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Chapter 10 - Capítulo 10: "La Tormenta Se Acerca"

La tranquilidad de la iglesia abandonada se rompió al amanecer, cuando un tenue rayo de luz se filtró a través de los vitrales rotos. Akihiko abrió los ojos lentamente, su cuerpo aún adolorido por el combate de la noche anterior. Podía sentir cómo el fragmento del Fruto pulsaba en su interior, como si tuviera vida propia, un recordatorio constante de la carga que llevaba.

Kaede, sentada cerca de la entrada con su arma en mano, se giró hacia él. "Dormiste demasiado. Tenemos que movernos."

"¿Y Hartmann?" preguntó Akihiko, incorporándose.

"Está revisando los mapas. Cree que hay otra entrada al Árbol cerca de la frontera. Dice que necesita tiempo para confirmar." Kaede hizo una pausa antes de añadir: "Pero no podemos quedarnos aquí mucho más."

Akihiko asintió, su mente ya calculando los próximos pasos. El refugio temporal que habían encontrado no duraría. Las mafias los estarían rastreando, y cada segundo que pasaba los ponía más cerca del peligro.

Un Mensaje en la Oscuridad

Mientras Hartmann examinaba los mapas en una mesa improvisada, algo en la expresión del profesor llamó la atención de Akihiko. Había una mezcla de miedo y fascinación en sus ojos mientras murmuraba para sí mismo.

"¿Qué encontraste?" preguntó Akihiko, acercándose.

Hartmann levantó la vista, sus manos temblorosas sosteniendo un pergamino antiguo. "Esto no estaba aquí antes. Es como si hubiera aparecido entre los papeles."

Akihiko tomó el pergamino y lo desplegó. Estaba escrito en un idioma arcano, pero las imágenes eran claras: representaban al Árbol del Edén, rodeado de figuras encapuchadas que sostenían armas y artefactos. En el centro, una figura solitaria alzaba un fruto brillante, que Akihiko reconoció al instante como el Lux Aeterna.

Kaede se acercó también, observando por encima de su hombro. "Esto parece una advertencia."

Hartmann asintió. "El Lux Aeterna no solo es un arma de poder absoluto. También es una llave. Una llave para desatar algo que no comprendemos."

Akihiko frunció el ceño. "Si es una advertencia, ¿qué se supone que debemos hacer con ella?"

Antes de que Hartmann pudiera responder, un fuerte ruido sacudió la iglesia. Las puertas principales se abrieron de golpe, y un grupo de hombres armados entró, liderados por una figura imponente con un traje perfectamente cortado y una cicatriz que cruzaba su rostro.

El Enemigo a la Vista

"Así que este es el prodigio del Vacío," dijo el hombre, su voz grave resonando en la iglesia. "Akihiko Sora, el chico que ha causado tantos problemas a las mafias del mundo."

Akihiko dio un paso adelante, su katana lista en su mano. "¿Y tú quién eres?"

El hombre sonrió con frialdad. "Puedes llamarme Kazuo. Represento a la Alianza Negra. Y estoy aquí para tomar lo que es nuestro por derecho."

Kaede levantó su arma, apuntando directamente al líder. "Si crees que vamos a rendirnos tan fácilmente, estás equivocado."

Kazuo levantó una mano, deteniendo a sus hombres. "No estoy aquí para destruirlos... aún. Estoy aquí para ofrecerles una oportunidad. Entr para ofrecerles una oportunidad. Entr\u00eguenme el fragmento del Lux Aeterna, y les dejaré vivir."

Akihiko entrecerró los ojos. "¿Y qué harás con él?"

Kazuo sonrió de nuevo. "Hacer lo que ustedes no pueden. Domar al Árbol y usar su poder para traer un nuevo orden al mundo."

Hartmann intervino, su voz firme. "No puedes controlar el Árbol. Nadie puede."

Kazuo soltó una carcajada. "Eso es lo que dicen los perdedores. Ahora, ¿cuál es su respuesta?"

La Decisión

Akihiko cerró los ojos por un momento, sintiendo el peso de la decisión que tenía frente a él. Podía sentir el fragmento vibrar en su pecho, como si también estuviera esperando su elección.

"La respuesta es no," dijo finalmente, abriendo los ojos con determinación. "El poder del Lux Aeterna no pertenece a nadie. Y no dejaré que caiga en manos de alguien como tú."

Kazuo suspiró. "Una lástima. Entonces supongo que no tenemos más remedio que matarlos."

La batalla que siguió fue caótica. Akihiko y Kaede lucharon codo a codo, enfrentándose a los hombres de Kazuo con una ferocidad implacable. Hartmann, aunque no era un combatiente, usó sus conocimientos para activar trampas ocultas en la iglesia, derrumbando partes del techo y bloqueando las salidas para limitar el número de enemigos.

Kazuo, mientras tanto, observaba desde la distancia, evaluando cada movimiento de Akihiko. Cuando finalmente decidió entrar en acción, demostró ser un oponente formidable, bloqueando los ataques de Akihiko con una facilidad sorprendente.

"Eres bueno, chico," dijo Kazuo mientras sus espadas chocaban. "Pero aún te falta mucho para enfrentar a alguien como yo."

Akihiko apretó los dientes, usando el poder del Vacío para aumentar su velocidad y fuerza. Sin embargo, cada vez que lo hacía, sentía que el fragmento drenaba más de su energía, como si estuviera exigiendo más de él a cambio de su poder.

El Sacrificio

Cuando la batalla llegó a su clímax, Hartmann hizo un descubrimiento crucial en los mapas. "¡Akihiko!" gritó. "Hay una forma de sellar el fragmento. Pero necesitas tiempo."

Akihiko asintió, bloqueando otro ataque de Kazuo. "¡Hazlo, profesor!"

Kaede cubrió a Hartmann mientras él preparaba el ritual. Sin embargo, justo cuando estaban a punto de completarlo, Kazuo lanzó un ataque devastador, rompiendo la barrera que los protegía.

En el último momento, Akihiko se interpuso, recibiendo el golpe de lleno. Aunque su cuerpo estaba gravemente herido, el poder del Vacío lo mantuvo de pie. "Esto no termina aquí," dijo, con una voz que resonaba con una fuerza sobrenatural.

Con un último esfuerzo, Hartmann completó el ritual, creando una explosión de energía que obligó a Kazuo y sus hombres a retirarse. Sin embargo, el costo fue alto. Akihiko cayó al suelo, inconsciente, mientras el fragmento brillaba intensamente en su pecho.

Un Nuevo Comienzo

Cuando Akihiko despertó, se encontró en un lugar desconocido. La luz del sol se filtraba a través de un denso follaje, y el aire estaba impregnado con el aroma de flores desconocidas. Intentó levantarse, pero su cuerpo se sentía pesado, como si hubiera cargado con un peso inmenso.

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