Base Secreta de los Agentes del Caos
En una oscura habitación iluminada solo por una tenue lámpara colgante, dos figuras misteriosas se encontraban sentadas frente a una mesa llena de planos, esquemas y garabatos sin sentido.
Uno de ellos, envuelto en una capa oscura y con una máscara que ocultaba su rostro, se inclinó hacia adelante con emoción.
La otra, una chica de orejas y cola de zorro, suspiró con resignación mientras observaba el desastre frente a ella.
"Entonces…" Haruhime se aclaró la garganta, mirando la mesa con cautela. "¿Cuál es exactamente el plan, Autor-sama?"
El Autor golpeó la mesa con ambas manos, haciendo que los papeles volaran por los aires de manera completamente innecesaria.
"¡Querida Haruhime, vamos a hacer historia!"
Haruhime parpadeó, poco convencida.
"…Eso suena aterrador."
"Lo es." El Autor sonrió, aunque la máscara ocultaba su expresión. "Escúchame bien, mi leal secuaz. Orario nos ha declarado enemigos públicos. Nos han llamado criminales, villanos, amenazas a la sociedad…"
"…Sí, porque hicimos cosas que justifican esos títulos."
"¡Exactamente!" El Autor señaló con dramatismo. "Y si nos van a tratar como los peores criminales, ¡entonces vamos a actuar como tales!"
Haruhime sintió un escalofrío en la espalda.
"No me gusta a dónde va esto…"
El Autor se giró hacia una enorme pizarra donde había escrito en letras enormes: "EL GRAN EVENTO".
Debajo, había una lista de ideas anotadas con una caligrafía cada vez más errática:
INVADIR EL GREMIO Y HACERLO FLOTAR
PONERLE BIGOTES A LAS ESTATUAS QUE ENCONTREMOS
REEMPLAZAR LOS LOGOS DE CADA FAMILIA DE ORARIO CON UNA FOTO DE MI CARA
CONVERTIR LA TORRE DE BABEL EN UNA DISCOTECA
HACER QUE TODOS LOS DIOSES SE VISTAN DE PAYASOS
Haruhime parpadeó.
"…Autor-sama, esto es… esto es…"
"¿Brillante? ¿Ingenioso? ¿Un golpe maestro contra el sistema?"
"…Caótico."
"¡Exacto!"
Haruhime dejó caer la cabeza sobre la mesa.
"¿Por qué sigo aquí…?"
El Autor le dio unas palmadas en la espalda con ánimo.
"Porque, en el fondo, te divierte."
"…No negaré eso."
El Autor se giró hacia la pizarra nuevamente, cruzando los brazos.
"Ahora, el problema es… ¿con cuál empezamos?"
Haruhime miró la lista de desastres inminentes.
"Sugiero… uno que no haga que toda Orario nos persiga inmediatamente."
El Autor chasqueó los dedos.
"¡Perfecto! Iniciemos con los bigotes."
"¡¿Q-qué?!"
"Haremos una declaración de guerra simbólica. Un acto de desafío sin violencia. ¡Vamos a darle bigotes a cada estatua de los dioses en la ciudad!"
Haruhime lo miró en silencio.
"…Voy a arrepentirme de esto."
"¡Probablemente!"
El Autor extendió los brazos.
"¡Mi fiel Haru, prepárate! Porque esta noche… ¡Orario despertará con bigotes!"
…
La Plaza Central de Orario, justo en frente de la majestuosa Torre de Babel, estaba llena de figuras imponentes. Aventureros de renombre, dioses de gran prestigio y una multitud de curiosos que observaban a lo lejos, preguntándose qué tipo de evento estaba a punto de desarrollarse.
Era raro ver a tantos dioses reunidos fuera de una fiesta o de una guerra. Allí estaban Loki, Freya, Hefesto, Miach, Takemikazuchi y varios más, todos con expresiones que iban desde la irritación hasta el aburrimiento, habían llamado según para algo importante.
"¿Por qué demonios tenemos que estar aquí?" Hefesto se cruzó de brazos, claramente molesta. "Pensé que esto era un problema para los aventureros, no para nosotros."
Loki se rió entre dientes. "Lo mismo digo. Si van a pelear, al menos que sea algo entretenido."
Finn, quien estaba al frente del grupo de la Familia Loki, suspiró y dio un paso adelante para explicar.
"Según la información que hemos recopilado sobre el enmascarado…" empezó, mirando a todos los presentes. "Tiene una personalidad… peculiar."
Takemikazuchi levantó una ceja. "Eso ya lo sabemos."
Finn continuó, sin perder la calma. "Pero lo importante es que parece disfrutar de la atención. Le gusta hacer espectáculos, causar caos y ser el centro de todo. Y, ¿qué mejor manera de llamar su atención que reunir a varios dioses en un solo lugar?"
La mayoría de los dioses intercambiaron miradas incómodas.
"Así que nos trajiste aquí como cebo." Freya sonrió de manera enigmática. "Qué interesante estrategia."
"Los aventureros de alto nivel estamos aquí para asegurarnos de que, cuando aparezca, no cause estragos incontrolables." Finn miró a los combatientes reunidos. Allí estaban Ais, Riveria, Gareth, Bete, Tiona y Tione, junto con Ottar, Tsubaki, Allen y algunos de los más fuertes de la ciudad.
"¿En serio creen que vendrá solo porque lo estamos esperando?" preguntó Tsubaki, con una mano en la cadera.
"Si lo que nos dijeron de su personalidad es cierto…" Finn miró hacia el cielo. "Aparecerá. Y probablemente lo hará de la forma más ridícula posible."
¡Entendido! Vamos a corregirlo.
—
Los aventureros permanecían en guardia, sus miradas recorriendo la plaza con cautela. Todos los dioses presentes observaban la escena con distintas expresiones: algunos curiosos, otros aburridos y unos pocos con una pizca de incomodidad.
"Si va a aparecer, que lo haga de una vez." Bete bufó, cruzándose de brazos. "Estoy perdiendo el tiempo aquí."
"Tal vez ya se dio cuenta de la trampa y no va a venir." Sugirió Takemikazuchi.
Loki sonrió con diversión. "No lo creo. Si el tipo es como dicen, aparecerá sin importarle la trampa. Probablemente hasta se burle de nosotros por intentarlo."
Freya miró a su alrededor con una leve sonrisa. "Estoy más interesada en ver qué hará."
Finn, en cambio, se mantenía concentrado. Sabía que ese hombre no era alguien común. Era impredecible, y eso lo hacía peligroso.
"Permanezcan alerta." Ordenó. "No podemos permitir que cause otro desastre."
El silencio cayó sobre la plaza. Solo se escuchaba el viento soplando suavemente entre los edificios.
Pero el Autor no aparecía.
Los minutos pasaron lentamente. La tensión en el aire se volvió pesada. Algunos aventureros intercambiaron miradas incómodas, preguntándose si realmente se presentarían.
"¿Y si ya se enteró de esto y decidió no venir?" Murmuró Tione.
"No parece el tipo que huiría de algo así." Dijo Gareth, con los brazos cruzados.
"Si esto es parte de su plan para hacernos perder el tiempo, voy a patearle la cara cuando lo vea." Gruñó Bete.
El sol siguió su camino en el cielo, y sin embargo, el esperado villano no hacía acto de presencia.
Lentamente, la frustración comenzó a aflorar entre los presentes.
Loki suspiró. "Bueno, esto es una decepción."
Pero Finn no estaba tan convencido. Había algo en la ausencia del Autor que no le terminaba de cuadrar.
El hombre que había jugado con ellos como si fueran niños. Que había esquivado sus ataques con una facilidad insultante. Que había burlado la propia muerte y que incluso había desactivado la habilidad de Ais con una simple orden.
¿Realmente solo los haría esperar sin más?
No. Algo no encajaba.
Entonces, sin previo aviso…
El cielo se oscureció.
Las nubes que antes flotaban tranquilamente en el firmamento de Orario se volvieron densas y negras en cuestión de segundos, cubriendo la ciudad con una sombra ominosa.
Un trueno retumbó en la distancia.
Los aventureros se tensaron al instante.
Finn entrecerró los ojos.
Lo habían estado esperando en el suelo. Pero el Autor nunca jugaba de manera convencional.
La verdadera pregunta era…
¿Desde dónde los estaba observando?
"¿A quién están esperando?"
La voz surgió de la nada, justo al lado de Riveria.
La elfa sintió un escalofrío recorrer su espalda. Lentamente giró la cabeza, y ahí estaba.
De pie, con su usual capa y máscara, el Autor la miraba como si nada, con los brazos cruzados y un aire relajado.
El silencio que cayó sobre la plaza fue absoluto.
Tardaron unos segundos en procesarlo.
Luego—
"¡¿QUÉ?!"
Hubo un estruendo cuando los aventureros saltaron hacia atrás, desenvainando sus armas, formando un perímetro de inmediato. Algunos tropezaron con sus propios pies del susto. Otros, como Bete, solo gruñeron con furia.
Riveria, por su parte, apenas logró contenerse para no conjurar un hechizo en el acto. Su pulso se había acelerado por la sorpresa.
"¿Eh? ¿Por qué tanto alboroto?" Dijo el Autor, fingiendo confusión mientras giraba la cabeza de un lado a otro. "¿Están esperando a alguien? No puede ser a mí, ¿verdad? Yo acabo de llegar."
"¡¿C-cómo demonios apareciste ahí?!" Exclamó Tiona, aún con los nervios de punta.
"Caminé."
Finn se tensó.
"¡No es posible! ¡No hubo ni un solo indicio de que te acercaras!"
El Autor alzó las manos. "Ay, Finn, me duele que no confíes en mi sigilo."
"¡Te teletransportaste!"
"Bueno, sí. Pero lo hice sigilosamente."
Bete apretó los dientes. "Tch, bastardo… siempre tienes que hacerte el listo."
"Es que lo soy."
"Te vamos a matar."
"Vaya, qué hostil." El Autor suspiró dramáticamente. "¿Así reciben a un viejo amigo?"
"¡No eres nuestro amigo!"
"¿No?"
"¡NO!"
El Autor chasqueó la lengua. "Qué lástima. Haru me dijo que debía esforzarme en hacer amigos, pero parece que no soy muy bueno en eso."
Loki, que había estado mirando la escena con una mezcla de incredulidad y diversión, se rió por lo bajo.
"Te gusta jugar con la gente, ¿eh?"
"¡¿Recién se dan cuenta?!" Explotó Bete.
"¡Sabíamos que iba a burlarse de nosotros, pero esto es ridículo!" Se quejó Tione.
El Autor los miró con fingida inocencia. "Bueno, yo solo quería ver si estaban listos para la gran pelea."
Finn entrecerró los ojos. "Así que planeas pelear."
El Autor alzó los hombros. "¿Por qué no? No todos los días tienes la oportunidad de pelear contra los mejores aventureros de Orario."
La presión en el aire cambió.
Los aventureros apretaron sus armas.
Los dioses los observaban en silencio.
El Autor chasqueó los dedos.
"Vamos, chicos."
Se inclinó ligeramente hacia adelante, adoptando una postura relajada.
"Denme su mejor golpe."
La tensión explotó en el instante en que Finn dio la orden.
"¡Todos, ataquen!"
El suelo de la plaza tembló cuando Ottar se lanzó hacia adelante como un proyectil, con su gran espada alzada. Al mismo tiempo, Allen se deslizó por el flanco con una velocidad aterradora, mientras que Gareth cargó como una avalancha.
Desde la retaguardia, Riveria ya estaba entonando un hechizo, su báculo brillando con un resplandor esmeralda. Tsubaki y las gemelas Amazonas se coordinaron para un ataque en equipo.
Era un asalto total.
Un golpe combinado de los aventureros más fuertes de toda Orario.
Y el Autor se quedó quieto.
Con las manos en los bolsillos.
Observando con la cabeza ladeada.
Y cuando los ataques estaban a punto de golpearlo.
Desapareció.
CRASH.
Las armas chocaron contra el suelo donde había estado de pie un segundo antes. Una onda expansiva de polvo y escombros se elevó en el aire.
"¡¿Dónde está?!" Rugió Bete, girando la cabeza en busca del objetivo.
"¿Eh? ¿Ya terminaron?"
La voz vino de arriba.
Todos levantaron la mirada.
El Autor estaba de pie en el aire, como si la gravedad simplemente hubiera decidido ignorarlo.
"Eso fue rápido." Se estiró como si se hubiera aburrido. "Digo, esperaba algo más impactante. ¿Ottar, no eres el número uno? ¿Eso es todo lo que tienes?"
Ottar apretó los dientes, su aura rugiendo con una intensidad que hacía temblar el aire a su alrededor.
Finn no perdió tiempo.
"¡Riveria!"
La elfa terminó su hechizo.
¡BOOM!
Un pilar de hielo descendió hacia su oponente, impactando directamente contra el Autor.
El estruendo fue ensordecedor.
El suelo se agrietó bajo la fuerza del ataque.
Los aventureros cubrieron sus rostros por la onda expansiva.
Y entonces, cuando el resplandor disminuyó
El Autor seguía ahí.
Aún flotando.
Aún con las manos en los bolsillos.
Chasqueó la lengua.
"Me dejó un poco de hormigueo."
Riveria abrió los ojos con sorpresa.
"… ¿Qué?"
El Autor giró los hombros como si estuviera calentando.
El Autor bajó la mirada hacia los aventureros, claramente decepcionado.
"En fin, supongo que no pueden hacerlo mejor."
Entonces, levantó la mano y señaló con el dedo un edificio cercano.
"Pero no se preocupen, su humillación quedará registrada para la posteridad."
Todos siguieron su señal y notaron a una figura enmascarada de pie en el techo. Era imposible ver su rostro, pero por su silueta y orejas de zorro, se podía deducir que era una renard.
Llevaba un extraño objeto en las manos, apuntándolo directamente hacia la plaza.
"Ahí tienen a mi fiel asistente: Haru."
Los aventureros se pusieron en guardia.
"¿Qué demonios está sosteniendo?" preguntó Allen, con el ceño fruncido.
"Ni idea," murmuró Finn. "Pero si es un arma mágica, tenemos que ser cuidadosos."
El Autor soltó una carcajada.
"¡Oh, no se preocupen! No es un arma… ¡es una cámara! ¡Les mostraré a todos en Orario cómo los aventureros más fuertes de la ciudad son APALIZADOS! ¡JAJAJAJAJA!"
Silencio.
Los aventureros intercambiaron miradas confundidas.
"… ¿Una qué?" preguntó Tione.
"No entiendo," murmuró Riveria.
Bete bufó. "Bah, quién diablos se cree este payaso."
El Autor suspiró con falsa lástima.
"Pobres cavernícolas. No se preocupen, lo entenderán pronto… cuando toda la ciudad los vea siendo humillados en vivo."
Haruhime asintió lentamente desde la distancia, aunque por dentro estaba rogando que nadie la atacara.
Los aventureros volvieron a ponerse en guardia.
Finn frunció el ceño.
"Da igual lo que planee. ¡No podemos dejarlo seguir con esto!"
El Autor, con un gesto dramático, se llevó las manos a la cara y, de un solo movimiento, se quitó la máscara.
Por alguna razón inexplicable, aún nadie podía ver su rostro. Era como si la lógica misma del mundo se negara a procesarlo.
Sin decir palabra, lanzó la máscara directamente hacia Riveria.
La elfa apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que el objeto impactara contra su rostro. Pero en lugar de rebotar o caer al suelo…
Se pegó a su piel.
Los ojos de Riveria se abrieron de par en par cuando sintió la máscara fundirse con su cara, como si estuviera tratando de convertirse en parte de ella.
"¿Qué… qué es esto…?"
Intentó quitársela con las manos, pero la máscara no cedía. Era como si la estuviera absorbiendo.
El Autor simplemente desapareció de la vista, como si nunca hubiera estado ahí.
Riveria se tambaleó mientras sus manos se aferraban a la máscara, tratando de arrancarla de su rostro. Pero por más que tiraba, por más que intentaba quitársela, la maldita cosa no se movía ni un milímetro.
"¿Qué es esto…?" murmuró, su voz teñida de pánico.
"¡Riveria!" gritó Finn, avanzando con cautela.
Pero antes de que pudiera alcanzarla, Riveria se detuvo abruptamente. Su respiración se volvió pesada, y su postura se tensó.
Entonces, lentamente, inclinó la cabeza.
Y habló.
Pero la voz que salió no era la suya.
Era la del Autor.
"Vaya, qué raro se siente ser alto."
Los aventureros sintieron un escalofrío recorrerles la espalda.
Riveria se llevó una mano a la garganta, claramente confundida.
"¿Qué…?"
Su propia voz había cambiado por completo. Era masculina, burlona y con un tono que ponía los nervios de punta.
Finn sintió un mal presentimiento y rápidamente dio una orden.
"¡Quítenle esa máscara, ahora!"
Gareth y Tiona se lanzaron hacia Riveria, pero antes de que pudieran siquiera tocarla, la elfa levantó una mano y chasqueó los dedos.
Y de repente, ambos se encontraron frente a un muro de llamas.
"Uh-oh," dijo la voz del Autor con evidente diversión. "Parece que ahora tengo magia. ¿Se supone que esto es difícil de usar? Porque se siente bastante fácil."
La sangre de Finn se heló.
Esa máscara… no solo había cambiado la voz de Riveria.
La estaba controlando.
La voz del Autor, todavía saliendo de la boca de Riveria, dejó escapar una risa burlona.
"¡Ja! Esto es increíble. ¡Ahora entiendo por qué los elfos siempre andan con aires de superioridad! Esto se siente demasiado elegante."
Riveria tembló, su cuerpo tratando de resistirse.
"¡Saquen… esta cosa… de mí!"
Pero sus manos no le respondían. En cambio, se cruzaron detrás de su espalda de manera despreocupada, como si estuviera disfrutando de la situación.
"Uff, no te resistas tanto, querida. No es la gran cosa. Solo te estoy… ¿cómo decirlo? ¡Préstamo de cuerpo temporal! ¿No suena mucho mejor así?"
Finn apretó los dientes. Esto se estaba saliendo de control.
"¡Riveria! Si puedes oírme, resiste. Vamos a—"
Pero el Autor lo interrumpió, girando la cabeza de Riveria hacia él con una exagerada expresión de sorpresa.
"¿Resistir? ¿Por qué haría eso? ¡Si ahora soy más fuerte que nunca! Vaya, esta cantidad de magia es ridícula. ¿Riveria, en serio necesitas todos estos hechizos? Esto parece trampa, ¿no?"
El Autor estaba jugando con la magia de Riveria como si fuera un niño con un nuevo juguete.
"Bien, bien, bien," continuó, estirando los brazos como si se estuviera desperezando. "Creo que es hora de probar algunas cositas."
Y con un movimiento de la mano de Riveria, la magia se activó.
El aire se volvió helado de repente.
"¡Wynn Fimbulvetr!"
El viento helado estalló desde la posición de Riveria, convirtiendo la plaza en un infierno gélido. El suelo comenzó a cubrirse de escarcha al instante, y varios aventureros tuvieron que saltar hacia atrás para evitar ser atrapados en la ventisca.
Finn sintió cómo su lanza se cubría de hielo, el frío mordiendo su piel.
"¡Maldición, Riveria, detente!" gritó Gareth, usando su hacha para romper el hielo que comenzaba a atraparlo.
Pero la elfa no tenía control.
El Autor, todavía con la máscara adherida a su rostro, alzó las manos teatralmente.
"¡Vaya, vaya! ¡Qué interesante habilidad! Pero esto necesita más… más emoción, más espectáculo… ¡Oh! Ya sé."
El ambiente cambió de un azul helado a un rojo ardiente.
"¡Rea Laevateinn!"
Las llamas explotaron, dispersando el hielo en un instante y dejando un calor sofocante en la plaza. Finn apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de que una columna de fuego barriera el área.
Ottar y Allen esquivaron con rapidez, mientras Gareth levantaba su hacha para bloquear el fuego.
Riveria estaba lanzando magia de alto nivel sin siquiera hacer los cantos completos.
"¡Deténganla antes de que cause más destrucción!" gritó Finn, avanzando con su lanza en alto.
Pero el Autor simplemente giró la cabeza hacia él y chasqueó los dedos.
"¿Ah sí? ¡Entonces probemos algo más grande!"
"¡Vas Windheim!"
Una tremenda explosión mágica sacudió la plaza, enviando una onda de choque que derribó a varios aventureros. Allen rodó por el suelo, gruñendo al sentir la fuerza del ataque.
Ottar apenas se movió, pero incluso él tuvo que tomar una postura defensiva.
Riveria… o más bien, el Autor, estaba usando todo su arsenal como si estuviera jugando con ellos.
"¡Maldita sea! ¡Riveria, despierta!" gritó Gareth.
El Autor inclinó la cabeza y dejó escapar una risa divertida.
"¿Despertar? ¡Pero si estoy más despierto que nunca!"
Finn frunció el ceño.
"Esto no va a ser fácil…"
Finn apretó los dientes, esquivando un nuevo estallido de fuego que salió de la palma de Riveria sin previo aviso. Había algo muy, muy mal en todo esto.
"Esto no tiene sentido…" murmuró, aferrando su lanza con fuerza.
Tsubaki, que había logrado mantenerse fuera del rango de las explosiones, se giró hacia él.
"¡¿Qué ocurre ahora, Finn?! ¡Dímelo rápido antes de que terminemos rostizados!"
Finn observó cómo la elfa lanzaba otro hechizo sin siquiera decir el nombre. Rea Laevateinn se manifestaba con un chasquido de sus dedos, Wynn Fimbulvetr con un simple gesto de su mano. No había canto, no había preparación.
"Normalmente, Riveria necesita hacer un canto largo para sus hechizos…" dijo Finn, la preocupación creciendo en su rostro. "Pero él… él los está activando al instante."
Finn apretó los dientes.
"Y sin el tiempo de canto, eso significa que puede lanzar hechizos de alto nivel en rápida sucesión."
Como para confirmar sus palabras, un pilar de llamas estalló justo donde estaba Allen. El hombre gato apenas logró reaccionar, pero aun así salió despedido hacia atrás por la onda de choque.
Tione y Tiona intercambiaron miradas preocupadas.
"Si no podemos interrumpir sus hechizos…" murmuró Tione.
"¡Entonces tenemos que quitársela de encima!" gritó Tiona, ya preparándose para lanzarse sobre Riveria.
Finn extendió un brazo para detenerla.
"No tan rápido. Si tiene acceso completo a sus habilidades y hechizos, eso significa que también puede usar Via Shilheim."
Como si lo estuviera escuchando (y lo estaba, probablemente por pura burla), el Autor levantó una mano y la barrera de Riveria apareció de inmediato.
"Oh, sí, justo como dices, Finn. ¡Punto para ti!"
Finn sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
Ottar, que había permanecido en silencio hasta ahora, dio un paso adelante.
"Esto no cambia nada. Aplastarlo sigue siendo la solución."
Y con eso, el boaz se lanzó al ataque.
Apenas Ottar se lanzó al ataque, la máscara salió disparada de la cara de Riveria como si tuviera vida propia. Antes de que nadie pudiera reaccionar, la máscara voló en línea recta y se pegó al rostro del botar con un chasquido seco.
El enorme aventurero se detuvo en seco.
"¡Ottar!" gritó Freya, poniéndose de pie de inmediato.
El boaz tembló por un segundo, su cuerpo entero tenso, sus manos temblando como si estuviera conteniendo una fuerza desconocida. Luego, lentamente, se enderezó y dejó escapar un suspiro pesado.
Finn sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
"Ottar… ¿sigues ahí?" preguntó Freya, con un tono de voz inusualmente cauteloso.
Entonces, el botar inclinó la cabeza a un lado, haciendo un crujido inquietante. Y luego, de su boca, se escuchó la voz del Autor.
"Oh, wow. Esto es una diferencia notable."
El silencio se apoderó de la plaza.
El enorme cuerpo de Ottar se movió con una fluidez espeluznante, flexionando los dedos como si estuviera probando su nueva fuerza. Luego miró sus propias manos y dejó escapar una carcajada.
"Este cuerpo es una bestia. Literalmente. ¿Sabían que Ottar tiene suficiente fuerza como para levantar edificios enteros con una mano? Porque yo sí."
Finn sintió cómo la desesperación se colaba en su pecho.
El peor escenario posible.
Ahora tenían que pelear contra Ottar, el aventurero más fuerte de Orario, pero con la mente del Autor controlándolo.
"¡Rápido! ¡Ataquen antes de que se acostumbre a su cuerpo!" gritó Finn.
Tsubaki ya estaba en movimiento, desenvainando su katana mientras Tione y Tiona se lanzaban a la ofensiva. Riveria, ahora libre, estaba canalizando un hechizo de inmediato.
Pero el Autor, ahora en el cuerpo de Ottar, solo los miró y sonrió bajo la máscara.
"Demasiado tarde."
Y entonces, desapareció.
Tsubaki se detuvo en seco, su espada cortando el aire vacío.
"¡¿Dónde demonios se metió?!", gruñó.
Antes de que nadie pudiera reaccionar, Ottar apareció detrás de Allen y lo golpeó con tanta fuerza que el hombre gato salió volando como un muñeco de trapo.
Los aventureros apenas tuvieron tiempo de girarse antes de que el botar comenzara a moverse con una velocidad imposible.
No, no era velocidad.
Era teletransporte.
El Autor, en el cuerpo de Ottar, simplemente aparecía y desaparecía, atacando desde ángulos imposibles. Cada golpe que daba era devastador. Tione bloqueó un puñetazo con sus cuchillas, pero fue lanzada hacia atrás por la pura fuerza del impacto. Gareth intentó interceptarlo, pero fue derribado de un solo golpe.
Finn intentó encontrar un patrón, alguna debilidad, algo, pero la situación era un desastre.
Entonces, lo vio.
Una pequeña grieta en la máscara.
Finn entrecerró los ojos.
Tal vez…
Pero antes de que pudiera actuar, el Autor, con la voz de Ottar, se giró hacia él y sonrió.
"Oh, Finn. No creas que no me di cuenta."
Finn sintió un escalofrío recorrerle la espalda.
Esto iba a ser peor de lo que imaginaba.
El ritmo frenético de la batalla disminuyó apenas un instante. Ottar—o mejor dicho, el Autor en su cuerpo—hizo una mueca (o eso parecía, porque la máscara seguía pegada a su cara) y flexionó sus enormes brazos con aparente incomodidad.
"Tch, este cuerpo se resiste demasiado."
Finn, aún con su lanza lista, entrecerró los ojos.
¿Resistiéndose? ¿Ottar?
Era difícil de creer. Ottar era un monstruo en combate, con un control absoluto sobre su propio cuerpo. Si alguien podía sobreponerse a un intento de posesión, era él. Pero…
Algo no cuadraba.
El Autor había cambiado de Riveria a Ottar sin problemas. Y ahora, de repente, ¿estaba teniendo dificultades?
No.
Era mentira.
El Autor quería que creyeran que podían vencerlo.
Finn sintió un escalofrío al darse cuenta.
"¡No se confíen!" gritó, pero algunos ya habían mordido el anzuelo.
Tsubaki, Tione y Allen se lanzaron al ataque, confiados en que el cuerpo de Ottar estaba debilitado.
El Autor se quedó quieto hasta el último segundo.
Justo cuando Tione estaba a punto de impactar con sus cuchillas, Ottar se inclinó hacia un lado con facilidad, esquivando el golpe con un movimiento mínimo. Luego, su mano se movió como un borrón y la amazona salió volando como un muñeco de trapo.
"Uy, qué mala suerte~" dijo el Autor con un tono burlón. "¿Quizás la próxima vez?"
Ottar ya estaba detrás de Allen antes de que este pudiera reaccionar.
El puño del boaz descendió como una maza de guerra, pero Allen, con sus reflejos felinos, giró en el aire y logró esquivar el impacto por un pelo. Aun así, la onda de choque del golpe levantó una nube de polvo y dejó una grieta en el suelo.
El Autor chasqueó la lengua.
"¿Ven? Me está costando un montón moverme~"
Pero nadie le creyó esta vez.
Finn apretó la lanza con más fuerza. No era que el cuerpo de Ottar se resistiera… el Autor simplemente estaba fingiendo. Jugando con ellos. Como un gato con su presa.
Y lo peor de todo: se estaba divirtiendo.
"Entonces, ¿quién sigue?" preguntó el Autor, flexionando los músculos del cuerpo de Ottar. "Vamos, no sean tímidos."
El Autor, en el cuerpo de Ottar, dejó de moverse de inmediato.
Todos los aventureros se pusieron en guardia, pero no porque esperaran que hiciera un movimiento brusco, sino porque la escena que tenían ante ellos era completamente inesperada.
Ais Wallenstein había aparecido de la nada, sosteniendo su espada contra el cuello de la enmascarada Haruhime.
"Detente," exigió Ais con voz firme.
Haruhime, aún con la máscara puesta, no intentó resistirse. En cambio, bajó la cabeza, evitando la mirada del Autor.
"L-Lo siento," dijo con un hilo de voz. "Me atraparon."
Hubo un silencio tenso.
El Autor—Ottar—miró a Ais, luego a Haruhime, luego a todos los aventureros que aún lo rodeaban.
Y entonces, se echó a reír.
Una carcajada profunda y retumbante salió del cuerpo de Ottar, resonando en toda la plaza.
"¡JAJAJA! ¡¿Esto es en serio?! ¡¿Estás amenazándome con mi propia compañera?!"
Ais no dijo nada, pero presionó un poco más la hoja contra el cuello de Haruhime.
El Autor se llevó una mano al mentón, como si estuviera considerando su siguiente movimiento. Luego suspiró dramáticamente.
"Bueno, bueno… parece que estoy en un aprieto," dijo con un tono fingidamente pensativo.
Pero en el fondo, todos sabían que algo estaba tramando.
La máscara salió disparada del rostro de Ottar, flotando en el aire por un instante antes de volver como el Autor, quien ahora estaba de pie a unos metros, con su propia apariencia y su icónica capa de Akatsuki ondeando dramáticamente.
Ottar se tambaleó, como si hubiera despertado de un sueño confuso. Todos los aventureros se pusieron en guardia, listos para seguir la pelea, pero el Autor simplemente levantó una mano en señal de calma.
"Está bien, está bien," dijo con un tono despreocupado. "Me rindo."
Hubo un segundo de silencio.
"…¿Qué?" Finn entrecerró los ojos, claramente desconfiando.
"Dije que me rindo," repitió el Autor con una sonrisa burlona. "Pero solo si liberan a Haru."
Los aventureros intercambiaron miradas. Ais, con la espada aún en el cuello de Haruhime, no relajó su postura.
"¿Por qué deberíamos creerte?" preguntó Gareth con el ceño fruncido.
El Autor se llevó una mano al pecho, fingiendo indignación. "¿Cómo pueden dudar de mí, después de todo lo que hemos pasado juntos? ¡Me hiere profundamente!"
La incredulidad en los rostros de todos era evidente.
"Vamos, sean razonables," continuó el Autor, alzando las manos en un gesto de rendición. "Les estoy dando una salida fácil. Si sueltan a Haru, yo me entrego sin resistirme. Negocio justo, ¿no?"
Su tono era ligero, pero nadie bajó la guardia. Había algo en la forma en que sonreía, en cómo mantenía ese aire de superioridad incluso cuando decía que se rendía…
Finn, siempre el estratega, lo notó.
Algo no cuadraba.
El Autor alzó las manos en señal de rendición y sonrió.
"Está bien, me rindo. No quiero problemas."
Todos lo miraron con sospecha.
"Pero…" El Autor levantó un dedo, disfrutando de la tensión en el aire. "Tengo una condición."
Finn entrecerró los ojos. "¿Cuál?"
El Autor metió una mano en su túnica y sacó un pequeño objeto esférico, sosteniéndolo entre sus dedos. Era una canica traslúcida con un tenue brillo iridiscente.
"Quiero que le den esto a Haru."
El silencio se extendió entre los aventureros.
Tiona lo miró con incredulidad. "¿Quieres que le demos una canica?"
"Exactamente."
Tione frunció el ceño. "¿Y por qué deberíamos aceptar?"
El Autor sonrió con malicia. "Porque si no, me voy a aburrir… y créanme, no quieren que me aburra."
Eso hizo que todos se tensaran aún más.
Finn tomó la canica con cautela y la examinó unos segundos antes de hacerle un gesto a Ais.
"Dásela."
Ais dudó, pero al final le dio la canica a Haruhime, quien la atrapó con ambas manos.
"Ahora sí, ríndete." Finn hizo una señal, y varios aventureros rodearon al Autor con grilletes especiales, diseñados para anular cualquier tipo de magia o habilidad. Se los colocaron en las muñecas con rapidez y firmeza, asegurándose de que no pudiera moverse con libertad.
El Autor suspiró con exageración. "Ah, qué molestos."
Tione sonrió con burla. "No eres tan valiente ahora, ¿eh?"
"Sí, sí, lo que digas…" El Autor rodó los ojos, pero de repente miró a Ais y frunció el ceño. "Oye, niña espadachina, ya hicimos el trato. ¿Por qué sigues reteniendo a mi querida Haru?"
Ais no dijo nada, solo mantuvo la espada en el cuello de Haruhime con una expresión seria.
El Autor chasqueó la lengua. "Ustedes los aventureros de Orario… son tan predecibles."
Entonces, sin resistencia, levantó las manos esposadas y miró a Haruhime con tranquilidad.
"Haru."
Ella se tensó al escucharlo.
"Aplástala."
Haruhime bajó la vista a la canica en sus manos.
Dudó.
Si la usaba, escaparía, pero eso significaba dejar al Autor atrás.
Sin embargo, cuando levantó la vista y sintió la sonrisa confiada detrás de su máscara cual jedi, supo que debía confiar en él.
Con determinación, cerró los ojos y apretó la canica con fuerza.
CRACK.
La esfera se rompió en sus manos, desintegrándose en un fulgor dorado.
De inmediato, su cuerpo se envolvió en luz y desapareció ante los ojos de todos.
Ais quedó paralizada al ver cómo Haruhime simplemente se desvanecía de su agarre.
Finn frunció el ceño. "¿Qué—?"
El Autor sonrió. "Ups. Qué mala suerte, ¿eh?"
Hubo un segundo de silencio. Solo el viento soplaba entre los aventureros mientras todos procesaban lo que acababa de pasar.
Finn entrecerró los ojos y se giró lentamente hacia el Autor.
"¿Qué acabas de hacer?"
El Autor, con una sonrisa burlona, levantó las manos esposadas. "Oh, nada, nada. Solo aseguré que mi querida Haru tuviera su ruta de escape. Ya sabes, por si los héroes honorables como ustedes intentaban algo sucio."
Ais apretó los dientes, todavía con la espada en alto. "… ¿Dónde está?"
"¿Quién sabe?" El Autor ladeó la cabeza. "Puede estar en cualquier parte de Orario… o fuera de Orario… o en la luna."
"Eso es imposible," intervino Riveria, cruzándose de brazos. "Un hechizo de teletransporte tan potente requeriría—"
"Sí, sí, sí, requeriría un nivel de magia absurdo, conocimiento avanzado de espacio-tiempo, una cantidad masiva de energía, blablablá," la interrumpió el Autor con una voz burlona. "Tú sigues pensando con la lógica de este mundo. Eso es lindo."
Riveria frunció el ceño con frustración.
Mientras tanto, Loki miraba la escena con una mezcla de diversión e incredulidad. "Bueno, bueno, parece que nos la volvió a jugar."
Tione golpeó el suelo con el pie, molesta. "¡Maldita sea! ¡Nos distrajo para que ella escapara!"
Finn suspiró. "Lo vi venir, pero aún así…"
Se giró hacia el Autor con una mirada analítica.
"No parece afectarte en lo más mínimo estar capturado."
El Autor le devolvió una mirada inocente. "¿Yo? Para nada. Estoy devastado. Mira cómo sufro."
Hizo un dramático gesto de falsa desesperación, moviendo las esposas.
Tsubaki bufó. "Deja de jugar y camina. Ahora vamos a asegurarnos de que no vuelvas a escaparte."
Los aventureros reforzaron la formación, rodeando al Autor y asegurándose de que no tuviera ninguna vía de escape.
El Autor suspiró y se encogió de hombros.
"Bueno, supongo que el show debe continuar."
El grupo avanzaba lentamente por las calles de Orario, con los aventureros manteniéndose alerta por si el Autor intentaba alguna otra locura. Sin embargo, él no parecía tener intención de resistirse.
Es decir, físicamente.
Mentalmente, seguía siendo el mismo caos de siempre.
"Bueno, bueno, qué afortunado soy," comentó con una sonrisa bajo la máscara. "Aquí estoy, rodeado de algunas de las mujeres más bellas y poderosas de Orario. ¿Es esto un arresto o un premio?"
Riveria, que caminaba a su lado, le lanzó una mirada fulminante. "Cierra la boca."
"Pero mi bella elfa, ¿por qué tanta frialdad? Podríamos haber tenido una historia de amor legendaria, prohibida por el destino y forjada en el caos."
Riveria suspiró con cansancio.
A su otro lado, Tiona no pudo evitar reírse. "Eres un caso perdido."
El Autor se giró hacia ella con una expresión dramática. "Oh, Tiona, tan alegre y vibrante. Dime, ¿alguna vez has considerado dejar de lado esa vida de aventurera y vivir una historia de amor apasionada e impredecible con un misterioso forajido?"
Tiona se llevó una mano al mentón, como si realmente lo estuviera considerando.
Finn, sin embargo, le dio un pequeño golpe en la cabeza. "Deja de darle cuerda."
El Autor sonrió y volteo su mirada a Hefesto. "A ti, mi querida diosa de la forja, te propongo algo distinto. ¿Te imaginas la cantidad de inventos y maravillas que podríamos crear juntos si unimos mi mente caótica con tu talento? Imagina un arma capaz de cocinar un filete perfectamente en medio de una batalla."
Hefesto parpadeó. "… No sé si eso es brillante o estúpido."
"Las mejores ideas suelen ser ambas," respondió él con un guiño.
Loki, que había estado observando la situación con una sonrisa burlona, decidió intervenir.
"¿Y a mí qué me vas a decir, eh?"
El Autor se giró hacia ella, hizo una reverencia exagerada y luego susurró: "Oh, mi astuta y encantadora Loki… sé que en el fondo, tú y yo somos almas afines."
Loki soltó una carcajada. "¡JA! ¿Tú y yo, almas afines? No me hagas reír más fuerte o me voy a caer de espaldas."
"Piénsalo bien. Ambos somos seres que se deleitan en el caos. Tú lo haces con tus travesuras y maquinaciones, y yo… bueno, yo simplemente hago lo que quiero."
Loki le dio un codazo en las costillas. "Lástima que ahora estés esposado, ¿no?"
El Autor suspiró dramáticamente. "Sí, sí. Qué tragedia. Aunque debo admitir que hay algo extrañamente atractivo en ser detenido por un grupo de mujeres fuertes…"
"Cállate," dijeron Riveria, Tione y Tsubaki al mismo tiempo.
El Autor solo rió mientras comenzó su marcha hacia su juicio.