Cherreads

Chapter 6 - Capitulo 5

Perderlo enseña que las

puertas no se cierran, se transforman.

—¿La ayudo a subir las cosas, señorita? —preguntó el taxista. Negué, así que dejó las cajas en la entrada del edificio.

Cargué una caja y comencé a subir las escaleras, dejando las otras dos cajas y dos maletas con mis pertenencias para después. Pronto sería la unión por el registro civil y tendría que mudarme lo antes posible con este tipo. Odiaba las escaleras; subir al segundo piso y llegar hasta el departamento fue como ver la gloria. No lo digo por el sujeto que se encontraba tirado en el suelo mirando unos papeles.

—Sabes, esto es muy irónico —dije sarcástica, buscando las llaves en mi gabardina.

—¿Irónico? Tengo una hora esperándote, esto no es gracioso —parecía molesto. Yo sonreí al verlo molestarse—. Ya abre la puerta, tengo que seguir trabajando.

Busqué por los dos bolsillos que tenía, pero la llave no estaba. Se me borró la sonrisa cuando confirmé que no estaba en ningún lado, ni en mi bolso, ni en los bolsillos de la gabardina. Dejé la caja en el suelo y puse mi mano en mi boca para tapar la sorpresa que sentía.

Yo, una mujer que nunca se descuida de nada, que desde pequeña jamás ha perdido nada, ni un juguete, ni siquiera un lápiz, he perdido las llaves de la casa de este hombre.

—¿Por qué no abres la puerta? —preguntó, levantándose junto a sus papeles. Quité la mano de mi boca y lo miré, seria.

—¿Prometes no molestarte? —sus cejas se fruncieron, tal vez era un sí—. Esta mañana, antes de irme al trabajo, metí las llaves en el bolsillo de mi gabardina. No está. Las llaves no están.

—¿Es una broma? —negué—. ¿Qué mierda hiciste? Tengo que buscar unos documentos que están allí adentro antes de las 3 y tú acabas de extraviar la única llave que hay.

Se veía muy molesto, y sí, fue un error y lo entiendo. Es algo que ni yo misma me creía; no era tan distraída para dejar las cosas tiradas así por así.

—Lo siento mucho, sí, no fue mi intención —traté de explicarle, pero no me dejó hablar.

—Llamaré al cerrajero, pero tú pagas —se veía bastante molesto, así que no dije nada más y solo bajé a buscar mis cosas.

Era evidente que era alguien propenso a molestarse rápidamente; sin embargo, todos cometemos errores ocasionalmente. Entendía su molestia, pero no era para exagerar de esa manera por algo que podía solucionarse.

Subí la última maleta mientras Axel permanecía en silencio junto a la puerta, absorto en la lectura de algunos papeles que parecían llenos de números. Intenté echar un vistazo, pero no entendía nada; tal vez fuera contador o algo así. Después de subir mis cosas sola, ya que el señor Kiernan estaba demasiado molesto como para ayudar, incluso después de que me quejé frente a él.

Organicé mis dos cajas y dos maletas contra la pared, dejando el pasillo despejado, y me senté al lado de la puerta, cruzando las piernas con conciencia de que llevaba falda. Axel estaba al otro lado, concentrado en lo suyo... realmente sé que no debería importarme, habíamos acordado ocuparnos de nuestros propios asuntos, pero no pude evitar preguntarme qué trabajo tendría él. Un hombre como Axel seguramente tenía un trabajo exigente si tenía que levantarse a las 5 de la mañana para trabajar, además de encontrar tiempo para su entrenamiento físico y su cuidado personal.

Hice una mueca de molestia al darme cuenta de lo que estaba pensando. Tenía muchas otras cosas en las que concentrarme además de especular sobre el trabajo de Axel; ningún trabajo era fácil, especialmente si pertenecías a la clase baja. Saqué mi celular del bolso y revisé los dos mensajes que tenía: uno de Cameron y otro del hospital de mi abuela.

Decidí leer primero el mensaje del hospital, pensando que podría ser importante. Era solo una notificación de que habían pagado el tratamiento de mi abuela, lo cual era una buena noticia. Luego, miré el mensaje de Cameron y noté cómo la sonrisa desaparecía de mi rostro.

Lo llame inmediatamente. Mientras me alejaba un poco de Axel, quien no parecía prestar atención a mi llamada. "Que a sucedido"

Cameron guardó silencio por unos momentos antes de responder con voz dura: "Lo siento, Hazel. La decisión ya está tomada. No puedo hacer nada al respecto."

Me quedé sin palabras, sintiendo una mezcla de incredulidad y frustración. "Pero... ¿por qué, Cameron? No puedes hacer esto. Lo que hiciste fue injusto", insistí, mis emociones empezando a desbordarse.

"Lo siento, Hazel. No hay nada más que pueda decirte", fue todo lo que respondió

"No voy a rogar por mi trabajo de vuelta, porque sé que no está en mi poder eso, y tú conoces mi carácter; aunque lo necesite, no me humillaré", contesté con firmeza, sintiendo cómo la indignación se acumulaba dentro de mí. "Pero quiero saber por qué. Estabas de acuerdo con mi idea, todo iba bien hasta ahora... ¿por qué cambiaste de opinión de repente?"

Cameron suspiró con un tono condescendiente, como si estuviera explicando algo obvio.

"Tu idea es buena, no lo niego. Pero también tengo que pensar en mis propios intereses. No necesito mantener a una secretaria a la que pago el doble que a un empleado estándar. Ahora que tienes esposo, puede ayudarte en lugar de depender de este trabajo. Además, eres joven y capacitada; seguro encontrarás otro trabajo fácilmente" dijo con una frialdad que me hizo contener la respiración para no decir algo que lamentaría después.

La frustración me invadía. Cameron no solo despreciaba mi trabajo, sino que también menospreciaba mis esfuerzos y mi contribución.

"No me estás pagando el doble que a nadie, Cameron. Soy mucho más que una simple secretaria. He sido tu mensajera, tu secretaria personal y de la editorial, tu camarera, y hasta tu contadora personal. He estado ahí para ti en cada paso del camino, y ahora esto es lo que obtengo a cambio" , dije con voz firme, luchando por mantener la calma mientras sentía que todo se desmoronaba a mi alrededor.

Cameron pareció reflexionar por un momento antes de responder. "Lo siento si te sientes así, pero mis decisiones son finales. Ya te he dicho lo que necesitas saber", dijo, como si esperara que eso fuera suficiente para zanjar la conversación.

"A parte ya tienes esposo puedes ser ayudada por él, además eres joven encontrarás otro te trabajo" de que hablaba por que de repente decía eso...entonces recordé lo de hace poco

"Cameron, ¿por qué mencionas de la nada a mi esposo? Espero que esto no sea algo de interés personal, porque de lo contrario te denunciaré con recursos humanos", dije con firmeza, aunque mi corazón latía con fuerza. Sabía que esa era la verdadera razón detrás de su decisión.

"Hazel, hay familias, padres y madres solteras que necesitan más que tú el trabajo. Además, nadie te ayudará a denunciarme. Recuerda que soy el único que te apoya en la oficina", respondió con desdén.

Me quedé en silencio por un momento, asimilando sus palabras. Claro, él era el único que me "apoyaba" porque tenía intenciones ocultas. Todo se había aclarado en mi mente.

"Jódete", solté finalmente, sin poder contener mi ira, y colgué el teléfono. Mi cuerpo temblaba de rabia y frustración.

Mi labio tembló y sabía que no debería llorar por esto, pero tenía demasiado coraje. Tres años de mi vida dedicados a esa porquería de editorial para que al final me echaran por una estupidez así. Necesitaba el trabajo porque era lo único que tenía que había ganado por mí misma. Solté un sollozo, pero no lloré. No dejé que las lágrimas salieran de mí, uno porque era más fuerte que esto, dos porque igual tendría que renunciar en cualquier momento y tres... no había una tercera razón, simplemente no iba a llorar.

Caminé en dirección a la puerta, me senté con las piernas cruzadas en ese piso que, en efecto, estaba sucio, pero ya no me importaba ensuciarme allí. Los pensamientos se arremolinaban en mi cabeza, las injusticias, las noches sin dormir, los sacrificios que había hecho por ese trabajo. Sentía una mezcla de frustración y alivio, una extraña liberación que venía con la certeza de que no tenía que soportar más las insinuaciones de Cameron.

—¿Cameron? —comentó, lo miré y él seguía pegado a esos papeles. Los dejó sobre sus piernas y me miró—. ¿Qué? Te escuché sin querer.

—mi jefe—Axel levantó una ceja—. Ese hijo de... perdón, Cameron acaba de despedirme.

me quedé sin palabras. Él no continuó la conversación y yo no estaba de ánimos para tratar de continuarla

—Buenas tardes, ¿usted fue el que llamó al cerrajero? —comentó un señor.

—Sí, soy yo —habló Axel, levantándose—. A mi esposa se le han perdido las llaves y necesitamos entrar.

—¿No son muy jóvenes para estar casados? —preguntó el cerrajero. El anciano nos miró a ambos; en realidad, sí éramos un poco jóvenes para ya estar casados.

—Dicen que mientras más pronto, mejor —contestó Axel, extendiendo su mano para que pudiera levantarme. Se la acepté y me levanté.

—¿Recién casados? —volvió a preguntar el señor al notar las cajas y maletas.

—Señor, ¿puede por favor hacer su trabajo y no hacer tantas preguntas? —respondí un poco impaciente. Era incómodo casarme con un desconocido y tener que presumirlo a los cuatro vientos que ya tengo esposo.

El cerrajero frunció el ceño, pero se dispuso a trabajar en la cerradura

—Lo siento, señorita —contestó el señor, comenzando a hacer su trabajo. No quería hacerlo sentir mal, pero desde que acepté este teatro no he podido parar de preguntarme por qué Dios me estaba haciendo esto. ¿Acaso era tan malo nacer del pecado de otros?

—Qué brava —susurró Axel a un lado mío, sacándome de mis pensamientos.

—Qué molesto —le respondí en otro susurro.

Mostró una sonrisa y se fue a recoger sus cosas, observando atentamente al hombre hacer su trabajo. En cuestión de minutos, el hombre sacó una herramienta. No soy experta, pero según lo que estaba viendo, introdujo una llave en la cerradura y golpeó con el martillo haciendo presión con la llave hacia la izquierda.

No pasó mucho tiempo antes de que el hombre lograra abrir la puerta. El primero en entrar fue Axel, quien con prisa comenzó a buscar los papeles que tanto deseaba. Tomé las dos maletas que estaban afuera y las llevé al cuarto. No tenía ganas de doblar mi ropa, así que solo dejé las maletas debajo de la cama. Me senté en esta, revolviendo mi cabello y sacando la camisa que estaba metida debajo de mi falda.

Me quité mis botas y me deshice de la gabardina. Necesitaba estar cómoda para pensar con más claridad sobre lo que debía hacer. Estaba a un paso de lograr que la editorial saliera a flote. No sé por qué me preocupaba tanto si se hundía o no; ya no era parte de esto.

Fui en busca de las cajas y, para mi sorpresa, ya estaban adentro. El señor y Axel bajaban las dos últimas.

—¿Cuánto es? —. Quería descansar hasta mañana y buscar una manera de solucionar mi problema de trabajo.

—Ya el señor me pagó, no se preocupe. Ya me voy —respondió el hombre, agarrando su caja de herramientas. Sonrió y salió del departamento—. Otra cosa, tendrán que cambiar la manija.

—Sí, gracias —sonrió amablemente Axel. El señor cerró la puerta detrás de él al salir.

El lunes pasado estaría revisando papeles inútiles que a nadie le importaban, pero aun así me sentía útil. No me sentiría como una mujer que se casó por temas familiares, no me sentiría como una intrusa en una casa que desde ahora era mía. Perdí mi dignidad, mi trabajo y a mi papá, a quien tenía perdido desde hace mucho, pero ahora siento que lo perdí más. Siento que todo me iba mal, que todo estaba hecho un lío y que nada se podría solucionar de una manera fácil.

—¿Por qué te casaste con alguien que ni conocías? —mis ojos se cristalizaron, la vida no me podía joder más. El hecho de aceptar esto fue en base a que me sacrificaría por mi abuela y mi papá. No tenía nada, lo perdí.

Axel me miraba en silencio, ni él mismo entendía por qué se había casado con una desconocida, pero aun así lo aceptó. Me di la vuelta para ir al cuarto que ocupaba, no saldría de allí hasta que me divorciara de este tipo. O hasta que mi abuela pueda recuperarse. Mi padre, por otra parte, no sé cómo mierda podré explicarle esto si solo paraba borracho y drogado.

Mientras caminaba hacia mi cuarto, sentí una mezcla de impotencia y resignación. No sabía cuánto tiempo más podría mantener esta fachada. Al llegar a la cama, me dejé caer, sintiendo el peso del mundo sobre mis hombros. Tenía que encontrar una manera de salir de esta situación, de recuperar mi vida, mi dignidad

More Chapters