Cherreads

Chapter 37 - Encuentro con la realeza

El sótano de la mansión Amato había sido transformado en dos talleres distintos, uno para Cornelio y otro para Leonardo. Con la muerte de su padre, Leonardo se adueñó de su taller y transfirió sus pertenencias dejando el segundo taller prácticamente vacío. Era precisamente en ese taller donde se habían reunido los 5 magos que habían planeado el ritual y el hechicero que serviría como sacrificio en dicho ritual.

El lugar había sido acondicionado por los cinco que dedicaron casi cuatro horas, nada más para dibujar correctamente las runas en el círculo de invocación. Después de terminar, Daphne utilizó su varita para mover a Leonardo hasta su lugar designado a un lado del círculo principal, el cuerpo del hombre también había sido inscrito con runas designándolo como la "fuente de energía" para activar el ritual y en ese momento se encontraba todavía atado y amordazado sin poder resistirse, su bravuconería desapareció cuando comprendió el destino que le esperaba.

- Realizaré el ritual sola. Todos ustedes deben esperar en la habitación de al lado, si algo sale mal cuento con ustedes para ayudarme – Daphne estaba dando las últimas instrucciones antes de iniciar, aunque se podía notar un rastro de ansiedad en su rostro. – No te preocupes, Tori, muy pronto todo habrá terminado – dijo finalmente antes de darle un gran abrazo a su hermana.

Siguiendo las instrucciones de Daphne, los demás se retiraron al "taller principal" de los Amato mientras le pedían a Merlin que todo saliera bien.

Una vez que la dejaron sola (los sacrificios no cuentan como personas), Daphne caminó hasta uno de los bordes del círculo donde debería permanecer mientras el ritual estuviera en curso. No era solo por comodidad, sino por seguridad ya que ese lugar estaba protegido por cadenas rúnicas especiales. Ella confiaba en que su ritual tendría éxito en su invocación, de lo que no estaba segura era de si lograría invocar lo que deseaba y en caso de que lo que llegara fuera algo indeseable ese lugar en específico era el más seguro para permanecer.

Por supuesto no compartió sus dudas con sus amigos, ya que fue ella quien creó el ritual debería permanecer confiada de su obra, pero ¿cómo podía asegurarse de invocar algo que no tenía idea de cómo se veía?Aun así tenía que intentarlo. Cada día que pasa la maldición se fortalece, otros pueden no notarlo, pero ella conoce a su hermana mejor que nadie y se ha dado cuenta como es más propensa a cansarse con cada semana que pasa y la sola idea de perderla la había puesto bajo mucha presión. Ella sabía que estaba siendo un poco imprudente, pero la salud de Astoria valía completamente el riesgo.

Así comenzó a recitar el encantamiento diseñado para el ritual. A medida que las palabras salían de su boca, la energía mágica siempre presente que había aprendido a reconocer hace mucho tiempo, empezó a moverse y fluir, según lo establecido en el ritual. Leonardo pasó de parecer un joven de veintitantos años a prácticamente marchitarse a plena vista; su rostro se fue secando y la vida parecía escapar de su cuerpo.

Durante el transcurso del ritual las runas y símbolos dibujados por todo el lugar brillaban con varios colores cambiando de uno a otro aleatoriamente hasta que, poco antes de que Leonardo perdiera lo último de su vitalidad, un brillo deslumbrante surgió de repente del círculo de invocación al mismo tiempo que una fuerte onda de choque recorrió la habitación haciendo caer a Daphne sobre su trasero incluso detrás de las runas de protección.

Cuando la luz volvió a la normalidad, Daphne se dio cuenta de que había tenido éxito y había fracasado al mismo tiempo. Su ritual si le permitió invocar algo, pero no lo que ella quería. Frente a ella se encontraban seis ¿personas? Porque no podían ser llamados humanos, pero ella no sabía qué eran.

La primera era una mujer vestida con un traje de sirvienta de color verde oscuro de mangas largas que se abrían desde los codos, la falda terminaba un poco por encima de las rodillas y en el delantal estaba bordado un escudo de armas desconocido: Un martillo de forja rodeado de llamas verdes. El cabello de la mujer era un rubio platinado y sus ojos dorados parecían mirar a todos con compasión. Tenía una belleza subliminal que dejó a Daphne sin palabras, una belleza pura. Y esa era una muy buena descripción si se tenían en cuenta el par de alas blancas que se veían detrás de ella.

A su lado se encontraba otra sirvienta, pero el traje de esta era de un color morado oscuro y el diseño era mucho menos conservador. La parte superior de su traje dejaba mucho de su prominente escote a la vista y parecía inusualmente fácil de quitar, mientras que su falda cubría solo ¾ del muslo. Usaba un par de botas de tacón hasta las rodillas creadas con alguna clase de piel de animal. La sirvienta tenía el cabello blanco y corto, sus ojos eran de un rojo muy claro y parecían poder cautivar a cualquiera. En su delantal estaba bordado otro escudo de armas: un libro de hechizos y un bastón de mago en el centro de una estrella negra. Si la primera era una belleza pura, esta era una seductora nata.

El tercero era un hombre joven vestido como se esperaría de un mayordomo: traje de tres piezas y una corbata en colores negro y blanco con un tercer escudo bordado, esta vez sobre el corazón del hombre: el rostro de un dragón plateado rodeado de un círculo de runas negras. Su cabello rojo estaba perfectamente peinado y sus ojos verdes recorrían la habitación en busca de amenazas. Su postura era firme y su presencia afilada, pero mantenía una sonrisa perfectamente educada en su rostro. Era tan guapo que cualquier agencia de modelaje masculino pelearía por obtenerlo, claro si no le importaran los dos delgados cuernos que nacían en su frente o la piel un poco roja que tenía.

Si los primeros tres eran sirvientes, los otros tres eran los amos. Empezando por una ¿mujer? ¿Dragón? Era una mezcla entre ambos, aunque eso bien podría aplicarse a los tres, ella era la que tenía características de dragón más marcadas. Su cabello y ojos verdes combinaban con las escamas que adornaban su cuerpo. Cuatro cuernos blancos coronaban su cabeza y en su espalda se podían notar dos alas y una cola de reptil. Vestía lo que parecía ser una fusión entre un vestido y una armadura de placas liviana y en su mano descansaba un martillo de herrero.

La segunda mujer tenía el cabello y los ojos morados que combinaban con las pocas escamas visibles alrededor de sus ojos y en su escote. Vestía un vestido de noche azul oscuro debajo de la túnica de bruja más exquisita que Daphne hubiera visto, y ella era una Greengrass. Sus ojos de repente emitieron un brillo que le recordó a cierto director, pero rápidamente concentró su vista en los cinco libros que flotaban detrás de ella.

El último era un hombre alto e imponente que apenas la luz de la invocación desapareció ya estaba dibujando runas que brillaban en el aire y luego desaparecían. Sabía que eran runas, pero no era capaz de traducir la mayoría o descifrar lo que el hombre estaba haciendo. De todas las runas que vio solo fue capaz de entender la runa Eihwaz que se usaba para la protección, pero el resto fue absolutamente indistinguible para ella, y Daphne era una entusiasta de los rituales que requerían un gran dominio de las runas por lo que la impresión que el hombre dejó en ella fue fuerte.

Él tenía el cabello negro hasta los hombros, ojos plateados y dos cuernos lisos saliendo de su frente. Estaba Vestido con una capa larga que lo cubría prácticamente por completo y debajo llevaba una armadura gris. Su mano derecha sostenía firmemente un báculo negro con el rostro de un dragón tallado en la punta mientras la izquierda seguía dibujando runas y sus ojos vagaban por la habitación inspeccionando el círculo ritual.

Todo ese reconocimiento se dio en el transcurso de tres segundos, que fue el tiempo que Daphne tardó en volver en sí y activar con fuerza su oclumancia para centrar sus pensamientos. Su mente trabajaba a toda velocidad para intentar comprender lo que veía frente a ella, cada una de esas seis personas dejaba salir un aura impresionante cargada de poder. Incluso la única que parecía humana, la segunda sirvienta, exudaba un aire perturbador.

- ¿Qué demonios? – Daphne no pudo evitar murmurar.

Sus palabras parecieron llamar la atención porque seis pares de ojos distintos convergieron sobre ella. El hombre que había estado dibujando runas todo el tiempo pareció haber terminado con lo que estuviera haciendo y comenzó a hablar con voz pausada y clara.

- Ya que parece que su mente ha salido del estado de shock inicial, permítame presentarme, señorita. Mi nombre es Lord Magnus Al Acser, Gran rey de Elion – el hombre de cabello negro habló con expresión regia y Daphne sintió que la confusión aumentaba en su interior. – Y para responder a su pregunta, solo uno de nosotros es un demonio a pesar de nuestras apariencias inhumanas.

Daphne tardó un par de segundos en captar la esencia de lo dicho, y otro par en procesarlo correctamente. Que alguien se presentara con el título de Lord implicaba un gran nivel de autoridad en cualquier lugar al que perteneciera; tal vez no supiera de donde venían, pero nunca era buena idea buscar problemas con alguien así. Pero fue la segunda parte de su presentación la que casi logró reiniciar su cerebro.

"¿Acaso dijo rey?" pensó para sí misma "no, eso no puede ser posible".

La preocupación de Daphne era haber llamado sin querer al monarca de algún mundo demoniaco, durante sus investigaciones para crear el ritual había leído teorías sobre la existencia de dimensiones extrañas gobernadas por creaturas demoniacas y problemáticas, pero no había nada que pudiera confirmarlas por lo que Daphne las descartó como simples cuentos. Sin embargo, frente a ella se encontraba un hombre que exudaba un aura incluso más imponente que la del director Dumbledore y se presentaba a sí mismo con el título de Gran rey de un lugar que ella no pudo reconocer.

Si a eso se le suma la apariencia de los seis y el hecho de que se confirmó que había al menos un demonio entre ellos, era muy comprensible que el miedo se apoderara de la joven heredera.

Pero por mucho miedo que pudiera sentir ella fue quien se metió en esa situación y estaba dispuesta a asumir las consecuencias. Después de años de ser criada como la heredera de una casa más antigua y noble, la etiqueta era una segunda naturaleza para la chica por lo que después de estar aturdida por solo dos segundos rápidamente realizó una reverencia de corte normalmente usada para mostrar deferencia y respeto hacia alguien de estatus superior. Aunque La familia Greengrass estaba en el peldaño más alto en la sociedad mágica y por lo tanto nunca realizarían tal formalidad frente a otro mago o bruja, en este caso, cuando la otra parte es realeza, o eso afirmaba, para Daphne aquello era lo más obvio que podía hacer.

- Me disculpo por mi falta de modales, Majestad. No sabía que me encontraba ante la realeza, aunque me temo que no reconozco el nombre de su reino – diciendo eso volvió a levantar la cabeza. Ya había demostrado respeto, pero no estaba ante alguien a quien debiera lealtad, un poco más de sumisión sería una muestra de debilidad. – Mi nombre es Daphne Elizabeth Greengrass, heredera de la más antigua y noble casa Greengrass.

- Me preocuparía mucho si fueras capaz de reconocer ese nombre – comentó el hombre que se presentó como Magnus. – Por tu expresión de desconcierto asumo que no esperabas tenernos aquí por lo que debes tener muchas preguntas. Nosotros también quisiéramos comprender nuestra situación así que me gustaría proponer que tengamos una pequeña charla para resolver nuestras dudas.

Daphne solo pudo asentir con la cabeza, pero su mente todavía estaba tratando de mantenerse al día. Era obvio para ella que esas personas eran peligrosas, pero por algún motivo no era capaz de reunir suficiente voluntad de luchar para enfrentarlos por lo que quedó atrapada siguiendo el ritmo de lo que Magnus decía.

- Supongo que debe ser incómodo para ti hablar mientras nos vemos así – cuando dijo eso una llamarada de fuego plateado/negro cubrió el cuerpo de Magnus y al desaparecer frente a ella se encontraba el mismo hombre, pero marcadamente diferente. – Esto debería hacer las cosas más sencillas.

Su altura se redujo un par de centímetros y sus cuernos desaparecieron de la vista. La gran capa que lo cubría también desapareció junto a la armadura dejándolo vestido con un traje de tres piezas blanco, una camisa negra y una corbata roja. El báculo que había permanecido en su mano también se transformó adquiriendo la apariencia de un bastón de mano con una empuñadura en forma de cabeza de león. Al mismo tiempo que la transformación ocurrió el aura que desprendía Magnus también fue desapareciendo poco a poco y al final el hombre no parecía distinto a cualquier mago un par de años mayor que ella misma, incluso la magia que podía sentir de él pareció descender hasta más o menos estar a su propio nivel.

De repente, siguiendo las acciones de Magnus los otros cinco también pasaron por una transformación, aunque el método parecía diferente. La mujer de cabello morado murmuró algunas palabras que Daphne no alcanzó a escuchar antes de que un círculo con varios símbolos incomprensibles brillara de color púrpura debajo de ella y al desaparecer todos sus rasgos no humanos se habían ido y su "aura" también se había calmado hasta el punto de encajar perfectamente con la de ella.

La mujer dragón presionó su mano contra la coraza de su vestido y una runa brilló con fuerza y al apagarse el brillo la misma mujer, pero completamente humana en apariencia, vestía el mismo vestido sin las partes armadas y el martillo ya no estaba en su mano. Las doncellas y el mayordomo tocaron los brazaletes que llevaban cada uno y una runa brilló en cada uno antes de que también se volvieran indistinguibles de los humanos.

Si no hubiera estado presente durante todo el espectáculo nunca creería que algo así era posible. Daphne no estaba sorprendida por que no fueran humanos, después de todo sabía de los goblins de Gringotts, las veela francesas, vampiros, hombres lobo y otras creaturas mágicas, pero estos seis no encajaban con la descripción de nada que hubiera visto o aprendido en el mundo mágico; no, lo que la dejó estupefacta fue la capacidad de estos seres de volverse indistinguibles de los humanos, incluso los seres mencionados anteriormente poseían características que servían para diferenciarlos de los humanos. Una vez más Daphne se dio cuenta de lo peligrosos que eran los seres frente a ella.

- Agradezco su comprensión, Majestad – Daphne hablaba de manera formal siguiendo la etiqueta adecuada esperando no ofender al hombre.

- No hay necesidad de actuar de manera tan rígida, señorita Greengrass – Magnus al notar la tensión en la chica trató de calmarla un poco. – Si bien me presenté como Gran rey, no eres uno de mis súbditos y esta tampoco es mi nación. En realidad, no estoy aquí en mi calidad de monarca por lo que no es necesario que se estrese pensando en la etiqueta apropiada para dirigirse a nosotros. Ahora bien, señorita Greengrass, permita que mis compañeros se presenten y luego podremos tener una conversación real, aunque sugeriría que cambiáramos el escenario – todos miraron los alrededores del sótano que había quedado muy desordenado gracias a la onda liberada al momento de la invocación.

Como dijo Magnus, las presentaciones deberían haber sido lo primero, pero debido a las circunstancias únicas lo retrasamos un poco. la mujer de cabello verde fue la primera en tomar la palabra.

– Mi nombre es Tiaamat Vil Acser, soy la reina de Elion, aunque puedes llamarme Lady Tiaamat para evitar confusiones.

- Yo soy Morgan Le' Acser, reina de Elion, también puedes llamarme Lady Morgan. En cuanto a los tres que nos acompañan son nuestros sirvientes de mayor confianza: Alfred Ignell, el mayordomo de Magnus; Amriell Sephir, la doncella de Tiaamat y Lilith Fallstar, mi propia sirvienta – con sus palabras los tres sirvientes realizaron una reverencia cortés y se mantuvieron un paso por detrás de sus amos que seguirían conversando. – Concuerdo en que tal vez sea mejor que cambiemos de lugar para continuar con nuestra charla, pero antes me gustaría preguntarle, señorita Greengrass, ¿qué se supone que haremos con eso?

Lo que Morgan estaba señalando era el cuerpo debilitado y marchito de Leonardo que había permanecido tendido contra una pared al fondo de la habitación debido a que fue mandado a volar por el poder de la invocación. Al ver al hombre la expresión de Daphne se volvió indiferente, ya no lo necesitaba por lo que había perdido todo su valor así que lo mejor sería simplemente matarlo.

- Aunque ¿quizás tengan algún uso para él? Lo que sea que le ocurra no me importa, pero creo que es necesario que todos nos contextualicemos para estar en la misma página así que por ahora solo lo inmovilizaré. [Petrificus totalus] – con un movimiento de su varita la maldición de parálisis se adueñó del cuerpo ya de por si maltrecho del hechicero.

 *0*

Wenaaaassss

¿Qué tal el capítulo? Me di cuenta de que nunca describí a Alfred, Lilith y Amriell en el primer volumen así que aproveché el momento.

¿Alguna idea de qué estaba haciendo Magnus con sus runas? Hablando de eso, las runas antiguas en Potterverse tienen más que ver con protecciones y encantamientos rúnicos que con magia "práctica" real, al menos hasta donde yo sé del cannon.

Ahora que ya es obvio que estamos en un mundo Fate/HP por el momento hay una pregunta que quiero hacer: Sakura, ¿debería salvarla? Sinceramente el solo pensar que una niña tenga que sufrir lo que ella me genera mucha rabia; claro, es un personaje ficticio, pero aun así no puedo evitarlo del todo. Tal vez sea porque tengo una hermana pequeña pero la imagen de la pobre Sakura siempre me ha molestado. Entonces, ¿qué opinan?

Si les gusta la historia dejen una reseña y una piedra de poder.

Dejen sus opiniones en los comentarios.

Nos vemos!!!!

*0*

More Chapters