Esta vez aparecí delante de un pequeño templo japonés, cuyas puertas abiertas parecían invitarme a entrar.
Al cruzar el umbral, me encontré en un largo pasillo cuyas paredes estaban cubiertas de inscripciones. Me sorprendió notar que podía leerlas con facilidad. Ahora que lo pienso, las anteriores estaban en griego o latín. Y lo más extraño... ¿cómo pude entender a Asterios si nunca he estudiado esos idiomas?
Debe de ser obra del sistema o un efecto de mi raza como Dios Dragón Exterior.
Sacudí la cabeza y seguí avanzando hasta llegar a una puerta corredera de tatami.
"Veamos qué tienen que contar estos pergaminos", murmuré, observando las inscripciones.
"En tiempos antiguos, los seres humanos miraban al cielo con temor e incertidumbre. No sabían qué les deparaba el mañana, y la sombra de la desesperación cubría la tierra. Un día, un grupo de sabios reunió su poder y ofreció un deseo a los dioses: 'Danos la capacidad de ver el futuro, para proteger a nuestro pueblo del desastre'.
Los dioses, compasivos pero también crueles en su sabiduría, enviaron un ser nacido del sol mismo. De las llamas divinas emergió Yatagarasu, el Cuervo Solar de Tres Patas, un ser con ojos dorados que brillaban como estrellas. Su mirada atravesaba el tiempo, viendo todos los destinos posibles.
Al principio, los humanos se regocijaron. Con su guía, evitaron guerras, hambrunas y enfermedades. Sin embargo, pronto descubrieron el precio de conocer el futuro. La verdad era insoportable: algunos estaban destinados a la gloria, pero otros a la tragedia inevitable. La desesperación los consumió.
Pero Yatagarasu no era un simple mensajero. Se alimentaba del caos que sus predicciones generaban. Cuanto más temían los humanos su destino, más poderoso se volvía. Las ciudades ardieron bajo su sombra, pues aquellos que conocían su muerte intentaban cambiar su destino, desatando guerras y masacres.
Los sabios, desesperados, comprendieron su error. Con un último acto de sacrificio, sellaron a Yatagarasu en un templo sagrado, oculto en lo más profundo de una montaña prohibida. Grabaron advertencias en sus muros:
'Quien desee ver el futuro, que esté listo para ser consumido por él'.
Desde entonces, Yatagarasu yace dormido, su fuego solar reducido a cenizas. Pero hay quienes dicen que, en noches de luna roja, su sombra aún sobrevuela el mundo, esperando el momento de romper su prisión y traer el caos una vez más."
—Parece que el sistema me ha traído directamente a su prisión —susurré, colocando mi mano sobre la puerta corredera, la cual estaba cubierta de sellos.
Al abrirla, me encontré dentro de una cueva oscura, iluminada solo por la luz de la luna que se filtraba entre las rocas.
El rayo de luz caía directamente sobre un enorme esqueleto de un pájaro de tres patas, cuyo cráneo tenía una tercera cavidad en la frente, destinada a un ojo. Sobre su frente, un papel de sellado aún permanecía intacto.
—Parece que este sello lo mantiene atrapado aquí. Bueno, mi misión es acabar con él, así que tendré que liberarlo.
Con un movimiento decidido, arranqué el sello de su frente. Inmediatamente, sentí un cambio en el ambiente. Recordando el relato, miré hacia la única fuente de luz de la cueva.
El blanco puro de la luna comenzó a teñirse poco a poco de un rojo ominoso. El suelo tembló y, de los huesos del cuervo, comenzaron a brotar llamas cada vez más intensas.
De repente, una gran explosión de fuego cubrió la cueva. Un estruendoso graznido sacudió el aire, haciendo que las llamas aumentaran en intensidad.
Entonces, todo el fuego se comprimió en un solo punto, formando la imponente silueta de una majestuosa ave de color naranja con tres ojos y tres patas. Era imponente, digno de un mensajero de los dioses.
—Mortal... ¿has sido tú quien me ha liberado? —su voz resonó como un trueno.
—Así es.
—Entonces dime, ¿qué deseas saber de tu futuro?
Sonreí con burla.
—Solo una cosa: ¿cuándo morirás?
Los tres ojos del ave se entrecerraron con furia.
—¿A qué te refieres? —rugió, su plumaje llameando con intensidad.
—Vamos, dime la verdad. ¿Eres realmente el cuervo de las profecías o solo inventabas predicciones para alimentarte del caos que generabas con el miedo de los humanos?
—¡Insolente mortal, no blasfemes contra mi nombre! —El fuego a su alrededor se intensificó.
—Tranquilízate, llamitas, o te dará un golpe de calor.
—¡No te burles de mí! —bramó Yatagarasu, desatando una nueva ola de llamas.
Sonreí con diversión.
—Parece que tendré que entrenar a mi próximo canario.
—¡Ya basta, mortal! Esta será tu última blasfemia. Tu castigo será la muerte.
Envolviéndose completamente en fuego, se lanzó contra mí con una embestida devastadora. El impacto nos sacó de la cueva, elevándonos al cielo nocturno.
Oleada 9: Yatagarasu – El Cuervo Solar de las Profecías
Me recompuse en el cielo mientras observaba a Yatagarasu acercarse a toda velocidad, su silueta envuelta en llamas danzantes. Con una sonrisa desafiante, activé mi Modo Chakra y cubrí mis brazos con Haki de Armamento.
—Ahora me toca a mí.—
En un instante, aparecí sobre él y le asesté un poderoso golpe descendente. La fuerza del impacto lo lanzó contra el bosque, arrasando los árboles y dejando un cráter humeante en la tierra.
"¡Increíble! Este humano posee una fuerza descomunal, incluso mayor que la mía. No importa… Aún soy más rápido y resistente", pensó Yatagarasu antes de impulsarse de vuelta al combate con furia renovada.
Aproveché su embestida para aparecer sobre él una vez más. Esta vez, lo sujeté firmemente por la cabeza y lo arrastré a través del aire, estrellándolo contra una montaña con tal fuerza que la roca se hizo trizas. El estruendo retumbó por todo el valle.
"¡No puede ser! ¡Es más rápido que yo! No tengo otra opción, debo acabar con él de un solo golpe", se dijo Yatagarasu, su determinación encendida por la desesperación.
Los escombros comenzaron a derretirse a su alrededor mientras su cuerpo se envolvía en llamas ardientes, alcanzando su máxima potencia. Luego se lanzó hacia mí como una estrella fugaz en llamas, dispuesto a acabar con la batalla en un instante.
Con tranquilidad, levanté mis manos y detuve su embestida, sujetando sus alas con firmeza. Su fuego abrasador rodeaba mis brazos, pero no sentía dolor alguno.
—¡Imposible! Tus manos deberían estar reduciéndose a cenizas por el calor de mis llamas.— exclamó Yatagarasu con incredulidad.
—¿Llamas? —respondí con sorna—. Pensé que era agua de lo fría que se siente. ¡Deja que te muestre lo que son verdaderas llamas!
Lo atraje hacia un abrazo mortal y desaté mi Elemento Combustión. Una explosión de fuego negro envolvió ambos cuerpos, devorando su fuego dorado y reduciendo su cuerpo a un esqueleto carbonizado. Sus chillidos se apagaron lentamente mientras la oscuridad consumía su esencia.
Con indiferencia, solté sus restos, dejándolos caer entre las ruinas del bosque. Pero antes de que pudiera celebrar la victoria, sus huesos resplandecieron con un nuevo fuego y, con una explosión cegadora, resurgió de entre las cenizas.
—¡Ja, ja, ja, ja! ¡Mortal necio! ¿De verdad creíste que podrías acabar conmigo tan fácilmente? Mientras la luna roja brille en el cielo, soy inmortal.
Yatagarasu reía con arrogancia, confiado en su victoria.
—Oh, ¿es así? —musité con una sonrisa que le hizo estremecer.
—¿Qué planeas hacer? —preguntó con una sombra de duda en su voz—. No importa lo fuerte que seas, tarde o temprano te cansarás, y yo seguiré aquí.
Sin responder, levanté mi dedo índice y concentré una descomunal cantidad de Energía de la Destrucción en la punta.
—¡Cero!—
El rayo oscuro atravesó el cielo y se estrelló contra la luna, desencadenando una explosión tan grande que el satélite fue borrado de la existencia. Un silencio sepulcral se extendió por el mundo mientras el resplandor de la destrucción iluminaba la noche.
Con las manos en los bolsillos, sonreí mientras observaba a Yatagarasu, cuyo rostro reflejaba puro terror.
—Hagamos un trato.
—… ¿Qué tipo de trato? —murmuró con voz temblorosa.
—Tienes cinco minutos para darme un solo golpe. Si no lo logras, acabare con tu vida.
—¿Y si lo consigo?
—No lo he pensado, porque no sucederá.
Antes de que pudiera responder, aparecí frente a él y le asesté una brutal patada, enviándolo a través de otra montaña que se desmoronó por el impacto.
Rápidamente, aparecí sobre él y le di un golpe de mazo que lo hizo atravesar la tierra, llegando hasta una caverna subterránea que había debajo de nosotros.
Yatagarasu, furioso, lanzó un rayo de fuego desde su pico. Simplemente envolví mi mano con mi viento divino y dividí su ataque a la mitad, conectándole un potente puñetazo que lo hizo chocar contra el suelo, provocando una gran destrucción.
Sin perder tiempo, lo levanté por la cabeza y lo arrastré por las paredes, estrellándolo una vez más contra el suelo.
—Han pasado dos minutos —dije con calma, antes de levantarlo nuevamente en el aire y conectar una patada que lo hizo atravesar el techo.
En un abrir y cerrar de ojos, volví a aparecer sobre Yatagarasu, dándole un puñetazo que lo envió volando hacia una ciudad destruida que se encontraba frente a nosotros.
Sabía que era más fuerte que yo, pero no pensé que la diferencia fuera tan grande. Ahora... ¿dónde estaba...?
Antes de que pudiera terminar de pensar, aparecí sobre él, cortando sus pensamientos al conectarle un golpe de martillo que lo hizo atravesar la carretera y llegar a las alcantarillas.
De repente, noté que todo a mi alrededor comenzaba a derretirse. Frente a mí, Yatagarasu apareció, envuelto en su fuego.
Con un fuerte graznido, creó un gran río de fuego que cubrió gran parte de la ciudad.
Yo simplemente atravesé su ataque, creando un gran círculo libre de fuego gracias a mi viento divino.
En ese momento, Yatagarasu apareció sobre mí, lanzándome una lluvia de bolas de fuego. Salte hacia los edificios, corriendo por ellos mientras eran destruidos por los ataques de Yatagarasu.
—Han pasado tres minutos —dije, apareciendo detrás de él y conectando un puñetazo que lo hizo atravesar dos edificios.
Aparecí dentro del tercer edificio que atravesaba, dándole una patada giratoria que lo mandó a seguir su viaje, atravesando el techo de cada piso.
Volví a aparecer encima de él, conectándole otro golpe de maza que lo hizo atravesar varios edificios, hasta chocar contra la carretera, creando un gran cráter.
Rápidamente, lancé un gran corte con mi elemento viento, que partió varios edificios y el pecho de Yatagarasu.
—Han pasado cuatro minutos —dije mientras aparecía otra vez detrás de Yatagarasu. Lo agarré del plumaje de su espalda y lo lancé hacia varios edificios.
Rápidamente, volví a aparecer sobre él y lo usé como proyectil, atravesando el techo de un edificio hasta llegar al suelo.
Tras el impacto. Le conecté una patada que lo hizo salir del edificio y aterrizar nuevamente en la carretera.
—Ya han pasado cinco minutos. Es hora de morir.
—¡Es imposible que muera por un mortal! ¡Yo mismo me...
No dejé que terminara. Con un corte rápido, partí su cráneo con mi elemento viento.
—Ahora, alzate —dije con frialdad mientras lo convertía en mi soldado.
Parece que también tienes el rango de Asterios. Después de todo, él también era un Emperador del Abismo.
—Vamos, sistema, dame mi último desafío —dije con una sonrisa confiada.
[Iniciado viaje a otro mundo]
—Espera, ¿qué? —dije, sorprendido.
—Sistema, ¿qué está sucediendo?
[Tu enemigo ha aparecido en otro mundo repentinamente, por lo que el sistema está llevando al anfitrión a ese mundo para que ayude a las personas a derrotarlo.]
—Bien, supongo que esto no estaba planeado. Espero que sea un enemigo lo suficientemente fuerte como para entretenerme —dije, una gran sonrisa apareciendo en mi rostro.
[Progreso de viaje 0%][15%][40%][65%][90%][100%]
De repente, una grieta dimensional apareció, a través de la cual pasé.
Cuando termine pasarla me encontré en un gran vallé.
No se pero se me hace muy conocido este lugar. Espera un momento este nos es el lugar donde Fujimaru y Mash llegan a 7 singularidad.
De repente mi oído super desarrollado escucho un grito.
Que esta pasando porque estamos cayendo.
A tenido que ser causa de la protección que nos envió aquí. Grito una voz de mujer.
Agárrate amortiguare la caída con mi escudo. Volví a escuchar.
Si como pensaba estoy en fate Go: Babilon.
Bueno que tal si rescatamos a los protagonistas.
Entonces tome impulso y con un gran salto llegue a su altura.
Rápidamente los abrace y active mis alas de Dragon para aterrizar sin ningún problema.
Estáis los dos bien le dije a los dos que me miraban asombrados.
Si. Gracias. Me dijeron Fujimaru y Mash con una sonrisa.
Porciento vosotros también habéis sido trasportados aquí como e podido ver.
Eso era que tu no eres de aquí.
No la verdad es que yo vengo a ayudar contra un enemigo muy poderoso que aparecerá en este lugar.
También soy humano como vosotros, solo que también pertenezco a muchas razas diferentes como los dragones, como habéis podido ver.
Continuara...