Ainz levantó su arma de gremio y apuntó al monstruo, que comenzaba a recomponerse después de resistir las explosiones de las minas maestras.
"Acabemos con esto", declaró.
El báculo destelló cuando las siete perlas elementales se iluminaron, como si gritaran de felicidad. En su superficie, rostros de humanos en agonía aparecían y se desmoronaban, danzando en un espectáculo macabro. El efecto era tan vívido que casi parecía posible escuchar sus gritos de dolor.
En ese instante, el drenaje de MP que la mazmorra ejercía sobre él se detuvo por completo, y un grito de terror resonó desde lo más profundo del abismo, rebotando por las paredes.
Finalmente, tras tanto tiempo desde su creación, el objeto más importante del gremio que él y sus amigos construyeron probaría el sabor de la batalla. Como una bestia que despierta de un largo sueño, el poder de un artefacto solo superado por los ítems mundiales se alzó.
Los Spartoi a sus pies se detuvieron, petrificados.
"Esto es... la presencia de un dios", murmuró alguien.
Los aventureros cayeron de rodillas bajo la abrumadora presión. Ni siquiera pudieron levantar la cabeza para verlo con claridad. En circunstancias normales, habrían podido mantenerse firmes, pero la sensación era distinta: como si una bestia salvaje, llena de odio y resentimiento, los acechara, lista para atacar al menor movimiento.
Las llamas en los ojos de Ainz ondearon. Conociendo las leyes de este mundo y cómo afectaban la magia y las habilidades de Yggdrasil, había considerado la posibilidad de que algo inesperado ocurriera al equiparse el arma de gremio. Sin embargo, jamás imaginó una escena tan grandiosa.
Lo más intrigante fue el calor que se elevó desde su huesuda mano, recorriendo todo su cuerpo. Era la expresión más pura de poder, pero había algo más en ello: una consciencia, sentimientos... y un profundo respeto.
El báculo de Ainz Ooal Gown no solo se había vuelto más poderoso tras activarse, sino que también había dado a luz una consciencia propia.
Ainz intentó comunicarse con ella, pero la respuesta fue similar a la de un infante. En lugar de palabras, la consciencia recién nacida solo expresaba sentimientos de sorpresa y reverencia. Era demasiado joven para devolverle una respuesta coherente.
Emocionado, Ainz llevó una mano a su abdomen aún cubierto. Bajo su ropa se ocultaba un verdadero objeto mundial. Se preguntaba cuán grande sería su efecto si llegara a activarlo.
Rápidamente apartó la idea de su mente. Ese no era un simple World Item; era uno otorgado por los mismísimos desarrolladores a su gremio como recompensa por haber logrado una hazaña que marcó la historia del mundo.
Repeler a más de 1500 jugadores era un logro que solo su gremio podía presumir. Se hicieron campañas y se escribieron libros sobre aquel día, los cuales fueron distribuidos en los nueve mundos del juego. La hazaña fue tan absurda que los propios desarrolladores terminaron creando un World Item único para Ainz Ooal Gown como recompensa.
Activarlo contra un simple monstruo de segunda sería un insulto para él y su gremio. Además, el verdadero poder del orbe solo se manifestaría plenamente en combate contra un auténtico dragón.
Ainz no se apresuró a atacar. Tomó la situación con calma y dirigió una mirada a Udaeus, quien aún no lograba adaptarse a la presión del báculo.
"Time Stop".
El mundo se volvió gris. Ainz descendió hasta donde estaban los aventureros, listo para activar la magia que le permitiría salir y hablar con ellos. Sin embargo, en ese instante, el báculo tembló en su mano, intentando comunicarle algo.
Como un susurro, una idea apareció en la mente de Ainz, tomándolo por sorpresa.
"¿Puedes modificar mis hechizos?", preguntó Ainz, mirando las serpientes entrelazadas del báculo. Estas temblaron en señal de aprobación.
Se detuvo por un momento. Ya era peligroso usar magia sin haber experimentado con ella antes; este mundo había traído más cambios a su sistema mágico de Yggdrasil de los que había imaginado.
Como un ser nacido de este mundo, la consciencia del báculo gremial parecía comprender mejor sus leyes. Transmitió con claridad que modificar sus hechizos usando esas reglas sería algo sencillo.
Ainz dudó. Si la magia temporal se salía de control, podría ser un desastre. ¿Qué sucedería si no podía detener el hechizo y quedaba atrapado? Como no muerto, no necesitaría respirar ni comer... ¿pero tendría que soportar la eternidad suspendido en el tiempo?
El báculo tembló ante su pensamiento, pero no retrocedió. Continuó enviando señales a su mente, seguro de que todo saldría bien.
Ainz suspiró y decidió confiar en él.
"Time Stop", entonó, dejando que su maná fluyera hacia el báculo con expectación.
Las perlas incrustadas en las siete serpientes brillaron intensamente, iluminando el mundo por menos de un segundo antes de atenuarse y estabilizarse.
"Funcionó..." Ainz calmó su corazón al ver que el tiempo comenzaba a fluir de nuevo para los aventureros, quienes abrieron los ojos con sorpresa, como si despertaran de un sueño.
"Parece que mi lista de experimentación tendrá que ser modificada nuevamente", suspiró.
"¿Cómo lo llamaré ahora? Normalmente, Time Stop solo funciona conmigo, pero ahora también puedo traer a más personas... lo llamaré Mass Time Stop." Declaro.
No solo tendría que analizar el comportamiento de más de 700 hechizos, sino también determinar hasta qué punto el báculo podía modificarlos. Aunque sonaba audaz, la idea de fusionarlos también resultaba increíblemente tentadora.
Incluso podría llegar a comprender cuál era el gatillo necesario para desencadenar el cambio. Recordaba haber visto a la elfa Filvis modificar sus hechizos mientras combatía contra los Caballeros de la Muerte. Tendría que tomarse el tiempo para obtener más información de ella y compararla con la que su báculo podría proporcionarle más adelante.
...
"Comiencen a curar a los heridos", ordenó Finn mientras se encargaba de reunir a todos.
"¿Qué es esto? ¿Están muertos?" Tiona pinchó la mejilla de un Spartoi suspendido en el tiempo con su dedo.
Había sido la primera en estabilizarse tras la reanudación del tiempo, y mientras los demás se recuperaban, se movió por el lugar con curiosidad.
"No lo creo. Si estuvieran muertos, se habrían deshecho. Más bien parecen congelados", comentó Bete, observando con poco interés.
"En ese caso..."
Tiona tomó a Urga con ambas manos y la agitó contra el Spartoi con la intención de acabarlo.
Para sorpresa de todos, cuando el filo del arma impactó, el enemigo no se partió en dos. En cambio, la fuerza del golpe se reflejó por completo, haciendo que Urga rebotara con tal intensidad que escapó de las manos de Tiona y salió volando lejos por el retroceso.
Tiona pasó de la sorpresa al pánico en un segundo.
"¡Mi Urga, no! ¡No tengo dinero para repararla!", gritó antes de quedarse en silencio.
"Ja, eso te pasa por meterte de curiosa", se burló Bete con una risa entre dientes.
Se acercó y recogió Urga del suelo, pero antes de devolvérsela a Tiona, Tione, que había estado observando todo con atención, abrió los ojos de par en par. De repente, empujó a Bete y tomó el arma de sus manos para examinarla mejor.
"Nada... no tiene ni un rasguño", murmuró, girándose hacia su hermana. "¿Estás segura de que golpeaste con suficiente fuerza para romperlo?"
"Yo... creo que tal vez me equivoqué", se rió Tiona, recuperando su arma, feliz de no tener que pagar la reparación.
Mientras discutían lo sucedido, una enorme figura apareció junto a ellos.
"Nada puede ser dañado en este espacio", dijo Ainz, desactivando los efectos en área sobre ellos.
Finn, al notar la llegada de Ainz, le lanzó una mirada al báculo en su mano, frunciendo el ceño.
Sentía un dolor punzante en su pulgar. La presencia de ese objeto era demasiado peligrosa; debía actuar con cautela.
"¿A qué te refieres con que nada sufre daño en este espacio?"
Ainz no ocultó nada. "Detuve el tiempo de todos menos los de ustedes". La contraparte era lo suficientemente astuta como para no arriesgarse a una mentira apresurada que pudiera derrumbar su actuación.
"¿Detener... el tiempo?"
Al escuchar esas palabras, el asombro llenó los rostros de todos.
Algo como detener el tiempo no parecía algo que un mortal siquiera pudiera soñar con lograr. Era algo que solo podría encontrarse dentro del territorio de los dioses.
"Entonces, ¿ahora qué? ¿Detuviste el tiempo para ayudarnos o...?" Finn no sabía cómo reaccionar ante esto. Si el no muerto frente a ellos estuviera en su contra, ¿podrían siquiera enfrentarlo?
"Los vengo a sacar de la mazmorras", respondió Ainz.
Un gran suspiro de alivio escapó de muchos, y la presión que los oprimía pareció disiparse.
Ainz lanzó el hechizo de Gate, esperando que funcionara. Afortunadamente, frente al grupo, el espacio se partió en dos, abriendo un agujero púrpura ondulante, lleno de oscuridad.
"Si atraviesan esto, podrán salir de la mazmorras y se encontrarán frente a las puertas de la torre", explicó.
Sacando un par de pergaminos y unos cuernos de goblin de su almacenamiento, se los lanzó a Finn.
"Son algunos hechizos útiles. Les recomiendo que usen Vuelo en Masa para llegar a la batalla lo más rápido posible".
Ainz buscaba que los aventureros sintieran la máxima deuda posible antes de que él saliera del laberinto. Con su apoyo, esperaba no tener que enfrentarse a los dioses de la superficie y, si todo salía bien, sacarles provecho.
Le dolía entregar sus escasos objetos, pero las lecciones de Punitto Moe eran claras: si quería cosechar suficientes frutos, debía plantar buenas semillas que germinaran primero. Solo esperaba que un poco de "basura" de su inventario fuera suficiente.
"¿Debemos cruzar el portal?" preguntó Lefiya, dudosa, mirando el tenebroso aspecto del agujero.
Finn asintió en aprobación, lo que llenó de resolución a los demás. Sin dudarlo, saltaron al portal uno tras otro.
.....
Tal como Ainz había dicho, cuando Finn cruzó el portal, al ser el último, este se cerró.
Frente a él, finalmente se alzaba la ciudad de Orario, aunque completamente cambiada en comparación con cómo estaba antes de su incursión.
Los edificios estaban derrumbados, había cuerpos por doquier, y el olor a hierro y ceniza, proveniente de la masacre, atacó sus fosas nasales.
Frunciendo el ceño, Finn no dudó ni un segundo. Rompió un pergamino en su mano; Ainz no les había mentido, realmente ese pergamino contenía un hechizo tan poderoso.
Finn supo inmediatamente cómo usarlo. Lanzó la magia sobre el grupo para que pudieran volar al campo de batalla, y antes de partir, le lanzó la otra copia a Lefiya, quien lo atrapó con rapidez.
"Guárdalo. Si es posible, no lo uses. Me interesaría que lo revisen cuando todo termine. Tal vez la familia Hermes pueda replicarlo", le dijo, confiando en que si ese pergamino llegaba a manos de Asfi y Hermes, se volverían locos tratando de descifrarlo.
También estaban los cuernos en su poder, pero Finn no los usó impulsivamente.
Antes de atravesar el portal, Ainz le había advertido que si los tocaba, convocaría goblins para que lo ayudaran en la batalla.
Era difícil confiar en los xenos, pero convocar monstruos no le parecía una buena idea en ese momento.
La sorpresa llenó su mirada al pensar en eso.
Miró al grupo antes de voltearse en dirección a la mazmorras.
Raul, Garreth, Ais y la monstruo humanoide no habían salido de la mazmorras. De hecho, no los recordaba haber visto cuando su tiempo volvió a correr.
Lo más probable era que aún estuvieran dentro, congelados.
Con ese último pensamiento, el mundo gris se deshizo frente a él, llenándose de color y confirmando que el tiempo del mundo entero había comenzado a moverse nuevamente.
...