Cherreads

Chapter 8 - ¡Me estrellé con la pared y conocí a la familia más rara del campo!

Caminamos un poco más, y mi cuerpo comenzó a sentirse extraño.

Era como si algo… no, alguien… me estuviera llamando desde algún lugar más allá de las colinas.

Mis manos estaban frías, pero al mismo tiempo sudaban. El corazón me latía con fuerza, como si presintiera que algo importante estaba por suceder.

—Así que tú eres el chico… el que ella eligió. Jamás imaginé que sería el nieto del hombre que la traicionó. Pero bueno… siempre ha sido así de impredecible. —dijo Ailany, con una mirada nostálgica, como si estuviera recordando una historia de hace cientos de años.

—Oye, ¿de qué estás hablando…? Me estás asustando un poco… —respondí con una sonrisa nerviosa.

Ella solo me sonrió y, con un tono casi juguetón, añadió:

—No es nada. Lo entenderás pronto.

—S-Sí… claro… —intenté reírme, pero lo único que salió fue otra sonrisa forzada.

"¿Esta chica estará bien…?"

No quiero terminar involucrado con una familia con… problemas místicos y mentales.

Quiero creer que el abuelo no me mentiría… pero no estoy cien por ciento seguro de que esta granja realmente exista.

"Lo sé, abuelo… si me estás viendo desde allá arriba, seguro estás diciendo ‘No esperaba eso de ti, Haruki’… pero dime… ¿de verdad existe esta granja? ¿Y por qué nunca me hablaste de ella si éramos tan cercanos y pensabas dejármela…?”

Seguimos caminando en silencio. Yo no me atrevía a preguntarle nada más. Tenía miedo de que me respondiera con otro acertijo raro y mi ansiedad subiera al techo.

Finalmente, llegamos a una pequeña granja. En la entrada, clavado en un árbol, había un letrero viejo que decía:

“Guardianes del pasadizo secreto de Uke Mochi.”

"Cada vez pienso más que debí buscar un trabajo primero..."

Me dejé llevar por el momento, por la emoción del misterio. Pero ahora que empiezo a tocar tierra de nuevo, me doy cuenta de que tal vez… solo tal vez… esto fue una idea estúpidamente impulsiva.

"¿En qué lío te metiste, Haruki…?”

El aire se sentía denso. No era miedo… era como si algo desde dentro de mí me empujara a seguir avanzando. Como si ese lugar me estuviera llamando sin usar palabras.

—Eres muy callado, ¿lo sabías? —comentó Ailany de repente, con tono casual—. Deberías empezar a cambiar eso… créeme, lo digo por tu propio bien.

—Y tú deberías dejar de hablar en acertijos… ¡das miedo! —pensé con el ceño fruncido.

—En fin… bienvenido a la granja de los Hanabira. —dijo con una sonrisa radiante, como si nada de lo anterior hubiera pasado.

—Hmm… es un poco pequeña. Pensé que sería más… grande. Sin ofender.

—¡Oye! No todos tenemos dinero de sobra como tu familia, ¿sabes? —infló ligeramente las mejillas y me lanzó una mirada ofendida.

—Ehh… sí, tienes razón. Perdón. Fue solo mi primera impresión… —me rasqué la cabeza y sonreí torpemente.

—Sou ka… Bueno, vamos. Te presentaré a mis abuelos, pero te advierto: no digas cosas así frente a ellos. Se ofenden rápido, y además ya están algo mayores, ¿entendido?

—¡Hai! —respondí casi en reflejo, con una reverencia automática.

Entramos y ella anunció con energía:

—¡Tadaima~!

—Obaa-chan, Ojii-chan. Ya llegó el invitado que estaban esperando.

Yo me quedé afuera, esperando...

Un minuto pasó… luego otro… luego tres.

"¿Pero qué hace allá adentro? ¡Ya debería haber dicho que estoy aquí!"

Comencé a moverme inquieto. Odiaba esperar. Me ponía de los nervios. Abuelo, en eso sí que nos parecíamos.

Entonces, vi algo en el aire.

Un ave… pero no cualquier ave. Era pequeña, con plumas que cambiaban de color bajo el sol, y que soltaba brillitos que se deshacían antes de tocar el suelo.

"¿Estoy alucinando…?"

Me froté los ojos. Y cuando volví a mirar… ¡estaba en mi hombro picándome el cuello!

—¡Wahh! ¿¡Cómo llegaste ahí!? —me sacudí asustado, y al hacerlo, tropecé con una maceta.

—¡No puede ser…! —fue lo último que grité antes de estrellarme contra la pared de madera de la casa…

…y atravesarla.

La madera crujió como una galleta vieja y me fui directo al suelo del interior. Levanté la cabeza entre pedazos de tabla, con los ojos aún cerrados.

—Genial… primera impresión, destrozando la casa de los abuelos de la chica. ¡Perfecto, Haruki!

—Oye, no todos somos millonarios… —repetí en voz baja con sarcasmo—. Pero esto ni para fogata sirve. ¿Cómo demonios viven aquí?

Me sacudí el polvo de encima y abrí los ojos…

…y ahí estaban.

Ailany.

Sus abuelos.

Los tres.

Observándome.

Sin decir palabra.

Yo parpadeé varias veces.

—Eto… gomen nasai —dije con una vocecita nerviosa, intentando sonreír como si nada hubiera pasado.

Ailany seguía inmóvil, como si su alma hubiera abandonado su cuerpo.

Sus abuelos me miraban como si acabaran de presenciar un terremoto en cámara lenta.

Y el ave…

…bueno, el ave se fue volando como si nada.

El silencio se volvió tan espeso que podía escuchar mis propios pensamientos gritar: "¡Corre, Haruki, corre!"

Pero mis piernas no se movían.

—E-esto… no es lo que parece… —intenté romper el hielo con una risa forzada.

La abuela fue la primera en reaccionar. Dio un paso al frente con su bastón en mano, lo golpeó contra el suelo y me miró fijamente. Sus ojos… eran afilados, como si pudieran leer cada pensamiento que cruzaba por mi mente.

—¿Así que tú eres el chico del que hablaba mi nieta…?

—¡S-sí! Digo… creo que sí… probablemente…

—Hum… —cerró los ojos, como si estuviera evaluando mi alma—. No pareces gran cosa.

"Auch."

—Obaa-chan… —murmuró Ailany, aún con la cara pálida—. No lo asustes, apenas acaba de llegar.

—¿Y ya está rompiendo la casa? ¿Así de entusiasta es con las visitas? —añadió el abuelo, con una risita seca.

Tenía una barba tan larga que parecía que escondía una espada antigua entre sus pliegues.

—¡Fue un accidente, lo juro! ¡La madera estaba débil! ¡Ni siquiera toqué tan fuerte! ¡Culpen al ave mágica!

Todos me miraron.

Sí, incluso el ave mágica… que ahora estaba posada en el hombro de la abuela.

¿Cómo diablos regresó tan rápido…?

—Ya veo… —dijo la abuela con una sonrisa que me heló la sangre—. Tienes suerte. A esta casa no le quedan muchos días en pie. Un golpe más, y se cae sola.

—E-eso me hace sentir mejor… supongo.

—No es un cumplido, niño.

"Me retracto. Tengo miedo. Mucho miedo."

—Bueno, basta de bromas —interrumpió el abuelo con voz firme—. Si viniste hasta aquí, es porque el momento se acerca.

Uke Mochi no llama a cualquiera. Y tú… tú pareces más perdido que uno de esos pollos que se meten al granero equivocado.

—¿Uke Mochi… me llamó? ¿Cómo si fuera… una persona?

El abuelo me miró con seriedad.

—Más que una persona. Es un alma… un mundo entero. Y tú, muchacho, estás parado en la entrada.

Sentí un escalofrío.

Mi corazón empezó a latir de nuevo con esa fuerza extraña.

—¿Q-qué se supone que significa eso?

—Significa que hoy dejarás de ser solo Haruki el indeciso. Y te convertirás en algo más… o en nada.

¿O en nada…?

Ailany suspiró con fuerza y me palmeó el hombro.

—Eso no ayudó nada, Ojii-chan. Haruki, no lo escuches. Siempre habla como si fuera el guardián de un templo ancestral.

—¡Porque lo soy! —exclamó el abuelo levantando el bastón con orgullo.

—¡No, eres un abuelo que vende miel en los mercados! —replicó Ailany, cruzándose de brazos.

—¡La miel es un arte sagrado cuando proviene del néctar de Uke Mochi!

—¡Ay dioses…!

Me quedé mirándolos discutir, atrapado entre lo absurdo y lo increíble.

Y sin saber por qué…

…por primera vez en mucho tiempo…

…me sentí como en casa.

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