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Chapter 96 - Capítulo 24: Un Plan Descabellado

El silencio se hizo pesado entre los tres. Aiko y Volkhov miraban a Ryuusei con incredulidad.

—¿Nos tenemos que entregar? —preguntó Volkhov, frunciendo el ceño.

—Exacto. —respondió Ryuusei con una sonrisa confiada—. Dame tu arma, Volkhov.

El ruso apretó los dientes.

—¿Para qué?

—Para dispararte a sangre fría. —dijo Ryuusei, como si fuera lo más normal del mundo—. Quiero que te hagas el muerto.

Volkhov sintió que su paciencia estaba al límite.

—¡¿Qué clase de jodido plan es ese?!

Aiko, en cambio, suspiró y apoyó una mano en su cadera.

—Déjalo terminar de hablar.

Ryuusei levantó un dedo.

—Gracias, Aiko. Como decía… voy a entregarte al presidente. Al menos para que crea que cumplí mi misión de llevarte vivo o muerto.

—¿Y qué pasará después? —preguntó Volkhov, aún escéptico.

—No sé exactamente dónde llevarán tu cuerpo. Tal vez te encierren, te analicen, te arrojen a una fosa común… quién sabe.

Volkhov sintió que su enojo aumentaba.

—Ah, qué alentador…

Ryuusei lo ignoró y continuó:

—Aiko también se hará la muerta. Diré que nuestra regeneración era por tiempo limitado y que ella no pudo volver a la vida. Así engañaré a Dimitri.

—Dimitri… —murmuró Volkhov con desdén—. Ese maldito traidor.

—Sí, sí, ya lo mataremos después. —dijo Ryuusei, restándole importancia—. Luego de eso, hablaré personalmente con el presidente, le pediré disculpas y…

—¡¿Le pedirás disculpas?! —interrumpió Volkhov, incrédulo.

—Obvio, ¿cómo crees que voy a distraerlo?

Aiko dejó escapar una risita.

—Y cuando Volkhov y yo dejemos de hacernos los muertos… —continuó ella.

—Ustedes buscarán un avión pequeño o algo similar y listo. Plan perfecto.

Hubo un momento de silencio.

Volkhov se cruzó de brazos y lo miró con cara de pocos amigos.

—Este es el peor plan que he escuchado en toda mi vida.

Ryuusei sonrió con tono burlón.

—Oh, vamos. No seas tan negativo.

Aiko asintió con fingida emoción.

—Sí, Volkhov. ¡Mira qué plan tan maravilloso!

Volkhov rodó los ojos y bufó.

—Van a matarnos.

—Nah. Todo saldrá bien.

—¿Cómo estás tan seguro?

Ryuusei se encogió de hombros.

—No lo estoy. Pero es nuestra mejor opción.

Volkhov miró el arma en sus manos. Luego miró a Ryuusei.

—Eres un maldito lunático.

—Y tú ahora trabajas para mí, así que bienvenido al circo.

Volkhov suspiró profundamente.

—...Que el demonio me lleve.

Ryuusei sonrió de oreja a oreja.

—¡Ese es el espíritu!

Ryuusei abrió los ojos con una sonrisa burlona.

El frío seguía intenso, pero hoy era el día del gran plan.

Se giró hacia Volkhov, que aún dormía profundamente, y le dio un leve codazo.

—Buenos días. ¿Listo para el plan?

Volkhov ni siquiera tuvo tiempo de responder.

¡BANG!

Ryuusei le disparó a sangre fría en la cabeza.

El ruso cayó al suelo como un saco de papas.

Aiko, que estaba sentada limpiando su espada, lo miró con una expresión neutral.

Ryuusei giró la pistola hacia ella y, con tono amable, le preguntó:

—¿Lista, Aiko?

—Sí.

¡BANG!

Cayó sin quejarse.

Ryuusei suspiró, estiró los brazos y, con toda la calma del mundo, cargó los cuerpos de ambos sobre sus hombros.

—Bueno… ahora a cruzar esta maldita nieve.

El camino fue silencioso al principio. Solo el viento y el crujido de la nieve bajo sus pies.

Pero, como si la suerte jugara en su contra, algo apareció en el horizonte.

Un enorme oso pardo.

Ryuusei se detuvo en seco.

El oso lo miró.

Ryuusei lo miró de vuelta.

El oso gruñó.

Ryuusei suspiró y, en tono aburrido, dijo:

—Oso malo. No te quiero matar, pero vete a otro lado.

El oso rugió más fuerte.

—Oso… No hagas esto.

El oso se puso en posición de ataque.

—Te lo advierto, hermano oso…

El oso se lanzó contra él.

—¡¡AY, CARAJO!!

Ryuusei salió corriendo con los dos cuerpos en los hombros.

El oso lo persiguió.

—¡Esto no es parte del plan! ¡¿Por qué siempre me pasan estas mierdas?!

El animal seguía corriendo detrás de él, cada vez más cerca.

—¡NO QUIERO MATARTE, MALDITA SEA!

El oso rugió.

—¡TAMPOCO QUIERO QUE ME MATES A MÍ!

El caos se extendió por horas.

Día siguiente.

Ciudad de Moscú.

Ryuusei, con su máscara puesta, finalmente llegó.

Cargaba los dos cuerpos inertes, caminando entre las calles nevadas.

Un montón de civiles empezaron a notar la escena.

—¡Miren eso!

—¡Está cargando dos cuerpos!

—¡Llamen a la policía!

Los reporteros aparecieron como ratas oliendo queso.

—¡Señor! ¡Señor! ¿Quién es usted?

—¡¿Esos cuerpos están vivos?!

—¡¿Qué está pasando aquí?!

Ryuusei, con una expresión seria detrás de la máscara, suspiró.

—Hora del show.

La multitud se acumulaba a su alrededor, los reporteros empujaban con micrófonos y cámaras, ansiosos por captar cada detalle.

Ryuusei, aún con su máscara del Yin-Yang, miró con calma a la multitud y habló con voz firme:

—¿No me recuerdan? Soy Ryuusei, el que les prometió traer a Volkhov vivo o muerto.

Un murmullo recorrió el lugar.

—¡Es él!

—¡La máscara del Yin-Yang!

—¡Fue tendencia en toda Rusia!

El reconocimiento fue inmediato. El asesino de asesinos, el hombre que había prometido justicia.

Pero Ryuusei levantó una mano, pidiendo silencio.

—Pero en estos momentos no quiero hablar.

Su voz sonaba grave, cansada, como si la misión hubiera cobrado un alto precio.

Señaló el cuerpo de Aiko en su hombro.

—Mi amiga Aiko murió en batalla.

La multitud enmudeció.

—Solo quiero ver al presidente… que vea que cumplí mi misión.

Un murmullo de conmoción y tristeza se esparció entre los civiles.

Pero un reportero entre la multitud rompió el silencio con una acusación:

—¡Ryuusei nos traicionó! ¡Se unió al criminal Volkhov!

Los murmullos cambiaron a un tono de desconfianza.

—¡Es cierto!

—¡Nunca lo había visto con Volkhov antes!

—¿Y si todo fue un engaño?

Ryuusei soltó una carcajada seca y luego respondió, con tono desafiante:

—Mentira. Todo fue parte de mi plan…

—Al final, lo maté.

El silencio se hizo de nuevo.

La duda seguía en el aire, pero Ryuusei no les dio tiempo de seguir cuestionando.

Un grupo de militares apareció.

Uno de los soldados gritó con autoridad:

—¡Ryuusei! ¡Súbase al auto de inmediato!

Otro agregó con seriedad:

—El presidente quiere hablar contigo.

Ryuusei soltó un suspiro pesado y dejó que los militares lo escoltaran.

Mientras se subía al auto con los cuerpos de Volkhov y Aiko, una sonrisa burlona se dibujó bajo la máscara.

—Primera parte del plan: completada.

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