—¿Un tal Ryuusei, dices? —repitió Amber Lee, su mirada fija en Aiko—. Nunca he oído ese nombre. ¿Debería conocerlo? Dada tu insistencia y la forma en que lo mencionas, supongo que no es un cualquiera. ¿Qué clase de hombre envía a un guerrero con una espada y a un gigante silencioso a negociar por un artefacto familiar?
Aiko la miró directamente a los ojos. —Quizás lo conozcas por otro medio. ¿Has visto alguna vez un video viral… uno que circuló hace poco? Un tipo enmascarado, con una máscara que representa el Yin y el Yang, luchando contra el héroe número uno del mundo. ¿Te suena de algo?
Una expresión de sorpresa, mezclada con un atisbo de reconocimiento, cruzó fugazmente el rostro de Amber Lee. Sus ojos ámbar se entrecerraron mientras intentaba recordar. —Un video… sí, recuerdo algo. Fue hace unas semanas, ¿no? Un enfrentamiento en Tokyo… El tipo de la máscara era increíblemente rápido y poderoso. Se decía que nadie lo había visto antes pero perdió porque se fue corriendo con un cuerpo moribundo.
—Ese es Ryuusei —confirmó Aiko—. El hombre que nos envía.
Amber Lee guardó silencio durante un momento, procesando esta nueva información. La imagen del enmascarado luchando contra el héroe más poderoso del planeta era algo que había captado su atención brevemente, incluso en su mundo de sombras y secretos. La habilidad y la audacia de ese individuo habían sido innegables.
—Así que… el hombre detrás de esa máscara es quien está interesado en el legado de mi abuela —murmuró Amber Lee, con un tono que revelaba una creciente curiosidad—. Eso cambia las cosas. Ese enfrentamiento… fue algo sin precedentes. Demostró un poder… inusual.
—Él es… especial —añadió Arkadi con una sonrisa misteriosa—. Y tiene sus razones para querer ese artefacto. Razones que, como hemos dicho, podrían alinearse con las tuyas.
Amber Lee volvió su mirada hacia Arkadi, su interés ahora claramente picado. —¿Qué clase de razones? ¿Qué tiene que ver un hombre con ese tipo de poder con un artefacto que mi abuela escondió en los túneles de esta ciudad?
—La profecía que mencioné —intervino Arkadi—. Habla de un equilibrio que debe mantenerse. Ese artefacto… podría ser clave para ese equilibrio. Ryuusei está tratando de evitar que fuerzas oscuras lo desestabilicen.
Amber Lee suspiró, llevándose una mano a la barbilla mientras pensaba. La revelación de la identidad de Ryuusei había añadido una nueva capa de complejidad a la situación. Ya no se trataba de un desconocido enviando emisarios. Se trataba del hombre que había desafiado al héroe número uno del mundo, un individuo envuelto en misterio y poder.
—Bien —dijo finalmente, su mirada volviendo a Aiko—. Me han dado algo en qué pensar. El hecho de que Ryuusei esté involucrado… lo hace todo más… interesante. Pero eso no significa que confíe en ustedes.
Se dirigió a sus hombres armados con un gesto. —Desháganse del cuerpo. Y estén alerta. Parece que nuestros pequeños problemas de herencia acaban de complicarse.
Volvió su atención al trío. —Los túneles, dijeron. Conozco algunas entradas seguras que estos… aficionados no han encontrado. Podemos ir ahora. Pero mantengan sus manos a la vista y no intenten ninguna jugada. Estoy dispuesta a cooperar… por ahora. Pero mi paciencia es tan volátil como algunos de mis venenos.
Aiko asintió. —Entendido. Estamos aquí por el artefacto y por la ayuda que puedas ofrecernos. No tenemos intención de traicionarte.
Volkhov permaneció en silencio, su mirada observando atentamente a Amber Lee y a sus hombres. Arkadi sonrió, su ojo blanco brillando con anticipación.
Amber Lee se movió con una agilidad sorprendente, recogiendo una mochila de cuero que estaba apoyada contra una de las cajas. —Síganme. Los túneles no esperan. Y hay muchas cosas que aún necesito saber sobre este tal Ryuusei y sus… métodos.
Con la tensión aún palpable, el grupo comenzó a moverse hacia una de las paredes del almacén, donde Amber Lee accionó un mecanismo oculto que reveló una estrecha entrada que descendía hacia la oscuridad. El aroma a tierra húmeda y a misterio ancestral emanaba del agujero. La búsqueda del artefacto, y la conexión entre la Reina del Veneno y el enigmático Ryuusei, estaban a punto de adentrarse en las profundidades olvidadas de Hong Kong.
...
Amber Lee fue la primera en descender por la angosta abertura, moviéndose con la gracia sigilosa de un felino. Aiko la siguió de cerca, con su katana firmemente sujeta, mientras Volkhov, a pesar de su tamaño, se movía con sorprendente agilidad por el estrecho pasaje. Arkadi cerró la marcha, su único ojo brillando en la penumbra mientras murmuraba un encantamiento para iluminar el camino.
El aire en los túneles era húmedo y frío, con un olor terroso y un ligero hedor a moho. Las paredes de piedra estaban cubiertas de líquenes y musgo, y el suelo era irregular y resbaladizo. El único sonido era el eco de sus pasos y el goteo ocasional de agua.
Mientras avanzaban por los oscuros pasadizos, Amber Lee rompió el silencio. —¿Así que este Ryuusei… es tan poderoso como pareció en ese video? ¿Qué clase de poder posee?
Aiko asintió. —Es… difícil de describir. Es rápido, increíblemente fuerte y tiene una habilidad para manipular la energía… como nunca he visto.
—¿Energía? —preguntó Amber Lee, con un matiz de interés científico en su voz—. ¿De qué tipo? ¿Algo que pueda replicarse?
Volkhov negó con la cabeza. —No lo creo. Es… diferente. Algo más… visceral.
Arkadi añadió con su tono críptico habitual: —Es el equilibrio entre la sombra y la luz. El caos y el orden. Un torrente de potencial apenas contenido.
Amber Lee lo miró de reojo, con una ceja alzada. —Siempre hay un místico en el grupo, ¿verdad?
—La sabiduría antigua a menudo ofrece perspectivas que la ciencia moderna aún no comprende —respondió Arkadi con una sonrisa enigmática.
—Volviendo a Ryuusei —insistió Amber Lee—. ¿Cuál es su objetivo final con este artefacto? ¿Por qué es tan importante para él?
Aiko dudó por un instante, eligiendo cuidadosamente sus palabras. —Él cree que el artefacto es una pieza clave para evitar un gran desequilibrio en el mundo. Hay fuerzas oscuras moviéndose, tratando de obtener poder, y él está tratando de detenerlas.
—¿Fuerzas oscuras? —repitió Amber Lee con un tono escéptico—. Suena a un cuento de hadas para niños. En mi experiencia, el poder siempre tiene motivos más… tangibles.
—A veces, las mayores amenazas son las que no se pueden ver —replicó Volkhov con seriedad.
Continuaron avanzando por los túneles, que se volvían cada vez más estrechos y laberínticos. Amber Lee, a pesar de sus preguntas, se movía con una familiaridad que sugería que ya había explorado estos pasadizos antes. Señaló un desvío a la izquierda.
—El mapa de mi abuela indica que el artefacto está más adelante, en una cámara antigua. Pero hay trampas. Muchas trampas.
De repente, un silbido agudo resonó en el túnel. Amber Lee se detuvo en seco, levantando una mano para detener a los demás. —¡Cuidado!
Del techo, justo encima de ellos, cayeron varias redes finas pero increíblemente resistentes, diseñadas para atrapar a cualquier intruso. Aiko reaccionó rápidamente, cortando las cuerdas de la red que la amenazaba con su katana. Volkhov, con su fuerza bruta, simplemente rompió las mallas que lo envolvían.
Arkadi, sin embargo, quedó atrapado en una de las redes, que se tensó rápidamente, levantándolo del suelo.
—¡Arkadi! —exclamó Aiko.
Antes de que pudieran reaccionar, Amber Lee lanzó dos pequeños dardos que golpearon la red que atrapaba a Arkadi en puntos estratégicos, debilitando las fibras lo suficiente como para que el mago pudiera liberarse con un movimiento de sus manos, deshaciendo los nudos con un rápido conjuro.
—Gracias, señorita Lee —dijo Arkadi, aterrizando de nuevo en el suelo.
Amber Lee asintió con frialdad. —No me interesa que se conviertan en cebo. Necesitaré sus habilidades más adelante.
Continuaron avanzando, con Amber Lee ahora liderando el camino con mayor cautela. A medida que se adentraban más en los túneles, la sensación de antigüedad y misterio se intensificaba. Parecía que estaban caminando por las venas olvidadas de la propia ciudad, donde secretos ancestrales esperaban ser desenterrados. Y en medio de la oscuridad, la figura enigmática de Ryuusei seguía siendo un misterio intrigante en la mente de la Reina del Veneno.