Despertarse al sentir la cálida y húmeda sensación de una boca recorriendo su polla no era algo nuevo para Magnus, por lo que incluso cuando aún no estaba del todo consciente, sus manos se movieron y se enredaron en el cabello de quien estuviera haciéndole un oral guiando sus movimientos.
Eso fue suficiente para reconocer la identidad de la persona, ya que solo uno de los tres tenía 4 cuernos en lugar de dos.
- Eso se siente muy bien, Tia – Magnus dejó escapar un gemido al mismo tiempo que sus ojos se encontraron con los verdes de Tiaamat que tenían un dejo de travesura en ellos.
Tiaamat no respondió con palabras, sino que volvió a lo que estaba haciendo antes y nuevamente se enterró en su entrepierna hasta que su nariz se encontró con su abdomen una y otra vez mientras que su mano derecha acariciaba su escroto provocándolo para que dejara salir toda su carga.
Magnus, que ya estaba completamente despierto, no se hizo rogar y sin contemplaciones fijo la cabeza de Tiaamat en su lugar antes de sacudir sus caderas un par de veces y finalmente soltar su semilla directamente en la boca de la mujer. Algunos hilos de semen no pudieron ser contenidos y terminaros desbordándose por sus labios y bajando por el mentón y Magnus al ver semejante escena no podía ni quería controlarse.
Un movimiento rápido de su mano dibujó la runa de limpieza y la utilizó en ella antes de jalarla hacia él para apoderarse de sus labios en un beso desenfrenado. En esos momentos estaba realmente agradecido con sus nuevos poderes que le permitían continuar sin necesidad de una pausa para limpiarse.
Dejando a un lado los pensamientos innecesarios, Magnus volvió a poner toda su atención en el cuerpo desnudo que ahora descansaba sobre su pecho. Sus manos se movieron con agilidad y experiencia tocando zonas sensibles mientras se dirigían hacia su trasero. A pesar de que era Morgan quien tenía un fetiche anal, Tiaamat era la que tenía el culo más grande entre las dos y Magnus consideraría un pecado capital no jugar con semejante tesoro cuando lo tiene frente a él.
- Mmm – un gemido escapó de los labios de Tiaamat cuando sintió a Magnus amasando sus nalgas. – No te olvides de ellos – dijo separándose un poco y presentando sus lindos pechos copa C frente al rostro del brujo.
Ante una escena como esa ¿había otra opción además de llevar su boca a la cima de ese par de montañas? La respuesta es no. Magnus ni siquiera lo pensó antes de tomar el pezón derecho de su mujer en su boca y comenzar a lamer y chupar como un bebé hambriento al mismo tiempo que su mano derecha se separó de su trasero para acariciar su seno izquierdo causando aún más gemidos y chillidos de Tiaamat.
Magnus intercambiaba su boca y sus manos cada cierto tiempo provocándola, incluso llegando a rozar su entrada mojada, pero en ningún momento le dio placer real a su vagina, lo que solo la frustraba, pero al mismo tiempo la excitaba aún más. Ella, mientras tanto, estaba usando sus manos para hacerle una paja al mismo tiempo que susurraba en su oído.
- Vamos Magnus, ya no puedo esperar más – suplicó con la voz entrecortada por el deseo y la lujuria. – Deja de jugar conmigo y solo fóllame ya.
- Estás muy ansiosa, pequeña Tia, ¿no sabes que lo bueno se hace esperar? – se burló el brujo.
- Si espero un poco más explotaré así que, por favor... - Tiaamat lo miró con ojos llenos de deseo, lujuria y amor y Magnus ya no se hizo rogar.
Levantando un poco las caderas de la mujer Magnus se alineó con su entrada, que a esas alturas necesitaba una represa para contener la inundación, y con movimientos lentos y deliberados se fue hundiendo en sus profundidades.
Siempre era una experiencia placentera encontrarse atrapado por las paredes internas del de Tiaamat, su estrecha cavidad que parecía un par de tallas demasiado pequeña para la de Magnus, pero que mantenía una suavidad celestial creaba un contraste que lo volvía loco. Tiaamat no esperó y apenas se sintió llena sus caderas comenzaron a moverse a gran velocidad, no solo rebotando de arriba abajo, sino también alternando con movimientos circulares para aumentar el placer.
Ambos se conocían desde hacía mucho tiempo, por lo que sabían cómo complacer al otro lo que ayudaba enormemente a su disfrute. Magnus plantó su mano izquierda en su cintura guiando de vez en cuando sus movimientos, sus labios alternaban entre molestar sus pezones y robarle besos y su mano derecha viajaba dejando caricias por todo su cuerpo poniendo especial atención a la unión de su cola, uno de los puntos más sensibles de su nuevo cuerpo.
- ¡Más rápido! ¡Estoy muy cerca! – gritó ella en voz alta antes de tensarse un segundo y dejar escapar un gran ruido mitad gemido mitad alarido debido a su intenso orgasmo. - ¡Jodeeeeeer!
- Aun no terminamos, ¿por qué te detienes? – Magnus tenía una sonrisa malévola en su rostro, pero Tiaamat no estaba en condiciones de notarlo.
En lugar de disminuir su velocidad para permitir que Tiaamat bajara de su clímax, Magnus se movió cambiando a la posición del misionero para tener mayor facilidad de movimiento y sin más demora comenzó a embestir con fuerza y velocidad. Los golpes de la carne resonaban en la habitación y Tiaamat era incapaz de volver a su estado de lucidez mientras Magnus la mantenía en lo alto de un orgasmo constante, ya había perdido la cuenta de cuantos orgasmos consecutivos había tenido, pero tampoco le importaba.
- Ya casi – gruñó Magnus mientras aumentaba la fuerza de sus embestidas lo que a su vez aumentaba el placer que sentía su mujer. – Tómalo, pequeña Tia, tómalo todo dentro de ti – y con eso Magnus soltó su carga completamente dentro del de una Tiaamat semiconsciente pero muy feliz.
(***)
Después de pasar una hora más retozando en la cama (y otros cuarenta minutos en el baño) Magnus y Tiaamat salieron de la habitación principal de la mansión Amato que habían tomado como suya la noche anterior. Afuera de la puerta Alfred y Amriell los esperaban realizando una reverencia apenas los vieron salir. Amriell sin pensar mucho se encaminó a la habitación con la intención de limpiarla lo que por algún motivo dejó al brujo un poco incomodo al pensar en lo que vería la doncella en la habitación.
Al mismo tiempo no pudo evitar apreciar la vista irónica de una sirvienta angelical entrando en una guarida del pecado y un pensamiento intrusivo, tan pequeño que ni siquiera merecía detenerse en él, lo hizo preguntarse cómo sería corromperla. Sin embargo, su mente racional descartó el pensamiento tan pronto como surgió, aunque no se dio cuenta de que Tiaamat notó como su mirada se demoraba un momento o dos más de lo necesario en la criada.
- Alfred, asumo que ya tomaste el control total de la mansión ¿correcto? – le preguntó a su fiel mayordomo.
- En efecto, Lord Magnus – Alfred no lo decepcionó. – Durante la noche Amriell, Lilith y yo recorrimos toda la mansión para asegurarnos que todo esté bien. Logramos encontrar una biblioteca que contiene lo que creemos es la investigación mágica de la familia que residía aquí, algunos almacenes con diversos materiales, un taller de investigación mágica, la estructura de la mansión ha sido reforzada mágicamente y existe una especie de barrera que evita las intrusiones por debajo del 5to nivel de magia. Finalmente, hay una habitación que permanece cerrada ya que considero que deben ser sus Majestades quienes decidan qué medidas tomar.
- Estás hablando del niño, ¿no es así? – preguntó Tiaamat con sentimientos encontrados.
- Así es, Lady Tiaamat. Tal como explicó la señorita Greengrass el hombre que sirvió como sacrificio en el ritual tiene una hermana menor que fue encerrada por él antes de que fuera capturado – explicó el mayordomo. – Encontramos la habitación donde la niña permanece, pero no hicimos ningún movimiento hasta tener órdenes.
- ¿Dónde está Morgan? – preguntó Magnus.
- Tomó al sacrificio y se dirigió al lugar del ritual hace tres horas acompañada por Lilith. No ha vuelto a salir.
- Jaa, supongo que entonces seremos nosotros los que solucionemos esto – Magnus suspiró y ordenó a Alfred que los guiara a la habitación dónde se encontraba la niña.
(***)
La familia Amato tenía una historia de casi 400 años y la mansión familiar había sido construida 300 años antes cuando compraron los terrenos a los Zabini; el edificio principal constaba con 3 pisos y un sótano siendo el piso superior el más pequeño. Rodeado por un pequeño bosque de ciprés que dominaba la mayor parte del terreno dejando solo la parte frontal como un jardín perfectamente mantenido y una fuente de agua clara protegidos por un enrejado elegante.
Era en el tercer piso, el ático, dónde Leonardo había encerrado a su hermana desde hacía un mes asegurándose de alimentarla lo suficiente para que no muriera, pero sin preocuparse realmente por su bienestar.
El ático había sido acondicionado para permitir que un adulto viviera allí cómodamente, tenía un baño, una pequeña estancia, un par de estanterías con libros y una cómoda cama para descansar en las noches. Pero la ocupante actual de aquel miniapartamento no era una adulta y ni siquiera podía decidir cuándo salir.
Bianca Amato llevaba mucho tiempo sola en ese lugar, tanto que ni siquiera recordaba cuánto. Desde que su padre enfermó su hermano mayor había actuado de forma extraña, siendo violento con su madre y con ella misma.
Un día su hermano le ordenó que entrara en la habitación de invitados en el tercer piso y desde entonces no había podido salir de allí. Bianca lloró y gritó suplicando a su hermano que la dejara salir, pero no le hizo caso, incluso las criadas que traían su comida dos veces al día parecían extrañas y no le hablaban o le explicaban nada.
Poco a poco Bianca fue perdiendo las fuerzas. Después de una semana dejó de llorar al darse cuenta de que no servía para nada más que enfurecer a su hermano quien una noche entró a la habitación y la golpeó con un cinturón hasta que comprendió que lo mejor era permanecer callada.
Dejó de preguntar, dejó de hablar, pensó que tal vez se trataba de un castigo por algo que había hecho y que si se comportaba como una buena niña su hermano la dejaría salir, después de todo su madre y su padre siempre le habían dicho que los castigos eran para las niñas que se portan mal. Pero incluso así nada cambió, su hermano no la dejó salir, no sabía si su padre seguía enfermo, su madre no la visitaba. Ella no sabía qué hacer.
El día anterior ni siquiera recibió las visitas usuales de las criadas para llevar su comida lo que le daba a su sufrimiento un nuevo nivel. Por supuesto la pequeña Bianca no podía saber que dos días antes todo el personal de servicio fue despedido como preparación para la huida de Leonardo, ni que su casa ahora estaba bajo el control de desconocidos, ella solo quería que alguien la ayudara a salir de ese lugar solitario.
Extrañaba a su madre, salir a jugar en el jardín de la mansión y aprender sobre la hechicería con su padre, pero todo lo que tenía en ese momento era el desprecio de su hermano.
De repente escuchó un ruido que se acercaba a la entrada de la habitación. Sonaban como pasos dirigiéndose hacia ella y voces apagadas. Si hubiera sido al principio de su encierro Bianca se habría emocionado pensando que alguien por fin la sacaría de allí, pero después de que sus esperanzas fueran derrumbadas una y otra vez todos los días ya no reaccionaba ante el sonido proveniente del exterior, por el contrario, se enfurruñó en un rincón de la habitación tratando de hacerse lo más pequeña posible para no ser vista por quien fuera que viniera.
Después de un momento más de espera la puerta se abrió dejando ver a tres personas que Bianca no pudo reconocer: Un hombre joven bien vestido con un bastón sostenido en su mano derecha, una mujer con un bonito vestido azul, y un hombre con atuendo de mayordomo.
(***)
Al entrar en la habitación del tercer piso lo primero que notaron fue la poca iluminación del lugar y el desorden que había, Alfred frunció el ceño ante la vista, pero no dijo nada esperando las órdenes de su señor. Magnus escaneó la oscuridad durante un momento antes de que sus ojos se agrandaran cuando miró hacia una de las esquinas del cuarto donde un pequeño montículo temblaba y trataba de hacerse más pequeño.
{Bianca Amato – humano
Nivel: 1
Títulos: Ninguno.
Afinidad: Tierra; Gólemancia; Transmutación; Runas.
Estado: Mala nutrición; Mente frágil.
Clase: Ninguna.}
4 afinidades. Esa es la cantidad más alta que ha visto en alguien fuera de la isla, e incluso en Elion, aparte de ellos tres que poseen varias, solo dos personas llegaron a tener 4 afinidades siendo 2 el promedio y 3 los casos especiales.
Desde ese punto de vista era entendible la sorpresa del brujo al descubrir semejante talento en una niña pequeña, pero Magnus no iba a hacer nada con ese conocimiento, al menos no todavía.
- Hola, pequeña, me llamo Magnus y estos de aquí son Tiaamat y Alfred, ¿cómo te llamas tú? – Magnus caminó hacia el escondite de la niña con paso tranquilo para no asustarla y al llegar frente a ella se arrodilló para quedar a su altura tratando de que la niña lo viera como alguien confiable.
Pareció funcionar porque obtuvo una respuesta, o tal vez los niños son así de ingenuos.
- Yo… Yo soy B… Bianca Amato, señor Manus – la pequeña vocecita de la niña sonaba afónica debido a que durante un mes (más o menos) solo la usó para llorar.
- Bueno, pequeña Bianca, si es muy difícil decir mi nombre ¿qué te parece si me llamas "Mag"? ¿está bien para ti? – el brujo se rio de la forma en que la niña dijo su nombre.
- ¿Mag? Me gusta Mag.
- Bueno, pequeña Bianca, ¿quieres salir de aquí? ¿Tal vez te gustaría un buen desayuno? No es por presumir, pero nuestras sirvientas son las mejores cocineras que conocerás – Magnus estaba tratando de sonar alegre para evitar que la niña pensara en lo trágico de su situación.
- ¿Pero y si el h…hermano se molesta? – su cuerpo empezó a temblar en el momento que pensó en la posibilidad de ser golpeada de nuevo por su hermano cuando saliera de la habitación.
- Está bien, todo está bien. Él no podrá hacerte daño otra vez – Magnus se encontró de repente tomando a Bianca y rodeándola en un abrazo intentando consolarla. – No te preocupes, ahora puedes salir y nadie se molestará contigo – al escucharlo Bianca no pudo aguantar más y rompió en llanto apretándose aún más en su abrazo.
Magnus la rodeó con sus brazos tiernamente mientras acariciaba su cabeza tratando de consolarla repitiendo "todo va a estar bien" y "estás a salvo" una y otra vez. Su expresión se mantenía serena para no asustar a Bianca, pero por dentro estaba lleno de una ira poco común que no parecía poder calmarse.
Magnus no se consideraba una buena persona, ni era el tipo que ayudaría a otros solo por la bondad de su corazón; en la tierra de 2138 la visión de cadáveres de todas las edades en las calles era algo normal y la supervivencia del más apto era la ley fundamental, por eso no creía que todavía hubiera algo capaz de sacudir sus emociones tan profundamente. Pero ver la expresión y el profundo terror mostrado por una niña de apenas cinco años lo afectó mucho más de lo creyó y su furia solo aumentaba al recordar que el culpable de tal situación era el propio hermano de la chica.
No era como si fuera a empezar una cruzada para salvar a todos los niños del mundo, no tenía el tiempo ni el ánimo para tal cosa, pero al ver una situación así justo frente a sus ojos y sabiendo que la niña ahora era el último miembro con vida de su familia el Brujo rúnico no pudo simplemente apartar la mirada.
Tiaamat se sentía igual o hasta más furiosa que Magnus. Durante su vida anterior uno de sus más grandes sueños era ser madre, claro, era problemático teniendo en cuenta el mundo en el que vivían por lo que siempre usaba anticonceptivos, pero ese seguía siendo su sueño; por eso ver el miedo, el dolor y la desesperación en una niña tan pequeña y frágil la enfureció.
- No te preocupes pequeña niña, ahora estamos aquí y nadie puede hacerte daño – Tiaamat se arrodilló junto a Magnus y se unió a su abrazo por el otro lado dejando a Bianca justo entre los dos. – Ese hombre malo ya no te molestará.
- Pero el herma… - Bianca trató de decir algo entre llantos.
- Ese hombre no es tu hermano. Te hizo daño y los hermanos no hacen eso, por lo tanto, a partir de ahora no es más tu hermano ¿de acuerdo? – Tiaamat la interrumpió con ternura mientras le limpiaba las lágrimas.
- ¿No tengo hermano? – Bianca estaba confundida.
- Por supuesto que sí. Él será tu nuevo hermano y yo seré tu nueva hermana. De hecho, tienes otra hermana más que conocerás más tarde – Tiaamat estaba tratando de cambiar el tema y pareció funcionar.
¿O no?
- ¿Papá? ¿Mamá? – preguntó Bianca en un susurro.
Bianca podía ser pequeña y no comprender muchas cosas, pero todavía pertenecía a una familia de hechiceros y como tal no era tan ingenua como su edad podría aparentar. Ella sabía que no era normal que estas personas estuvieran en la casa de su familia, ni que pudieran entrar al ático, o que le aseguraran que su hermano, no, Leonardo, no le volvería a hacer daño. Ella entendía lo que estaba pasando, pero no quería creerlo.
Que le dijeran que serían sus nuevos hermanos significaba que la cuidarían, pero ¿por qué tendrían que cuidarla si eso era responsabilidad de sus padres? A no ser que no hubiera padres.
- Hermano Mag, por favor dime dónde están papá y mamá – todavía enterrando su rostro en el cuello del brujo y sin aflojar ni un poco su agarre sobre su ropa la niña preguntó.
- Probablemente ya no estén con nosotros. Cuando llegamos solo estaba Leonardo de la familia Amato – dijo Magnus en voz baja.
Tal vez no era lo mejor para decirle a un niño en la situación de Bianca, pero algo lo motivó a no ocultarle nada a la niña. Ya había decidido que la cuidaría y estaría bajo su protección por lo que lo mejor era que ella lo supiera y lo aceptara, pero para eso era necesario que la niña confiara en él y algo le decía que para lograrlo la sinceridad era el mejor camino. Bianca apretó su agarre más fuertemente pero no hizo nada más.
- Alfred, prepara el comedor para que desayunemos y llama a Morgan, necesita conocer a la nueva integrante de la familia – Magnus le dio una mirada significativa al mayordomo quien lo entendió y se retiró con una reverencia. – Vamos, pequeña, debes comer algo.
Magnus intentó levantarse, pero Bianca lo apretó aún más fuerte. Notando que la niña no querría separarse de él, probablemente debido al miedo a volver a ser abandonada, el brujo la tomó en sus brazos y caminó con ella abrazando fuertemente su cuello mientras se dirigían al comedor para dar inicio a un nuevo día.
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Wenaaaassss
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Nos vemos!!!!
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