente centraran su fuego

en ellos, pero al final estaban demasiado ocupados tratando de cazar a las

naves de clase Daniel Jackson para perseguirles a ellos, y sus enemigos

siguieron siendo los al’kesh, que no podían acercarse para lanzar sus bombas,

por lo que ellos atravesaron con impunidad el centro de la batalla; los al’kesh

apenas eran mosquitos para los escudos de la clase O’Neill.

Daniel se sintió orgulloso del despliegue táctico de las

naves que llevaban su nombre, y mientras sus escudos resistían con apenas daños

el ataque de los al’kesh, Daniel entendió cómo se mantenía la línea defensiva

en Tollana.

La clase O’Neill eran naves que tenían grandes armas y

grandes defensas. Si los asgard pudieran usarlas con libertad en esta batalla,

y siendo escoltadas por las más pequeñas y rápidas, los Goa’uld tendrían que

retirarse, siempre que no contaran con una superioridad numérica abrumadora.

Esto también quería decir que estas naves fueron diseñadas

para enfrentarse a los Goa’uld. Eso era extraño, considerando que hasta hace

poco, una sola nave asgard podía diezmar una flota Goa’uld sin sufrir daños.

Fue solo hasta la aparición de Anubis que su tecnología había mejorado, y ahora

sus armas y escudos podían enfrentarse a los asgard.

Daniel se preguntó si los asgard habían estado pensando en el

señor del sistema Korr… Daniel sacudió la cabeza, porque hasta hacía poco, los

asgard estaban en la ruina, y según les contó el mismo Thor, su flota era un

desastre, y tuvieron que solicitar ayuda estratégica de la tierra, ayuda que

terminó dándoles el señor del sistema Korr, y fue a partir de entonces que la

flota asgard venció a los replicadores y crearon estas nuevas naves.

De hecho, los asgard tenían el mismo tiempo que Anubis

actuando, y con su tecnología, y a pesar de que Anubis se estaba robando naves

y sumándolas a su flota, la flota asgard aún debería poder igualar sus números,

y con la superioridad táctica y tecnológica de los asgard debería darles una

batalla fácil, igualando la flota Goa’uld, sin dejar desprotegidos otros

territorios…

Ellos se están conteniendo, entendió Daniel, pero ¿por qué lo

hacían cuando Anubis les había desafiado de forma abierta? Daniel no lo

entendía, porque los asgard deberían estar desesperados por destruir a Anubis,

quien tenía a los replicadores, y estos estuvieron a punto de declararle la

guerra al señor del sistema Korr por ello. Desde este punto de vista,

contenerse no tenía ningún sentido.

—03, el enemigo está disperso, tendremos que dividir nuestros

batallones y reforzarlos con voluntarios. Sé que parecen numerosos, pero la

moral de los voluntarios no está asegurada, y como los Goa’uld tengan más

refuerzos o empleen tácticas de terror, sin el apoyo de una artillería, ellos

podrían dar media vuelta y correr —dijo uno de los oficiales del Imperio

africano, acercándose a 03 después de haber discutido unos segundos con los

demás e interrumpiendo los pensamientos de Daniel.

03 miró a los generales estadounidenses, con una pregunta en

su mirada. Los generales se miraron unos a otros con indecisión.

—Sin una artillería para apoyarles, ya es difícil que incluso

los soldados profesionales se queden —dijo el general de mala gana. 03 asintió

con gravedad.

—Empezaré a trabajar de inmediato, mientras más rápido

cerremos el portal, menos refuerzos y sorpresas inesperadas aparecerán —dijo

03, desapareciendo en un haz de luz.

—Teal’c, ¿qué son tácticas de terror? —preguntó Daniel,

preguntándose a cuáles de las muchas atrocidades que cometían los Goa’uld se

referían.

—En una batalla perdida, es posible que los jaffa tomen

bombas de naquadah y se lancen contra sus enemigos. Es extraño que no las hayan

usado ya, considerando que el objetivo de este ataque es exterminar a la

población y que el enemigo dispone de un Chappa’ai —explicó Teal’c.

Daniel hizo una mueca; él también saldría corriendo, aunque

no creía que tuviese ninguna oportunidad de correr ante un ataque de ese

estilo.

Daniel también comprendió la renuencia de los militares a

luchar sin una artillería ante esas posibles amenazas.

—Su artillería no sería efectiva contra los guerreros

Goa’uld, y emplear armas de mayor desempeño causaría la destrucción de las

ciudades y las bajas que queremos evitar —dijo Thor. Los generales y

comandantes se miraron unos a otros y volvieron a su planificación.

—¿Cómo serán transportados los soldados al planeta? —preguntó

Daniel. Thor hizo aparecer un pequeño holograma a su lado.

El holograma era de una especie de cápsula, de varios metros

de alto y largo, no parecía una nave.

—Estas cápsulas fueron diseñadas para el despliegue de drones

ante una posible amenaza o guerra, pero la guerra que tuvimos fue contra los

replicadores, y ahora también nuestro enemigo posee dicha tecnología. Aun así,

su diseño servirá para desplegar las tropas con seguridad, y el espacio aéreo

de Tollana está bajo nuestro control; no habrá fuego enemigo desde la

superficie, pues podemos fijar cualquier arma antiaérea que sea desplegada

—explicó Thor.

Daniel entendía que usar drones, cuando el enemigo tenía

replicadores que podían superar cualquier defensa informática, era suicidio,

por lo que entendía que los asgard decidieran correr a la tierra, y no

arriesgarse.

—Generales, estamos en posición y listos para el despliegue

de tropas —informó Thor, y los generales se apresuraron a señalar sus campos de

batalla.

—Comandante Thor, quisiera unirme a la batalla junto al

coronel O’Neill —dijo Teal’c y Thor asintió, con lo que Teal’c fue

transportado.

Daniel sabía usar armas, pero a diferencia de Teal’c y Jack,

él siempre era arrastrado en los tiroteos, y en esta situación, era mejor no

entorpecer la batalla, por lo que se quedó observando.

La batalla espacial estaba estancada. Las Ha’tak no podían

fijar a los maniobrables cruceros de clase Daniel Jackson el tiempo suficiente

para derribarlos, y los grandes cruceros estaban fuera de su alcance, bajo el

asedio de cientos de Al’kesh que hacían poco daño a sus escudos. Daniel sabía

que los Al’kesh eran bombarderos, pero ante la gran cantidad de cañones de

plasma de las naves Asgard, antes de que un Al’kesh se acercara lo suficiente

para liberar una carga de bombas, terminaría siendo destruido, por lo que solo

podían merodear y disparar cañones de plasma con poco efecto, antes de ser

fijados y tener que maniobrar para no ser destruidos.

—Esta batalla se ganará, pero si no logramos asegurar la

superficie, no tendrá ningún sentido —dijo Thor mientras observaba la batalla

espacial.

Una ventana se abrió y apareció 03, que estaba en una sala

con muchas pantallas a su alrededor, y un holograma del planeta Tollan en

frente, dónde se indicaban millones de puntos rojos.

—Están usando alguna clase de dispositivo de distorsión

espacial para crear señales falsas por todo el planeta —dijo 03.

—Por eso no hemos podido localizar el portal y destruirlo con

un bombardeo orbital —confirmó Thor—. Tampoco hemos logrado aislar la señal de

interferencia; esta se adapta a todos nuestros intentos de anularla.

Sospechamos que Anubis está usando replicadores —explicó Thor.

«Ese Goa’uld en verdad está demente», pensó Daniel. Pero si

había algo que los Asgard nunca pudieron superar, fueron las defensas

informáticas de los replicadores, por lo que Daniel podía entender que si

Anubis quería asegurar la posición de su Stargate, lo mejor que podía hacer,

sabiendo que los Asgard llegarían hasta allí, sería usar replicadores como

parte de sus planes de ocultación.

—Sí, es un programa demasiado complejo. No puedo superarlo

—dijo 03, y Daniel parpadeó ante su rápida rendición, pero Thor lució alarmado,

abriendo mucho sus ojos.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó Thor.

—Usaré el sistema de armas antirreplicante. Deja de intentar

bloquear mi acceso; sé que esta nave cuenta con uno de esos —dijo 03.

—El arma antirreplicante ya ha sido probada; algunos blancos

fueron eliminados, pero luego la señal se multiplicó. Anubis debería ser

consciente de esta tecnología —dijo Thor.

—Si no sirve de nada, deja de intentar bloquear mi acceso a

ella. Puedo emplearla de otra forma —dijo 03.

—¿De qué otra forma? —preguntó Thor.

—De una forma que será efectiva para superar a los

replicadores de Anubis. Me estás haciendo perder el tiempo —replicó 03.

—Debo confesar que darte acceso a nuestro sistema de armas no

me genera confianza —admitió Thor.

—Los Asgard y su empeño en defender a los causantes de esta

guerra tampoco me generan confianza, por lo que no voy a dar explicaciones

—replicó 03.

Daniel sacudió la cabeza y se apresuró a intervenir antes de

que sus aliados empezaran una pelea.

—Hmmmmm… —carraspeó Daniel, y primero miró a Thor—. Thor, 03,

¿hay alguna forma de trabajar de forma independiente con el sistema de armas

antirreplicantes? —preguntó Daniel. Thor y 03 le miraron.

—Puedo crear un subsistema aparte —dijo Thor de mala gana.

—Si este subsistema está aislado del resto y se me da acceso

para ser borrado luego de su uso, puedo trabajar con ello —dijo 03 de mala

gana.

—Hecho —dijo Thor.

—Comenzaré a trabajar en este momento, avisaré en cuanto esté

listo para neutralizar la interferencia y retomar el control del Stargate —dijo

03, y cortó la comunicación.

Daniel suspiró mentalmente. Como la batalla espacial

supervisada por Thor estaba estancada, él fue a ver cómo iba el despliegue de

tropas, donde los generales se habían dado cuenta del impasse y del intento de

pelea entre sus aliados, pero no habían dicho nada.

El holograma dividido en decenas de zonas objetivo seguía

desplegado para los generales, y Daniel podía ver a la nave de Thor liberando

las cápsulas para el descenso, ya que no se podía usar el as de teletransporte

Asgard fuera de la nave y sus escudos.

Daniel se preguntó dónde estaban Jack, Sam y Teal’c, mientras

veía los hologramas mostrar las cápsulas descendiendo en las diferentes zonas.

Como Thor anticipó, no había defensas antiaéreas…

Una alarma sonó, interrumpiendo los pensamientos de Daniel.

—Es una llamada de la flota Goa’uld, ellos no verán nuestro

despliegue táctico, solo a mí —dijo Thor y abrió la comunicación.

En pantalla, apareció un Goa’uld que Daniel ya conocía, y de

hecho, lo había conocido justo en ese planeta, solo que antes servía a Apophis.

—Asgard, permites que especies inferiores luchen tus batallas

—se quejó Zipacna, que estaba sentado en un trono Goa’uld que llevaba la marca

de Anubis.

—Goa’uld, a diferencia de ti y los tuyos, los Asgard tenemos

aliados —dijo Thor con indiferencia—. No puedes ganar esta batalla. Si te

rindes, aceptaré que tus tropas se retiren —ofreció Thor, pero Zipacna se rio.

—Asgard, los guerreros Kull son invencibles, solo envías a

estos cerdos humanos a morir —se burló Zipacna y cortó la comunicación.

Daniel hizo una mueca. A veces dudaba de la inteligencia de

los Goa’uld, pues si los humanos eran cerdos, ¿no significaba eso que a los

Goa’uld les gustaba verse como cerdos?

Aclaraciones técnicas:

Los escudos Asgard no son más fuertes que los de los Goa’uld,

como se mencionó, los bombarderos no son efectivos, porque los Asgard ya los

han tenido en cuenta, y diseñaron sistemas de armas avanzados para evitar que

los Al’kesh se acerquen a sus naves. Los ha’tak tienen gran potencia de fuego,

pero la clase O’Neill de los Asgard cuenta con los ases de partículas, que son demasiado

para un ha’tak aunque tenga escudos mejorados.

Los Asgard no son los humanos, ellos pueden diseñar un arma

efectiva contra la armadura de los guerreros Kull, y también buscar un método

efectivo para combatirlos. Aún así, como se ha mostrado, estos guerreros Kull

no son los mismos que en la serie original, porque su creador, Anubis, posee

una tecnología mucho más avanzada, y él no dudaría en usarla en sus

supersoldados. En el siguiente capítulo seguiremos viendo más diferencias en

los guerreros Kull.

Ya se hablará en capítulos posteriores de la tecnología que

usa 03 para atravesar escudos, aunque ya muchos deberían imaginar que tecnología

es, y no, los otros replicadores humanos no pueden usarla, de eso también se

hablara en capítulos posteriores, solo lo menciono aquí, para que sepan que no

he pasado por alto explicarlo.

 

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