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One Piece: Harold Snow

Sonrisa_Oscura
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Synopsis
"Odio la nieve" Harold Snow alguien que lo perdió todo y vive en un eterno agobio por su poder camina por el mundo de One Piece en busca de algo...
Table of contents
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Chapter 1 - Capitulo 1

/Isla desconocida del Nuevo Mundo/

Una tormenta de nieve arropaba una pequeña isla en la cual nunca dejaba de nevar. La luz del sol tenía un color blanco debido a la dispersión de Mie, y sus habitantes no conocían el color original del sol. 

¿¿Habitantes?? Bueno, ahora mismo no se podría considerar una isla poblada; después de todo, sólo queda él.

Más adentro de la isla, una persona se hallaba: un chico de no más de 15 años, con ojos negros y un distintivo cabello blanco. Unas ojeras acompañaban sus ojos, dándole profundidad a su rostro inexpresivo, junto a una piel pálida, probablemente por el frío.

Este chico era Harold Snow¹, y en ese momento caminaba por la nieve con una katana negra colgada a su cintura. Sus pasos no dejaban huella, como si no pesara nada. Una emoción vacía se notaba en él, mientras sus ojos buscaban algo entre la tormenta.

Un abrigo blanco hueso con capucha de plumas, unas botas marrones y unos pantalones holgados negros lo protegían del frío intenso mientras avanzaba.

Entonces llegó a su destino. Muchas cruces de tablas se hallaban ante él: antiguos vecinos, amigos, maestros y... familiares estaban allí, enterrados bajo la misma maldita nieve que los mató.

Hoy se conmemoraban cinco años desde el incidente que dejó a Harold huérfano y solo.

Harold se arrodilló ante las tumbas frente a él. No lloró. Ya había llorado suficiente durante estos cinco años. Ya no valía la pena.

Harold sacó un relicario de su pecho, y al abrirlo, una foto de dos hermosas mujeres y un hombre de cabello blanco se mostró. Harold alzó la mirada con una expresión complicada y limpió ligeramente la nieve de tres tumbas.

Reina Snow: Madre de la familia Snow

Rita Snow: Hija mayor de la familia Snow

Hansel Snow: Padre de la familia Snow

—Descansen en paz.

Una expresión complicada se formó en su rostro, pero no lloró. Agachó la cabeza y entrelazó los dedos, formulando con su boca palabras imperceptibles.

Tras terminar, Harold dio una última mirada a las tres tumbas anteriores y luego a las cientos de tumbas que alguna vez tuvo que cavar con sus propias manos y lágrimas.

—Probablemente no pueda volver en un buen tiempo —susurró para sí con voz un poco ronca mientras se marchaba.

...

Luego de un rato de caminata, Harold repentinamente se detuvo. Un atisbo de ira pasó por sus ojos y sus manos se dirigieron a su cintura en busca de su katana.

Una hermosa katana con un tsuka (cabo) rojo, un menuki (ornamento) de un águila, un fuchi (forro del cabo) blanco, una tsuba dorada y un filo completamente negro².

Harold desenvainó su katana. Sus manos temblaban ligeramente, pero aguantó y apretó la empuñadura con fuerza, listo para enfrentar a esas criaturas malditas. Esas cosas que viven de la nieve, generadas por lo que sea que se encuentre en el centro de esta isla.

"Monstruos de la Nieve"

Bestias tan antiguas como la nieve misma. Están hechas completamente de hielo, por lo que la mejor forma de matarlas es con fuego o destruyendo un núcleo helado en su interior. No tienen forma específica, solo imitan la apariencia de algo que ya existió y buscan destruir cualquier cosa que posea calor: esencialmente, seres vivos.

Una silueta se vio a lo lejos. La nieve se abrió paso revelando una figura parecida a un lobo, acechando.

Harold no vaciló ni un segundo. Con un paso fuerte al suelo, despegó hacia adelante. Un cráter se formó bajo su pie y en menos de un segundo ya estaba frente al lobo.

¡Swing!

Un rápido corte apagó la vida del lobo, que se deshizo en nieve. Pero incluso después de verlo, Harold no se relajó. Solo miró al frente, donde el anterior atisbo de odio creció hasta volverse molestia.

Ante él, cientos de sombras blancas como la anterior se alzaban. Como dictaba la ley: los lobos andan en manada. Calmándose, Harold suspiró y se preparó para la batalla.

Los lobos se abalanzaron sobre él a toda velocidad. Harold levantó su katana ante el rostro y cerró los ojos:

—Danza del Forastero Antártico, Primer paso: Espada en Calma.

Cuando los lobos saltaron, Harold abrió los ojos.

¡Swing! ¡Swing! ¡Swing!

Suaves cortes atravesaron los pechos de los lobos en el aire mientras Harold, con expresión serena, se mantenía en el centro del caos.

A medida que más lobos llegaban, Harold cambió de postura y se agachó.

—Danza del Forastero Antártico: Segundo paso: Asalto Rabioso.

¡BOOM!

El suelo se rompió y Harold avanzó entre los lobos lanzando cortes que dejaban grietas en el suelo. Era un caos sincronizado, una coreografía de destrucción.

A pesar del terreno devastado, aún quedaban lobos vivos. Harold se preparó para finalizar. Tocó el suelo con la punta de su katana, cerró los ojos.

—Danza del Forastero Antártico, Tercer paso: Ecos de la Espada.

Los últimos lobos intentaron rodearlo, pero sin moverse, todos se deshicieron en nieve antes de alcanzarlo.

Los ojos fríos de Harold se abrieron. Sin más, envainó su katana y retomó su camino hacia su base.

...

Minutos después, Harold llegó a lo que parecía una cabaña. Al abrir, se acercó al comedor y se sentó, dejando escapar toda la tensión de su cuerpo.

Los monstruos no eran muy inteligentes. Solo sabían atacar, y la madera de la que estaba hecha la casa no dejaba escapar el calor ni dejaba entrar el frío, volviéndolo indetectable desde afuera.

La cabaña tenía una apariencia simple: una sala con muebles de madera y un comedor. Varias plantas con efectos únicos decoraban los rincones; dos fotos similares a las del relicario colgaban de la pared, junto a una tercera donde aparecía un Harold más joven con toda su familia.

La sala estaba conectada a una cocina simple, con lo básico para sobrevivir —menos una nevera, ya que los alimentos de esta isla necesitaban calor más que frío para mantenerse.

Harold entró en la cocina y comenzó a preparar su comida: carne de unos pocos animales salvajes y vegetales que habían adquirido un tono rojizo, en contraste con el clima.

Luego de cenar, se dirigió a la habitación: una cama, un guardarropa y una mesita de noche.

Harold se quitó la ropa, quedando solo en bóxers. Su figura mostraba a una persona fornida, con músculos bien definidos pero no exagerados. Varias cicatrices recorrían su pecho, espalda y piernas. Sus dedos tenían un tono azulado, pálido, y estaban llenos de callos y heridas: el recuerdo físico de su pasado.

Acostándose en la cama, Harold cerró los ojos y murmuró:

—Mañana empezará mi travesía hacia la cima. Veremos qué demonios eres.

Y se quedó dormido.

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Espacio del Autor

¹Quizás estés confundido por el formato occidental, pero digamos que su isla seguía ese estilo. Después de todo, One Piece tiene muchas etnias.

²Sé que las katanas tienen más partes, pero si me enfoco en eso tomaría todo el capítulo. Mejor solo menciono lo más importante.

Originalmente esto iba a ser una Novela Original, pero no tengo tiempo así que la adapte a One Piece.