La primera noche en el nuevo mundo fue demasiado silenciosa.
No había interfases flotantes, notificaciones del sistema, ni cálculos automáticos de probabilidad. No más vínculos forzados ni restricciones mágicas. Por primera vez desde su reencarnación, Dominic Lewis podía respirar... y no sentir que cada aliento estaba siendo monitoreado.
—¿Cómo se siente ser libre? —preguntó Aria mientras observaban la luna carmesí que colgaba en el cielo sin sistema.
—Extraño —respondió Dominic sinceramente—. Como si algo que me perseguía hubiera muerto... pero no puedo evitar mirar por encima del hombro.
Estaban acampando a las orillas de un lago de aguas cristalinas. La naturaleza allí parecía reciente, como si el mundo aún se estuviera escribiendo desde los cimientos. Los árboles aún no sabían si crecer hacia arriba o hacia adentro. El aire tenía el sabor de un amanecer que nunca termina.
Las consortes estaban dispersas, cada una lidiando con su nueva independencia.
Evelyn, por primera vez, no ardía. Su fuego ya no era automático. Tenía que elegirlo. Seraphyne entrenaba en silencio, intentando encontrar propósito más allá del combate. Lysara, cuyas lágrimas ya no volvían, miraba flores que no podía hacer crecer. Aria escribía en un grimorio... uno sin páginas. Solo pensamientos que flotaban a su alrededor.
Y Dominic...
Él no podía dormir.
En la madrugada, caminó solo hacia una colina cercana. Desde allí, observó cómo el horizonte titilaba levemente.
Y entonces la vio.
Una sombra.
O más bien... un eco.
Una figura sin rostro, con una voz familiar.
—¿Realmente crees que el sistema era lo único que te controlaba? —dijo la voz. —Fuiste creado... desde mucho antes del primer núcleo. Tu alma es anterior al sistema mismo.
Dominic retrocedió, el pulso acelerado.
—¿Quién eres?
—Un recuerdo que no debería existir. El Olvido... hecho carne.
La figura se desvaneció. Pero dejó atrás una sola palabra en su mente:
"Entropía".
Esa mañana, Dominic reunió a las chicas. Les habló del eco, del nuevo peligro, del vacío que había dejado el sistema... y de algo peor que quizás venía: un universo sin orden, devorándose a sí mismo.
—El sistema fue tirano, sí... pero también era estructura. Y si algo más está despertando... algo más antiguo que el orden mismo, tendremos que enfrentarlo.
—¿Y si eso significa volver a pelear por nuestro derecho a existir? —preguntó Seraphyne.
—Entonces —dijo Lysara con una sonrisa pálida— lucharemos de nuevo. Pero esta vez, como una familia. No como partes.
—Como nosotras mismas —completó Aria.
Evelyn cruzó los brazos.
—Y tú, Dominic… ¿estás preparado para ser más que el elegido?
Él las miró a todas. Las cicatrices, las historias, los besos, las lágrimas. Ya no eran un harén de destino. Eran compañeras de libertad. Fragmentos que decidieron amar, no por programación, sino por voluntad.
—No estoy preparado. Pero quiero caminar con ustedes hacia lo desconocido.
Y así, sin sistema, sin mapas, sin profecías, comenzaron su viaje hacia el Vacío Original, donde un nuevo enemigo aguardaba. No un tirano, sino algo sin rostro. Algo que no quería controlarlos…
…sino borrar la existencia misma.
[Nuevo arco iniciado: La Guerra de la Entropía][Destino: Fragmentado. Voluntad: Firme. Amor: Elegido.]