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Chapter 42 - Capitulo 38

Después de alejarnos de la ciudad, nos adentramos en un paso rocoso en la montaña, donde comenzaron a aparecer los primeros monstruos. Como no queríamos perder tiempo, invoqué a Yamato y lancé tres potentes cortes hacia las criaturas, acabando con ellas al instante.

Según Merlín, se trataba de Mušḫuššu, una de las bestias demoníacas conocidas como los once descendientes de Tiamat, la Diosa Primordial y dragón babilónico.

Merlín siguió hablando sobre monstruos, pero nosotros simplemente continuamos nuestro camino sin prestarle demasiada atención.

—Chicos, quiero presentarles a alguien —dije mientras bajaba de mis hombros a Ana, quien bufó por mi acción.

Sonriendo, acaricié su cabeza antes de abrir una puerta de Babilonia, de la cual emergió Ala Muerte, quien se posó en mis hombros y observó al grupo con curiosidad.

—Les presento a mi gran compañero, Ala Muerte. Lo estoy criando como si fuera mi hijo —dije mientras lo tomaba con cuidado.

Luego, mirándolo fijamente, agregué:

—Ala Muerte, esta es tu hermana, Ana. Quiero que la protejas cueste lo que cueste.

Ala Muerte rugió con entusiasmo antes de saltar a los brazos de Ana, frotando su mejilla contra la de ella con cariño.

Ana comenzó a reír por la actitud juguetona del pequeño dragón, lo que hizo que todos sonriéramos con ternura.

Tras ese momento, coloqué a Ala Muerte de nuevo en mis hombros y reanudamos el camino.

Después de un tiempo, llegamos a una densa jungla, donde Merlín no paraba de quejarse.

—Lo bueno es que no nos hemos encontrado con ninguna bestia demoníaca en un buen rato —comenté, asintiendo para mí mismo.

De repente, Ana, Ala Muerte y yo sentimos un movimiento entre los árboles. Sin perder tiempo, bajé a Ana y le asentí, indicándole que estuviera en guardia.

—Según el mapa, Ur debería estar cerca de aquí… Puré de Dijon —murmuró Merlín.

—La próxima vez contratemos a un guía —se quejó.

—Esa es una gran idea, ustedes no durarían ni un día solos —dijo una voz desconocida mientras una silueta naranja se movía ágilmente entre los árboles.

—¿Y tú quién eres? —preguntó Fujimaru.

—Soy... Bueno, supongo que una linda chica.

—Ya sé lo que eres… una idiota —respondió Merlín con su característico sarcasmo.

—¡No soy un conejo! —exclamó la voz mientras aterrizaba frente a nosotros.

Siguiendo el juego, Merlín comenzó a decir algunas cosas extrañas, lo que provocó que la misteriosa figura terminara revelando su identidad: Jaguarman, la encarnación de la jungla.

Ana reaccionó rápidamente y se lanzó al ataque, pero Jaguarman esquivó con facilidad y, con una sonrisa desafiante, desapareció en la espesura.

—¿Qué demonios acaba de pasar? —pregunté con una gota de sudor en la frente.

—No lo sé... —respondió Fujimaru, igual de confundido que yo.

Poco después, llegamos a Ur. Parte de la ciudad había sido devorada por el bosque, pero lo positivo era que aún quedaba gente con vida en su interior, lo que nos llenó de alivio.

Fujimaru se acercó a una mujer que cargaba a un bebé y le informó que habíamos venido a rescatarlos. Sin embargo, ella respondió con tranquilidad:

—Ur es una ciudad segura. No necesitamos ser salvados.

Aquellas palabras nos dejaron perplejos.

Fujimaru nos pidió a Merlín, Ana y a mí que exploráramos los alrededores. Antes de irme, le guiñé un ojo y le susurré:

—Ataca.

Él se sonrojó al entender el doble sentido de mis palabras, lo que provocó que Merlín, Ana y yo nos riéramos de su expresión avergonzada mientras nos alejábamos.

Para facilitar la exploración, creé varios clones y me puse a investigar la ciudad por mi cuenta.

Salto temporal – 2 horas después...

—Merlín, Ana... ustedes también notaron algo extraño en su comportamiento, ¿verdad?

Ambos asintieron con seriedad. Merlín sugirió que fuéramos con Fujimaru para que, a la mañana siguiente, reuniera a todos los habitantes de la ciudad.

De camino al punto de encuentro, vimos a Fujimaru y Mash sentados juntos, observando el amanecer. La cercanía entre ellos era innegable.

Merlín se preparaba para interrumpirlos con uno de sus comentarios sarcásticos, pero lo detuve sujetándolo del brazo.

—Merlín, ¿qué tal si hacemos que se avergüencen en lugar de interrumpirlos? Mira, están a punto de besarse... Cuando lo hagan, crea flores a su alrededor y yo me encargaré de los fuegos artificiales.

[Relación Merlín +20] [40/50]

El ambiente se volvió más romántico. Fujimaru y Mash se miraban a los ojos, acercándose poco a poco.

Cuando sus labios finalmente se encontraron, Merlín conjuró rosas que giraron suavemente a su alrededor, mientras que yo hice estallar pequeños fuegos artificiales en el fondo.

—¡Vivan los novios! —gritamos al unísono.

Los dos se separaron de golpe, completamente sonrojados. Merlín, Ana y yo nos acercamos riendo.

—Quiero ser uno de los padrinos... y Merlín también —dije con una sonrisa.

Los rostros de Fujimaru y Mash estaban tan rojos que casi les salía humo por las orejas, lo que provocó que hasta Ana estallara en carcajadas.

[Relación Merlín +10] [50/50]

—Bueno, dejando las bromas de lado... Fujimaru quiere que mañana por la mañana reúnas a todas las personas en un solo lugar —le informé.

A la mañana siguiente, Fujimaru reunió a todos los habitantes de Ur frente a un antiguo templo, tal como lo había sugerido Merlín.

El día estaba lluvioso. Desde el interior del templo, una mujer salió para recibirnos. Su expresión era serena cuando preguntó:

—¿Qué desean saber?

Merlín dio un paso adelante.

—Queremos entender por qué no desean ser salvados y qué hace de Ur un lugar seguro.

De repente, dos jóvenes aparecieron detrás de la mujer y respondieron en su lugar:

—La jungla nos protege de las bestias demoníacas, siempre y cuando obedezcamos las reglas de la diosa del bosque.

Mash frunció el ceño y comentó:

—Ahora que lo pienso... No vimos ninguna bestia en la jungla cuando pasamos por allí.

Merlín cruzó los brazos y preguntó con tono serio:

—Si Ur es realmente segura, ¿por qué no han intentado ayudar a las personas de otras ciudades?

La mujer bajó la mirada.

—No es que no queramos...

—Ya entiendo —intervine con frialdad—. La jungla los protege mientras ustedes no hagan nada. Su plan es simplemente sobrevivir sin intervenir en lo que pasa afuera, ¿verdad?

Ella asintió en silencio.

—Entonces... ¿cuántos sacrificios han hecho? —preguntó Merlín, su rostro adoptando una expresión sombría.

Los habitantes de la ciudad se sobresaltaron al escuchar esas palabras.

—¿D-De qué estás hablando? —preguntó la mujer con nerviosismo.

Merlín mantuvo la mirada firme.

—Puedo notarlo. Hay menos hombres que mujeres en esta ciudad. Y como no han estado luchando contra ninguna amenaza, algo tuvo que haber sucedido.

Di un paso al frente y añadí:

—No tenían otra opción, ¿verdad? Ellos aceptaron para salvar Ur... Es decir, un sacrificio por día para Eridu. Eso es todo lo que necesita ese demonio para mantenerse satisfecho, ¿cierto?

Los habitantes guardaron silencio. Mash, por su parte, temblaba de furia.

—¿De verdad creen que esto es protegerse? —dijo con la voz cargada de enojo.

—Eso lo dicen porque no han visto a esa diosa... —respondió la mujer con una mirada sombría—. Ya no existe ningún lugar en Mesopotamia que respete la ética humana. Por favor, márchense...

Merlín suspiró, cruzándose de brazos.

—Haa... Va a ser difícil convencerlos o reunir información.

—Yo también me siento frustrado por la forma en que han decidido protegerse... —añadió Fujimaru, apretando los puños.

De repente, una voz interrumpió la conversación. Provenía de lo alto del templo.

—Me regañaron porque matar sacrificios ya no está de moda.

Ana frunció el ceño.

—¿Esa cosa tan extraña es una diosa?

La figura saltó con agilidad y aterrizó en medio de la plaza, despejada por los civiles que habían huido. Con una sonrisa confiada, se presentó:

—Así es. Soy la diosa del bosque, Jaguarman.

—No permitiré que se lleven a los sacrificios que trabajan en Eridu, o Kuku se enfadará.

—¿Kuku? —repitió Merlín, confundido.

—Sí, este es nuestro mundo... el de la Serpiente en Espiral. Ahora, desaparezcan, humanos que no poseen la gracia de los dioses.

Con un movimiento ágil, Jaguarman invocó una lanza, cuya punta no era convencional, sino una enorme garra de jaguar.

Mash y Ana reaccionaron de inmediato, invocando sus armas.

Jaguarman se lanzó contra Mash, quien bloqueó el ataque con su escudo. Ana intentó aprovechar la apertura para atacar, pero Jaguarman la contraatacó con una patada que la hizo volar por los aires. Antes de que pudiera reaccionar, la diosa apareció sobre ella y le asestó otro golpe, enviándola aún más alto.

Ana intentó contraatacar usando sus cadenas para inmovilizarla, pero Jaguarman las atrapó con facilidad y la estrelló contra el suelo. Sin embargo, Ana logró aterrizar con agilidad.

Jaguarman no le dio respiro. Se lanzó de nuevo contra Mash, quien bloqueó el golpe, pero fue despedida varios metros atrás. Sin perder el ritmo, la diosa empezó a saltar entre los edificios hasta llegar a la cima de una palmera.

Ana la persiguió rápidamente, pero Jaguarman giró en el aire y lanzó su lanza hacia ella. Ana logró esquivar el ataque justo antes de que la punta destruyera la copa de la palmera en un estallido de energía.

Antes de que pudiera reaccionar, Jaguarman apareció sobre ella y, con un poderoso golpe de mazo, la lanzó contra el suelo, levantando una enorme nube de polvo.

—Merlín... —murmuró Fujimaru, preocupado.

Merlín negó con la cabeza.

—No podemos vencerla sin otro espíritu divino.

Jaguarman cayó frente a ellos con una sonrisa burlona.

—Es cierto, lo mejor que pueden hacer es rendirse ante el poder de una diosa.

Antes de que pudiera hacer otro movimiento, Ana intentó atraparla con su cadena, pero Jaguarman la usó en su contra, jalándola con fuerza para hacerla caer a su lado.

Ana, arrodillada en el suelo, respiraba agitadamente.

—Es demasiado fuerte... —admitió entre jadeos.

Merlín se volvió hacia Fujimaru.

—Tienes que decidir rápido.

Fujimaru apretó los dientes, negándose a abandonar la ciudad y a su gente. Pero Mash, con una mirada firme, le pidió que eligiera.

Tras unos segundos de tensión, Fujimaru cerró los ojos y tomó su decisión.

—Nos vamos.

Merlín no perdió tiempo y usó su magia para teleportarnos lejos de Ur.

Jaguarman, de pie en la plaza, sonrió.

—Esto va a ser interesante...

Aparecimos bastante lejos de la ciudad. Me acerqué a Ana y comencé a curar sus heridas con mi chakra.

—La próxima vez te ayudaré y le daremos una paliza.

El rugido de Ala Muerte acompañó mis palabras. Ana simplemente sonrió por el comentario.

Mientras tanto, Merlín se dirigió a Fujimaru.

—Debemos regresar e informar al rey sobre nuestro descubrimiento.

Fujimaru asintió con pesar.

—Sí... Pero la próxima vez, los salvaré.

Con determinación en su mirada, se dio la vuelta y comenzó a caminar hacia Uruk.

Después de unas horas de viaje, finalmente llegamos a Uruk y nos dirigimos de inmediato a ver a Gilgamesh.

—Rey Gilgamesh, hemos vuelto —anunció Merlín.

El rey, sentado en su trono con su típica expresión de superioridad, nos miró con interés.

—Parece que habéis regresado de una pieza. Contadme, ¿qué habéis averiguado?

Fujimaru dio un paso al frente y explicó la situación.

—Cuando llegamos a Ur, encontramos gente viviendo allí, pero cuando intentamos convencerlos de venir a Uruk, se negaron. Nos explicaron que debían hacer un sacrificio diario para evitar que las bestias demoníacas atacaran la ciudad. Intentamos persuadirlos de nuevo, pero entonces apareció un espíritu divino que nos enfrentó. No tuvimos más opción que retirarnos de manera repentina.

Gilgamesh asintió con semblante serio.

—No ha sido un éxito, pero habéis traído información muy útil. Ahora id a descansar mientras encuentro una solución para este problema.

Sin decir más, asentimos y nos retiramos a la base para descansar.

A la mañana siguiente, mientras desayunábamos tranquilamente, la puerta se abrió de golpe y Gilgamesh entró en la habitación.

Fujimaru casi se atragantó con su comida antes de levantarse de golpe.

—¡Rey Gilg—!

—No grites, ¿quieres que Siduri venga corriendo? —lo interrumpió el rey con fastidio.

—Lo siento... pero si ha venido usted en persona, eso significa que ha ocurrido algo.

Gilgamesh sonrió con arrogancia.

—Simplemente quería cambiar un poco la rutina. Regocíjate, Fujimaru Ritsuka, pues hoy te daré tu asignación personalmente.

La tarea era examinar el agua del Golfo Pérsico.

Íbamos montados en una carreta, con Fujimaru y Mash guiándola en la parte delantera. Lo que nos sorprendió a todos fue que Gilgamesh nos acompañaba, sentado cómodamente en el interior de la carreta. Yo también estaba dentro, pero en el otro extremo.

Pero antes de llegar a este punto, expliquemos cómo sucedió.

Tras salir de la base, Gilgamesh decidió recorrer Uruk con nosotros. Mientras caminábamos, los ciudadanos no podían ocultar su sorpresa al verlo.

—Aquí en Uruk usamos burros para el transporte. Veréis burros tirando carretas y cargando jarras de agua. Ya hice arreglos especiales para vosotros. ¡Qué maravilloso trabajo! ¡Qué consideración! —dijo con una expresión exagerada de autosatisfacción—. Sois gente tan problemática que me habéis obligado a venir hasta aquí.

—Muchas gracias —respondió Mash con una leve reverencia.

Gilgamesh miró a su alrededor y alzó la voz con autoridad.

—¡Todos, mantengan sus manos ocupadas! ¡Llenen esta ciudad de vida un día más!

Los ciudadanos respondieron con alegría, apresurándose a continuar con sus labores.

En el camino, Gilgamesh se detuvo al notar a un grupo de niños jugando a un juego llamado Marcha del Héroe.

Se parece mucho al shōgi... pensé mientras lo observaba.

Gilgamesh se inclinó y realizó un movimiento que le otorgó la victoria, dejando a los niños boquiabiertos.

—Sois niños muy inteligentes. Seguid entrenando y convertíos en grandes guerreros que enorgullezcan a esta nación. Eso es tan valioso como mis propios tesoros —declaró con orgullo.

Finalmente, Gilgamesh se volvió hacia nosotros.

—Apresurémonos, yo os acompañaré.

Mash, algo confundida, preguntó:

—Rey Gilgamesh, nos gustaría saber por qué ha decidido venir con nosotros.

El rey se encogió de hombros.

—Puede ser que quiera ver el mar.

—Entonces... ¿estás tomándote unas vacaciones? —preguntó Mash con una sonrisa.

—Chica tonta, no tengo tiempo para descansar. Si así fuera, no estaría en este viaje —respondió con desdén.

Mash suspiró.

—Ahora que lo pienso, ¿qué pasa con Siduri?

—Es fácil escabullirse de su vigilancia.

—Eso no me parece algo bueno... —murmuró Mash.

—Habla demasiado. Ahora, divertidme con una de vuestras historias habituales —ordenó el rey.

Nos detuvimos cerca de un árbol, y Mash y Fujimaru comenzaron a contar la historia de cómo se conocieron y las aventuras que habían vivido en cada Singularidad.

Al cabo de un rato, Gilgamesh bostezó con fastidio.

—Aburrido. Solo habláis de vosotros mismos. Pero veo que habéis tenido grandes aventuras.

—¿Rey Gilgamesh, usted recuerda todas sus batallas? —pregunté, intentando cambiar de tema.

—Sí... cada una de ellas. Batallas heroicas, guerras, enfrentamientos legendarios... —respondió con un tono melancólico.

Una idea cruzó mi mente.

—Creo que tengo algo que puede entretenerte.

Gilgamesh alzó una ceja, intrigado.

—Dime qué es esa cosa.

—Os mostraré una gran batalla.

—Ahora tienes toda mi atención.

Me levanté y, canalizando mi chakra, creé una gran cúpula de agua. La hice lo suficientemente densa para bloquear la luz, pero permitiendo la entrada de aire.

Gilgamesh observó con interés.

—Buen control del agua.

Mash y Fujimaru también estaban impresionados por la técnica.

Entonces, dentro de la cúpula, proyecté una batalla mediante un Genjutsu. En la "pantalla" de agua, apareció un hombre de piel pálida con seis Esferas de la Verdad flotando a su espalda, enfrentándose a un guerrero de aura roja, con un cuerpo cubierto de heridas y una postura inusual de Taijutsu.

El combate comenzó de inmediato.

El guerrero de aura roja se lanzó hacia su enemigo con una velocidad abrumadora. Cuando este intentó defenderse con su bastón, se vio cómo el arma se deformaba por la pura fuerza del ataque. La patada impactó con tal poder que el hombre de piel pálida escupió una gran bocanada de sangre y salió disparado hasta estrellarse contra un enorme árbol.

El aire se llenó de tensión mientras la nube de polvo se disipaba.

El guerrero de aura roja estaba completamente carbonizado, apenas capaz de mantenerse en pie. Mientras tanto, su oponente reía de manera maníaca, a pesar de haber perdido gran parte de su pecho y brazo izquierdo.

Como acto de respeto, el vencedor terminó con la vida del guerrero exhausto.

(Cambié el final porque, siendo realistas, Might Guy debería haber muerto tras usar la Octava Puerta. Que Naruto lo salvara le quitó todo el significado a su sacrificio.)

Cuando la batalla terminó, la cúpula de agua desapareció junto con la proyección.

Gilgamesh sonrió con satisfacción.

—Ha sido una gran batalla.

[Relación con Gilgamesh +10] (30/50)

—Sí, fue increíble —coincidieron Mash y Fujimaru, todavía emocionados por lo que acababan de presenciar.

Gilgamesh se puso de pie.

—Es hora de continuar con el viaje.

Nos subimos nuevamente a la carreta y retomamos nuestro camino.

Continuará...

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