Había demasiados monstruos resguardando el primer piso del laberinto.
Gracias a la destrucción del techo provocada por la ascensión de Dionysos, los túneles colapsaron de forma natural, aplastando los primeros pisos y convirtiéndolos en una gran sala donde los monstruos se acumularon.
La entrada había quedado derrumbada, atrapándolos dentro. Además, el constante flujo de criaturas provenientes de los pisos inferiores terminó llenando el lugar hasta el punto en que comenzaron a amontonarse donde debería estar la salida, como si instintivamente supieran que ahí antes se encontraba el acceso para abandonar la mazmorra.
Lo más preocupante era que, a pesar de la sobrepoblación, no peleaban entre ellos.
Demasiada calma, algo que erizó la piel de los aventureros.
Por su parte, Ainz se sintió intrigado. Consultó con Raul si era normal que los monstruos se comportaran de esa manera, pero este negó rotundamente.
"No, nunca... La mayoría son territoriales. Incluso si hubiera una estampida, perderían la cabeza y se atacarían entre ellos."
"Ya veo." Ainz llevó una mano al mentón. Si pudiera replicar este fenómeno, sería muy interesante. Aunque los monstruos no parecían especialmente fuertes y la experiencia individual que otorgarían sería insignificante, la cantidad seguía siendo lo bastante llamativa como para captar su atención.
Había más de mil monstruos reunidos, y seguían llegando constantemente. Si sus cálculos eran correctos, el piso completo debería ser capaz de retener hasta diez veces esa cantidad.
No era una granja de experiencia tan eficiente como las que se podían construir en Yggdrasil, pero considerando sus circunstancias, resultaba más que suficiente.
"Retrocedan." Indicó a los aventureros antes de levantar la mano y conjurar, "Dark Hole."
Una esfera oscura se abrió cerca de los monstruos. La luz en el piso fue devorada, y el aire se tornó pesado.
Solo duró un segundo. En ese breve instante, todos los monstruos desaparecieron sin dejar rastro.
"El camino está despejado." Ainz suspiró. No fue tanta experiencia como esperaba.
No logró subir un solo nivel, aunque era razonable. Después de todo, cada nivel adicional requería una cantidad astronómica de experiencia más que el anterior.
La brecha entre el nivel noventa y nueve y cien era incluso mayor que toda la experiencia necesaria para subir del nivel uno al setenta.
Si tenía en cuenta que su nivel ya había aumentado unas pocas veces, se preguntaba cuánto tardaría en elevarlo de nuevo.
Ainz comenzó a sentirse incómodo.
Había despejado el piso y eliminado a los monstruos, pero ningún aventurero se movió. Tampoco hicieron ruido, solo respiraban pesadamente.
No quería girarse. Sentía todas las miradas clavadas en su nuca.
Se preguntó si usar Dark Hole había sido excesivo. No es que fuera una magia particularmente secreta ni algo que revelara demasiado de su verdadero poder, pero aun así, había dejado a los aventureros completamente petrificados.
El estándar de poder de este mundo era complicado. Por lo que había observado gracias a la visión remota, la magia aquí era un poco... extraña. No carecía de poder, pero su uso resultaba demasiado engorroso para Ainz.
Estaba seguro de haber visto a alguien recitar un hechizo por más de un minuto solo para lanzar una bola de fuego que dejaba mucho que desear.
La mazmorra comenzó a temblar.
Ainz levantó la vista, observando las paredes con expectación. Parecía que sus acciones habían vuelto a disgustar a este jefe mundial. Aunque preferiría no involucrarse todavía con uno por sus experiencias previas, estaba casi seguro de que, en cualquier momento, de esas paredes comenzarían a surgir monstruos para atacarlo.
¡Experiencia gratis! rugió internamente mientras empezaba a retrasar hechizos, esperando a que los enemigos aparecieran.
De pronto, se detuvo.
Todo el tiempo que había estado en la mazmorra había sentido una leve filtración de su MP, tan insignificante que su regeneración natural la compensaba con facilidad.
Pero ahora, eso había cambiado.
Su MP se estaba drenando a una velocidad sorprendente.
No esperó a que el monstruo apareciera; soltó sus hechizos sin dudar.
Bolas de fuego surcaron el aire y explotaron contra las paredes, agrietándolas, pero en cuanto las llamas se disiparon, estas ya se habían regenerado por completo.
Ainz lanzó una mirada a la entrada dispuesto a escapar, pero ya era demasiado tarde.
Las paredes se habían plegado sobre ella, encerrándolos.
Su MP seguía cayendo rápido.
"Dimensional Slash." Apretó los dientes y desató un hechizo poderoso contra la entrada.
El espacio mismo se partió en dos. Como un cristal quebrándose en mil fragmentos, la entrada al primer piso fue destrozada, dejando tras de sí terribles grietas en la nada, donde la realidad misma había colapsado.
Las paredes de la mazmorra aullaron de dolor.
Toda la mazmorra tembló descontroladamente.
Ainz no necesitó dar una orden; los aventureros corrieron de inmediato hacia la entrada despejada. Pero la mazmorra no los dejaría ir tan fácilmente.
Un brillo rojo se filtró por las grietas. Desde ellas, rugidos que sacudían el alma los obligaron a detenerse.
La roca comenzó a cristalizarse, y desde las entrañas de la mazmorra, una miasma oscura se deslizó lentamente. Entonces, una gigantesca mano negra emergió de la nada y se estrelló contra Gareth, quien se lanzó instintivamente para recibir el golpe y proteger a los demás.
El impacto fue devastador. El enano salió disparado como una bala de cañón hasta estrellarse contra la otra esquina del piso. Su escudo se desintegró en fragmentos que cayeron al suelo como perdigones.
"¡Gareth!" gritó Raul, dejando caer a Revis mientras volaba a toda velocidad para socorrer a su compañero.
"¡Todos, formación de batalla! Tione, Tiona, a la vanguardia, defiendan el frente. Magos, comiencen a cantar." Rugió Finn mientras veía emerger de la grieta una enorme cabeza esquelética.
Dos puntos rojos brillaron con un odio abrasador, pero no se fijaron en ellos. En su lugar, se dirigieron directamente hacia Ainz, como si los demás no fueran más que insignificantes presencias.
La mazmorra se rompió y desgarró cuando cientos de esqueletos negros, Spartois, comenzaron a surgir del suelo.
Detrás de ellos, Udaeus, el monstruo rex del piso 37, terminó de emerger. Sin embargo, la presión que sintió la Familia Loki estaba a años luz de lo que habrían experimentado si enfrentaran al verdadero jefe de ese piso.
Aunque la criatura que acababa de nacer se asemejaba al Udaeus que recordaban, era monstruosamente más fuerte, más aterrador que cualquier otro enemigo al que se hubieran enfrentado. Incluso el Nidhogg recién nacido de Knossos palidecía en comparación.
La tierra se deformó como arcilla, moldeando un cuerpo colosal de obsidiana que alcanzaba más de veinte metros de altura. Dos enormes cuernos emergían de su cráneo, y su brazo derecho había sido reemplazado por el filo de una espada.
Sin vacilar, el Udaeus agitó su arma en dirección a Ainz, generando una afilada hoja gris que voló a toda velocidad hacia él.
La simple ráfaga de viento producida por el corte fue suficiente para enviar a la Familia Loki al suelo, desactivando su magia de vuelo por el fuerte golpe.
Ainz, por su parte, no pareció moverse, hasta que el filo estuvo a escasos centímetros de golpearlo. Pero, al siguiente parpadeo, había desaparecido de su alcance, estando ya a una docena de metros de su punto inicial.
Para evitar el golpe, Ainz detuvo el tiempo. "Qué suerte que el jefe de piso no pudiera superar las alteraciones temporales," pensó, mientras lanzaba Napalm sobre el monstruo para prenderlo en fuego.
El Udaeus gruñó y gritó, sacudiéndose con furia mientras intentaba apagar el fuego, pero no lo logró. Napalm, aunque era magia de séptimo nivel, resultaba extremadamente efectiva contra él.
Las llamas lo rodearon, y lleno de ira, el monstruo se lanzó contra Ainz, sacudiendo su brazo espada una y otra vez, golpeando con su puño, generando profundos cortes en el piso y las paredes de la mazmorra.
Ainz se vio obligado a usar Teletransportación y detener el tiempo para evadir el monstruo mientras lo desgastaba con Napalm y bolas de fuego que no consumían mucho de su mana.
Confiado, cuando vio venir el puño de la criatura hacia él, no esperaba que, al lanzar Teletransportación, sintiera como si el espacio se volviera viscoso, fallando en el intento.
El puño lo golpeó directamente, pero antes de que pudiera ser aplastado, Cuerpo de Beryl Refulgente lo desvió, anulando el daño por completo. Ainz, aturdido por el impacto, reaccionó tarde, pero logró alejarse a gran velocidad usando su magia de vuelo, poniendo distancia entre él y el monstruo.
"Esa cosa... No, la mazmorra activó medidas en contra de la teletransportación," pensó rápidamente mientras lanzaba Napalm nuevamente sobre Udaeus.
Cuando las llamas estallaron sobre el monstruo, este no se inmutó. Sus ojos, como llamas brillantes, destellaron antes de que comenzara a correr hacia Ainz con una velocidad sorprendente.
Lo que Udaeus no predijo fue que, mientras Ainz se alejaba, había dejado varias minas maestras a lo largo del camino para evitar que el jefe entrara en su rango de ataque.
Como ráfagas explosivas, todas las minas estallaron a la vez cuando Udaeus pisó el área, y a diferencia de la Napalm, que había sido inofensiva, las explosiones causaron grandes daños, rompiendo sus huesos y generando severas heridas.
Ainz, quien había estado ahorrando su MP, tranquilizó su corazón al ver que su magia de nivel medio seguía siendo efectiva.
"Esa cosa se está adaptando a mi magia..." susurró antes de sacar su Báculo Gremial y apuntarlo al monstruo.
"Acabemos rápido con esto, entonces."
...
Finn se levantó aturdido. El golpe de la caída lo había sacudido lo suficiente como para desorientarlo.
Sin tiempo ni siquiera para ponerse de pie, sus sentidos reaccionaron rápidamente. Apretó su lanza y golpeó con toda su fuerza frente a él.
Con un fuerte crujido, el asta de su lanza golpeó el hombro de un Spartoi, atravesándolo y partiendo sus costillas en sucesión hasta detenerse en su espina dorsal, la cual tembló antes de quebrarse y caer a sus pies.
Su brazo tembló por el rebote de las vibraciones al golpear algo tan duro con su lanza.
"¡Nivel 6... Estos Spartoi son nivel 6!" rugió, alertando a sus compañeros, quienes también comenzaban a recuperarse.
Se levantó de un salto, solo para darse cuenta de que su alerta había llegado demasiado tarde.
Algunos miembros del equipo de expedición ya se encontraban empalados por los esqueletos, quienes no dudaron en destrozarlos cuando tuvieron la oportunidad. Incluso uno de los más fuertes, Tione, había recibido la espada de un Spartoi con las manos desnudas, destrozando hasta el hueso uno de sus brazos, el cual sería inútil hasta el fin de la batalla si nadie tomaba el tiempo para socorrerla con magia curativa.
Bete rugió, estrellando una patada en el brazo de un Spartoi, arrancándole la espada y liberando a Tione, quien sujetó la herida apretándola con fuerza para detener el sangrado.
"¡Fuera de aquí! Ve a que te curen," le gritó antes de lanzar una lluvia de patadas al Spartoi.
Tione frunció el ceño. Aunque la herida era grave, aún no era un impedimento para luchar. Resopló y, usando su brazo bueno, golpeó a un Spartoi que se acercaba a la espalda de Bete, aplastándole el cráneo con su fuerza.
"Te dije que te fueras," gruñó Bete, mostrando sus colmillos por la furia. Pero antes de que pudiera hacer algo más, Tione destrozó otro Spartoi con el que estaba luchando.
Bete se tragó sus palabras y continuó con su pelea.
Aunque ambos eran de nivel 6, él estaba especializado en velocidad, lo que hacía más difícil luchar contra los Spartoi, quienes solo eran débiles a los golpes contundentes.
Ais usaba Tempest para acelerar sus movimientos, despachando a un grupo de Spartoi con relativa facilidad.
Aun así, eran demasiados. Aunque eliminara un par o incluso una docena, seguían naciendo cientos más sin cesar.
Incluso Finn había comenzado a usar Hell Finegas para hacer retroceder a los Spartoi lo más rápido posible, dándoles un espacio seguro para que los magos comenzaran a cantar y los heridos pudieran recuperarse.
Ella tendría que dar todo de sí también, pensó, antes de ver cómo una figura de cabello rojo se ponía de pie a unos cien metros de ella.
"¡Avenger!" gritó sin contemplación, siendo envuelta en un viento oscuro que se elevó hasta el cielo.
Revis también la notó. Tomó las espadas de un par de muertos antes de cargar. "¡Aria!"
Mientras cerraban la distancia entre ellas, destrozaron Spartoi uno tras otro, hasta que finalmente se alcanzaron y cruzaron espadas.
....