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Chapter 94 - Capítulo 23: La operación

Volkhov respiraba con dificultad. El dolor punzante de los microchips aún latía en su cabeza, y ahora estaba a punto de someterse a algo mucho peor.

Ryuusei se pasó la lengua por los labios, con una mezcla de emoción y concentración. De su cinturón sacó dos dagas con hojas de un negro profundo, tan oscuras que parecían tragarse la luz a su alrededor.

—Estas son mis dagas de teletransportación… pero hoy, las usaré como bisturí. —Hizo girar las armas entre sus dedos, como si fueran una extensión de su propio cuerpo. Luego, sacó un trapo y las limpió minuciosamente, asegurándose de que no quedara ni una sola mancha.

Volkhov sintió un escalofrío.

—Genial… en serio, qué higiénico de tu parte. —gruñó, intentando aliviar su propio miedo con sarcasmo.

Ryuusei ignoró el comentario y giró la cabeza hacia los heraldos comunes, que esperaban en silencio.

—Escuchen. Vigilen la zona. Si alguien se acerca, no los maten, solo asústenlos.

Los heraldos asintieron y se dispersaron en la oscuridad.

Aiko, que había estado observando con una mezcla de interés y diversión, se acercó a Volkhov y le colocó ambas manos en los hombros.

—Bueno, grandote, espero que no te muevas mucho… o esto se pondrá aún más feo.

De repente, lo sujetó con fuerza sobrehumana.

—¡Oye, qué demonios…! —intentó quejarse, pero Aiko aumentó la presión en su agarre.

—Tranquilo, Volkhov. Solo es por tu seguridad.

Ryuusei se inclinó frente a él con una sonrisa burlona.

—Te veo tenso. ¿Qué pasa, no confías en mí?

Volkhov le lanzó una mirada asesina.

—¡Maldito lunático, vas a abrirme el pecho con cuchillos!

Ryuusei dejó escapar una carcajada.

—Vamos, Volkhov, no seas dramático. Es solo una cirugía menor…

Volkhov sintió su corazón latir con fuerza.

—Agh… dime al menos cómo funciona esta maldita piedra antes de cortarme.

Ryuusei suspiró con fingida paciencia.

—Bien, bien, te lo explicaré. La piedra de regeneración hará que nunca mueras de forma convencional. Si alguien te corta una extremidad, se regenerará. Si te disparan en la cabeza, volverás a la vida. La única forma de matarte será abriendo tu pecho, sacando la piedra y destruyéndola.

Volkhov apretó los dientes.

—Genial… entonces básicamente soy inmortal, pero con una debilidad ridícula.

Ryuusei se encogió de hombros.

—La zona del pecho será extremadamente dura. Solo alguien con superpoderes podría extraer la piedra. Pero bueno… ahora que ya sabes cómo funciona…

Se colocó las dagas en posición.

—Empecemos la operación.

Volkhov no tuvo tiempo de reaccionar.

En un movimiento rápido y preciso, Ryuusei hundió la primera daga en su pecho.

El filo negro se deslizó entre las costillas como si su piel y carne fueran mantequilla.

—¡AAAAAAAAAHH!—

El grito de Volkhov retumbó en el bosque. Su cuerpo entero se sacudió violentamente, pero Aiko lo sostuvo con más fuerza, inmovilizándolo.

—¡Mierda, mierda, mierda! ¡JODEEER!

Ryuusei no se detuvo. Con una precisión quirúrgica, hizo un corte en forma de cruz, separando lentamente la piel y los músculos.

Sangre caliente brotó como una fuente, manchando sus manos y las ropas de Volkhov.

—Tienes un corazón fuerte, Volkhov… pero necesito abrir más.

Tomó la segunda daga y comenzó a cortar la carne con más profundidad.

El dolor era insoportable. Volkhov sintió que su mente se volvía borrosa, sus ojos comenzaron a lagrimear por la pura agonía.

Podía ver sus propias costillas expuestas, abiertas como las fauces de un monstruo.

—Tranquilo, ya casi llegamos. —murmuró Ryuusei, con una precisión espeluznante.

Finalmente, tras cortar las últimas capas de tejido, su mano entró en la cavidad torácica de Volkhov.

Su corazón latía violentamente entre sus dedos.

—Bien… ahora, vamos a colocar la piedra.

Con la otra mano, Ryuusei levantó el cristal negro con vetas carmesíes y lo introdujo en la herida abierta.

En cuanto el cristal tocó el corazón de Volkhov, un espasmo recorrió todo su cuerpo.

—GAAAAAAHHH!

El dolor se multiplicó. La piedra parecía arder dentro de él. Cada vena, cada arteria, cada nervio gritaba de dolor.

Volkhov sintió que su visión se volvía blanca.

Ryuusei mantuvo su mano dentro de su pecho por unos segundos más, asegurándose de que la piedra se integrara completamente.

Cuando sintió que el órgano comenzaba a latir con una fuerza sobrehumana, sacó sus manos empapadas de sangre.

La herida comenzó a cerrarse… lentamente.

Volkhov jadeó, sintiendo su cuerpo regenerarse de forma grotesca.

Su carne se reconstruía sola, los músculos volvían a su sitio, la piel se cerraba sin dejar cicatriz.

Su respiración era errática. Su mente seguía en shock.

Ryuusei sonrió.

—Felicidades, Volkhov… ahora eres un verdadero heraldo.

Volkhov cayó de rodillas, aún temblando, mirando sus manos llenas de sangre.

—Maldito… enfermo… —murmuró con la voz rota.

Aiko le dio unas palmaditas en el hombro.

—Te acostumbrarás.

Ryuusei solo sonrió de lado.

—Bienvenido a la nueva era, Volkhov.

Volkhov seguía de rodillas en el suelo, con la respiración pesada. Su pecho, aunque regenerado, aún ardía con el recuerdo del dolor. El sudor y la sangre cubrían su piel mientras su mente intentaba procesar lo que acababa de suceder.

Ryuusei, con una sonrisa despreocupada, se limpió las manos en la ropa de un heraldo común que estaba cerca.

—Bueno, míralo por el lado bueno. Al menos no vas a sufrir como yo a la hora de regenerarte.

Volkhov levantó la cabeza, mirándolo con odio.

—¿Cómo que "como tú"?

Ryuusei se encogió de hombros.

—Digamos que mi regeneración es… diferente. —Hizo una pausa, como si buscara las palabras adecuadas—. Cuando mi cuerpo se regenera, cada parte de mi sistema nervioso experimenta el dolor de forma simultánea. Es como si me quemaran vivo desde dentro cada vez que me curo.

Volkhov sintió un escalofrío.

—Eso es… horrible.

—Sí, lo es. —respondió Ryuusei sin perder la sonrisa— Pero tú no tendrás ese problema. Tu regeneración es perfecta. Así que no te quejes tanto.

El recién convertido heraldo bajó la mirada.

No sabía si sentirse agradecido o más aterrado aún.

—Bien. Eres el primer integrante. —continuó Ryuusei, cambiando de tema— Si mal no recuerdo, aún nos faltan unos 7 u 8.

Aiko, que había estado observando en silencio, apoyó la espalda contra un árbol y cruzó los brazos.

—¿No crees que eso tomará años?

Ryuusei giró la cabeza y sonrió con confianza.

—Tal vez… pero lo haremos rápido.

Volkhov frunció el ceño.

—¿Y cuál es el siguiente paso?

—Primero que nada, tenemos que salir de este bosque.

Los tres miraron a su alrededor. Los árboles eran altos, frondosos, y la noche oscura hacía que todo pareciera más peligroso. El frío invernal ruso se hacía sentir con crudeza, y la nieve crujía bajo sus pies con cada movimiento.

—Después, conseguiremos un avión y saldremos de Rusia.

Volkhov dejó escapar una carcajada seca.

—¿Ah sí? ¿Y cómo demonios planeas hacer eso?

Ryuusei suspiró con burla.

—Hombre de poca fe…

—No es falta de fe, idiota. Es sentido común. —espetó Volkhov—. Rusia está llena de vigilancia militar, aeropuertos controlados, y gente que nos estará buscando. ¡Somos criminales, por si no lo recuerdas!

—Sí, sí, lo sé. —respondió Ryuusei, rascándose la nuca— Será difícil.

Los tres quedaron en silencio por unos segundos.

El viento helado soplaba entre los árboles, trayendo consigo un escalofrío que no solo venía del frío, sino también de la incertidumbre de lo que vendría después.

—Bueno… —dijo Aiko finalmente— Si va a ser difícil, al menos hagámoslo con estilo.

Ryuusei sonrió.

—Exacto.

Volkhov cerró los ojos por un momento, suspirando profundamente. No había vuelta atrás.

—Está bien… ¿Cuál es el plan?

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