Tione tomó el Óculus de las manos de Ottar y, sin dudar, se lo lanzó a Finn, quien asintió en señal de aprobación.
Finn inyectó parte de su mente en el cristal, conectándose con las múltiples réplicas dispersas en los distintos frentes de batalla.
"¡Gracias por mantenerse firmes! Los refuerzos han llegado", anunció.
"¿Esa voz...?" La sorpresa se reflejó en los rostros de muchos aventureros. "¡Esa no es la voz del Valiente!"
"¡Los restos de la Familia Loki han llegado a socorrernos!" exclamó uno de ellos, visiblemente emocionado.
"¡Orario aún no ha caído!", agregó otro, lleno de esperanza. La alegría comenzó a propagarse entre algunos de los presentes.
Sin embargo, no todos compartían ese entusiasmo. Mientras unos celebraban, otros apenas lograron asimilar la noticia antes de que la realidad volviera a aplastarlos.
Era cierto que la Familia Loki poseía una fuerza abrumadora, tan grande que algunos los colocaban en el mismo nivel que los Hijos de Freya. Sin duda, su presencia sería un punto a favor. Pero, en las circunstancias actuales, surgía la incómoda pregunta.
¿Realmente serían capaces de cambiar el curso de esta batalla?
Cortando la conexión del Óculus, Finn suspiró, visiblemente cansado. No estaba seguro de cuánto impacto tendría su mensaje en la moral de los aventureros, pero confiaba en que su llegada sería lo suficientemente significativa como para avivar la llama en el corazón de algunos.
"Arde, ¿me escuchas?" preguntó, activando nuevamente el Óculus para comunicarse con Liliruca, quien aún mantenía el mando de las fuerzas de Orario.
"Sí... ¿Cómo procedemos?" respondió ella, su voz sonando algo apagada por el agotamiento.
"Eso te lo pregunto yo. Aunque te falta experiencia, lo has hecho bien hasta ahora. Quiero que continúes al mando de las fuerzas de Orario, incluyéndonos a nosotros."
Finn desvió la mirada hacia el elfo frente a él, quien parecía haber iniciado un intercambio con Tione mientras él actualizaba su situación. Continuó hablando con Lili "Esta vez me necesitan en el frente. Busca a Raul; debe estar por llegar a tu posición acompañado por él."
"¿Él? ¿A qué te refieres?" preguntó Lili, claramente confundida.
"Lo entenderás cuando lo veas. Nosotros nos adelantaremos, pero ellos deberían estar cerca. Solo te pido algo, no lo ataquen al verlo. Aún no sabemos si es enemigo o aliado, pero fue clave para ayudarnos a alcanzar la superficie."
...
Poco antes.
Ainz, incómodo por haber estado volando durante más de una hora sin intercambiar palabra alguna con los aventureros, comenzaba a impacientarse.
Suzuki Satoru no era alguien particularmente conversador. De hecho, ni siquiera recordaba los nombres de sus antiguos compañeros de trabajo. Aunque había pasado años junto a ellos, había hablado tan poco que, en su mente, no había necesidad de recordar detalles personales.
En resumen, Suzuki Satoru era un desadaptado social.
Sin embargo, en YGGDRASIL, las cosas eran diferentes. Cuando roleaba, interpretaba a la perfección su papel como Overlord, un ser temido y respetado. A pesar de ello, iniciar una conversación por su cuenta lo hacía sentir incómodo. En su mente, dar el primer paso se sentía como un golpe a la imagen de poderoso y misterioso líder lleno de incógnitas que había intentado proyectar en su primera interacción con ellos.
Ainz casi había llegado al punto de rezarle, figurativamente hablando, a los "Dioses" de este mundo para que alguno de los aventureros rompiera el silencio. Cualquier tema serviría; claro, si resultaba ser un asunto del que pudiera sacar información útil, sería aún mejor. Pero, en el fondo, incluso una conversación trivial habría sido suficiente para aliviar su incomodidad.
Cualquier cosa sería mejor que seguir soportando ese asfixiante silencio incómodo.
"Así que... ¿Qué es lo que eres?" Finalmente, alguien se atrevió a hablar.
Ainz casi quiso agradecerle desde lo más profundo de su corazón, pero se contuvo, recordando la importancia de mantener su imagen. Si no estaba equivocado, quien había hablado era Raul. Un aventurero con habilidades promedio y una presencia poco destacable; alguien que Ainz perdería de vista fácilmente en una multitud. Curiosamente, ese aspecto discreto era algo que Suzuki Satoru aprobaba.
Raul también había sido el encargado de cargar a la paralizada Revis durante todo el trayecto, una labor que, aunque sencilla, mostraba cierta dedicación.
Justo cuando Ainz estaba a punto de responder, Finn avanzó con evidente interés, inclinándose hacia la conversación. En el pasado, él mismo había formulado esa misma pregunta, aunque Ainz la había evadido hábilmente, redirigiendo el control de la charla. Sin embargo, Raul pareció no captar las verdaderas intenciones de su capitán, interpretando su proximidad como un gesto de desaprobación.
"Yo solo... estaba curioso. No es necesario que respondas si no quieres, jeje."
Una gota de sudor resbaló por la frente de Raul. No era por cansancio, después de todo, volar no requería gran esfuerzo físico para ellos, y en términos de energía mental, ni una pizca había sido drenada gracias a que la magia se sostenía con el MP de Ainz, sino por la vergüenza que sentía al tener todas las miradas sobre él.
"No es un problema, no te preocupes", respondió Ainz con tranquilidad "Soy un heteromorfo"
Por un breve instante, consideró decirles su verdadera raza como Overlord, pero decidió abstenerse. Durante su tiempo en la Tierra, nunca había sido particularmente hábil con los idiomas extranjeros. Sin embargo, como apasionado jugador de YGGDRASIL, se había dedicado a buscar y traducir las descripciones y clases de las razas por pura diversión.
No estaba seguro de si ellos entenderían el significado detrás de su clase, pero en el remoto caso de que lo hicieran, revelar que era un Señor del Fin sería una jugada demasiado arriesgada. Si su objetivo era forjar una alianza, un título tan ominoso solo serviría para generar desconfianza y temor, algo que no podía permitirse en ese momento.
Ainz dirigió una mirada a Revis y Filvis. Ambas habían escuchado su conversación con el dios; debían saber algo sobre su clase. Por suerte, una permanecía paralizada, incapaz de decir o gesticular una palabra, mientras que la otra seguía inconsciente.
Cuando tuviera la oportunidad, se aseguraría de tomar medidas para que esa información no se filtrara.
"Heteromorfo..." murmuró alguien, y de inmediato, la expresión de todos los presentes se volvió tensa. "¿Y qué es un heteromorfo? ¿Alguna clase de monstruo?"
Las cuencas de Ainz se iluminaron con intensidad, un gesto que, aunque involuntario, provocó un escalofrío en los demás. Raul, en particular, sintió cómo un frío sudor le recorría la espalda. Pensó que quizás había dicho algo descortés y tragó pesadamente, intentando calmarse.
Con la mirada fija en Ainz, Raul bajó la vista hacia sus pies y notó el inmenso abismo que los separaba del suelo. La idea de molestar a una figura tan poderosa con preguntas innecesarias lo aterraba. Si Ainz se irritaba, podría disipar la magia de vuelo que lo mantenía en el aire, enviándolo en picada hacia una muerte segura.
"Un heteromorfo es una especie inhumana. Entre ellos puedes encontrar a las hadas, espíritus, ángeles y, sí, también incluye a los monstruos", explicó Ainz con calma. Había decidido mencionar las especies más agradables y aceptables entre los heteromorfos, evitando deliberadamente ejemplos que pudieran causar desconfianza o miedo.
No estaba seguro de si todas esas criaturas existían en este mundo, pero sabía que ser asociado con demonios o entidades similares no sería lo más conveniente para su objetivo.
De pronto, los ojos de Ais Wallenstein, quien permanecía cerca escuchando en silencio, se iluminaron.
Los espíritus eran famosos como los favoritos de los dioses y del mundo en general, criaturas bendecidas con capacidades mágicas sin igual. Sus aventuras, recogidas en libros e historias de la Era Dorada, habían cautivado a generaciones. Sin embargo, desde que comenzó la era de los dioses, hace más de mil años, los espíritus habían desaparecido de este plano casi por completo.
Encontrar un espíritu no corrupto en la actualidad se consideraría un evento legendario. Debido a su ausencia, mucha información relevante y relacionada con ellos se había perdido con el tiempo.
De repente, Ais se acercó peligrosamente a Ainz, con un brillo en los ojos. El movimiento fue tan inesperado que alarmó a los demás. Finn y Gareth intentaron detenerla, pero ya era demasiado tarde.
"¿Sabes algo de Aria?!" exclamó con urgencia en su voz.
"Mm... uno de los grandes elementales de viento." Ainz se sorprendió al escuchar ese nombre, dejándolo escapar sin pensar demasiado.
"¿Gran elemental de viento?" Algo de reconocimiento apareció en la expresión de Finn al oír esas palabras.
"¿Sabes dónde está?" Ais se adelantó de golpe, deteniendo su vuelo en seco. Su mirada era intensa, cargada de una urgencia que parecía imposible de contener.
"No", respondió Ainz con franqueza.
Aunque sabía que podía usar el báculo de Ainz Ooal Gown para invocar elementales mayores, incluyendo a Aria, dudaba mucho que el Aria que ellos buscaban y la entidad invocada fueran la misma. Era posible que simplemente compartieran un nombre.
Además, existía la incógnita de cómo reaccionaría la magia en este mundo si intentaba invocar una raza nativa. Podría tratarse de un caso en el que los elementales de este mundo fueran completamente diferentes a los de YGGDRASIL, lo que implicaría la existencia de dos especies distintas con el mismo nombre. Por otro lado, también cabía la posibilidad de que terminara invocando a un espíritu originario de este plano.
Esa última opción era especialmente peligrosa. Ainz no tenía manera de predecir cómo reaccionaría un espíritu mayor al ser forzado a aparecer mediante su magia. ¿Seguiría todas sus órdenes de manera obediente, como los elementales de YGGDRASIL, o tendría libre albedrío, con la capacidad de atacarlo? Y si el espíritu resultara ser más fuerte que un nivel 80, comparable a los del juego, el escenario podría tornarse altamente problemático.
Lo mejor que podía hacer ahora era negarse y esperar el momento adecuado para experimentar. Ainz no quería revelar una de sus cartas bajo la manga tan rápido.
La decepción era evidente en los ojos de Ais. Sin decir nada más, se apartó de su camino, dejando que todos avanzaran mientras su expresión se oscurecía completamente. Se quedó en la parte trasera de la formación, en silencio, como si intentara procesar sus emociones.
Finalmente, la salida comenzó a hacerse visible. Solo un poco más, y todos podrían escapar al fin. Algunos dejaron escapar gritos de alegría, aliviados de haber sobrevivido. Sin embargo, otros no pudieron evitar desviar la mirada hacia las ruinas destrozadas de Babel.
Los primeros pisos de la torre parecían haber sido completamente absorbidos por la mazmorra. Sus cimientos estaban destruidos, y la mazmorra ya había comenzado a regenerarse sobre ellos. Repararla sería una tarea monumental, y aun si lograban reconstruirla, sería imposible devolverle su antiguo esplendor.
Mientras tanto, algunas miradas se volvieron hacia el no-muerto que los guiaba, cargadas de ira y acusaciones. Aunque Ainz había sido clave para llevarlos hasta allí, su naturaleza misteriosa seguían generando desconfianza entre los aventureros.
No podían olvidar que estaban colaborando con el causante de tan devastadora destrucción.
Gareth intentó por todos los medios silenciar las voces y susurros que rodeaban a Ainz, pero no logró apartarlos por completo de su percepción. Finn, a pesar de poder imponer orden con una simple instrucción, decidió mantenerse al margen. Sabía que aquello era arriesgado, pero quería observar cómo reaccionaría Ainz ante la presión.
Ayudarlos o no era irrelevante frente al hecho de que sus acciones habían cobrado vidas. Esa carga pesaba demasiado para ser ignorada, incluso si decidía cooperar. ¿Cómo podría seguir siendo digno de su título de Valiente si pasaba por alto lo sucedido?
Ainz, al escuchar las recriminaciones, se refugió tras su rostro inexpresivo. ¿Debería confesar que todo había sido un accidente? Él no había previsto este resultado; de hecho, también había resultado herido por aquella broma que se tornó en desastre.